Capítulo 58.

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Los días se convirtieron en semanas y luego, rápidamente en meses.

El pequeño Leonard ya tenía cinco meses, y tanto como Sheldon y Amy estaban absolutamente enamorados de su progenie. Aunque, sin incluir a los demás, que estaban rebosantes de amor por el pequeño Cooper también. Meemaw aún no tenía la fortuna de conocerlo en persona, pero Sheldon le enviaba fotos y vídeos cada vez que podía.

Constance insistió en verlo con su traje de Cowboy que le envió meses atrás. Amy no tenía problemas con eso, pero los hombres de su vida parecían abrumados: Sheldon no gustaba de verlo así y el pequeño Koala no se dejaba el sombrero texano puesto en la cabeza.

Ambos eran quisquillosos.

Y como era de esperarse, el físico teórico y la neurobióloga corrían todos los días después del trabajo a la casa de la señora Fowler para recoger a su pequeño Koala.

Aunque también habían ocasiones en que Penny no estaba tan ocupada con Elliot y cuidaba del pequeño Leonard con mucho gusto. Después de largas y serias conversaciones con su esposo, la rubia había decidido dedicarse netamente a ser madre (al menos mientras Elliot vivía su niñez), después de todo, estaba haciendo un trabajo tan bueno en ZanGen que la farmacéutica le dio la posibilidad de reasignarla cuando ella quisiese.

De todos modos, Amy y Sheldon estaban agradecidos por su mejor amiga Penny y la señora Fowler (también de Larry, pues,  de no ser por ellas, hubiesen tenido que pagar una niñera y ninguno de los dos estaba de acuerdo con eso; dejar al pequeño Koala con un desconocido o desconocida... a Sheldon no le agradaba para nada aquella idea, se negaba rotundamente, inclusive, había sido difícil para él volver al trabajo.

Se había dado cuenta que era un padre bastante sobre protector y además, se estaba convirtiendo en un esposo totalmente dependiente de la presencia de su esposa (algo que no admitiría nunca en voz alta, por supuesto.)

Y es que, dejar a Amy con su bebé en casa, lejos de él y sus cuidados, fue difícil, pero día tras día, se fue acoplando a la rutina.

Y el pequeño Leonard, claro, los cambios fueron difíciles para él también. La señora Fowler se veía en la obligación de hacer al menos tres vídeo llamadas al día con Amy o Sheldon para que su bebé los viera y quedara tranquilo, aunque a veces solo se dedicará a intentar tomar el celular entre sus pequeñitas y gorditas manos.

Aquel viernes, Penny se había quedado con Leonard Cooper porque su abuela tenía otros asuntos que atender por lo que Sheldon y Amy aprovecharon para ir de compras antes de reunirse en avenida Los Robles.

Por alguna razón, que Sheldon aún no comprendía muy bien, su esposa corría del trabajo cuando su bebé estaba con la señora Fowler pero cuando estaba con Penny se notaba un poco más relajada.

—Creo que mi Shampoo se va acabar pronto. —musitó Amy, mientras se dirigía a la estantería frente a ella— Se que a ti no te gusta el olor a coco, pero estoy aburrida de la manzana verde, ¿te molesta si elijo otro?

Sheldon se acercó a ella, dejando el carrito de las compras cerca de ellos.

Con su mirada inspeccionó todos los frascos frente a él. No le gustaban los cambios, era reticente a eso, sobre todo cuando la que cambiaba era su Amy, estaba acostumbrado a que ella fuese, en un mundo de constante cambio, su 0000, su único punto de consistencia.

Amy, mal interpretó su silencio y simplemente tomó el Shampoo de manzana verde.

—Olvídalo, hay que hacer esto rápido, se hace tarde y Leonard debe extrañarnos. 

"You are my heartworm" [S H A M Y] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora