Capítulo 38.

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Al llegar a la sala de espera, todo mundo pensó que los chicos eran una especie de criminales peligrosos que necesitaban ayuda médica por alguna pelea o algo así.

Una señora con una niña se levantó tapándole los ojos, bastante indignada.

Bernadette volteó para ver que sucedía y se levantó como impulsada por un resorte a penas los vio. Sobre todo al ver el estado de su esposo.

Leonard, quien se encontraba conversando con la recepcionista, fue desatado por el oficial y pasó corriendo, como pudo, por al lado de las chicas hasta la habitación de Penny.

Amy volteó seguido de Bernadette y se levantó rápidamente para ir con Sheldon.

La cara de ambas era un poema.

—¡Dios Santo, ¿qué les pasó!? —preguntaron ambas al unísono.

—Dígamos que tuvimos la mejor despedida de soltero de la vida. —espetó Rajesh, tocando sus muñecas que habían quedado un poco marcadas con las esposas.

El oficial terminó con Sheldon y Howard y ambas chicas saltaron a sus brazos.

—Howie, tu labio inferior es un desastre. —la rubia le acarició el cabello, preocupada.

—Y tu mejilla, Sheldon, ¿qué les sucedió? —Amy inspeccionaba con atención los hematomas de su esposo.

El físico teórico omitió cualquier tipo de comentario y volvió encerrar entre sus brazos a su esposa.

Howard y Raj se sorprendieron, nunca habían visto a Sheldon demostrando tanto afecto hacía Amy en público.

—Lo único que es seguro, Amy, es que no volveré a salir con cavernicolas. —comentó Sheldon, descansando en el hombro de ella.

—Digo lo mismo, Bernie. —admitió Howard— Fue emocionante pero ahora estoy sintiendo un dolor horrible hasta en la parte más mínima de todo mi cuerpo. 

—Pero ¿qué pasó?, ¿se metieron en una pelea?

—¿Les robaron?

—Nada de eso. —dijo el hindú, tocándose el cabello con cansancio— Pasa que Barry Kripke ideó un juego estúpido y terminó mal, de todos modos, él empezó este problema.

Bernadette también inspeccionó el rostro de Rajesh.

Ellos se veían terribles.

Y para ser sinceras nunca pensaron en vivir algo así con ellos.

Algunos asientos de desocuparon y Bernadette, Howard y Raj fueron a sentarse.

Por otro lado, Amy pidió implementos a una enfermera para desinfectar las heridas de su esposo, quien era el único que tenía agrietada la piel y de ellas brotaban pequeñas gotitas de sangre.

Sheldon se sentó en el taburete tras de él y esperó que Amy hablara, no sabía que decir y además, no tenía muchas ganas de hablar del impertinente de Kripke.

Ella se puso unos guantes y luego empapó una bolita de algodón en alcohol y sin avisarle la posó sobre la pequeña herida de su pómulo izquierdo.

—Ahg, ¡Amy! —chilló— Al menos avísame...

—Te mereces el dolor. —espetó de pronto ella.

Sheldon arrugó el semblante sin entender.

—Kootrhappali acaba de decir que no tuvimos culpa.

—¿Qué dijo Kripke? —inquirió Amy.

El físico teórico desvió su mirada al piso.

Tampoco se sentía cómodo con eso, sabía que era un tipo territorial, y que también tenía una extraña reputación creada por la mayoría de la sociedad norteamericana: el ser Texano.

"You are my heartworm" [S H A M Y] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora