Capítulo 52.

440 43 11
                                    

Como Sheldon se había propuesto hacer las cosas, fue como las llevaron a cabo, con la única diferencia de que tuvo que hacerlas con Leonard en vez de Amy.

Su esposa se cansaba con más facilidad y rapidez, una inesperada pero necesaria visita al Doctor los hizo desistir de terminar la mudanza juntos y el físico teórico se vio obligado a dejar a su esposa en casa para que descansara, mientras él, solucionaba el tema de su nuevo sofá, que cómicamente era igual al antiguo, cuando Leonard lo vio no podía parar de reír. Inclusive sacó fotos y agregó: Que las disfrutaría mucho cuando estuviese viejo.

Es que, era increíble lo obsesivo compulsivo que podía llegar a ser Sheldon.

Y además, aprovechó de comprar un cochecito para su pequeño Koala, qué por alguna extraña razón, había olvidado completamente, no fue hasta que a mitad de semana llamó a su madre por vídeo llamada junto con Amy para mostrarle la casa amueblada y Mary encontró el momento adecuado para decírselo sin que la neurobióloga escuchara.

Ahora, ambos amigos se encontraban en medio de una gran tienda con cosas para recién nacidos y Sheldon no lograba decidirse.

–Supongo que el color azul o celeste está bien, ¿no? —inquirió Leonard, terminando de mensajearse con Penny. La indecisión de su amigo le había aburrido y le pidió a su esposa fotos de su bebé para distraerse.

Sheldon arrugó el semblante, negando.

—Soy más fanático del rojo. —admitió, mirando los diversos cochecitos de la tienda. 

—El rojo sería fantástico. —le apoyó— De todos modos, son sólo algunos detalles en ese color.

—Tienes razón, Leonard. —espetó con soltura— Aunque...

—¡Oh santo Dios, Sheldon! —bufó Leonard, cansado— Hemos estado aquí casi dos horas, ¿no te preocupa dejar tanto tiempo sola a Amy?

—Ella está acostada todo el día, solo se levanta para ir al baño o comer, no es un gran peligro que dígamos. —volvió a tomar el papel del coche frente a él para leer sus ventajas.

El físico experimental negó con la cabeza, de pronto, vio una vendedora y con señas la llamó.

—Ok, creo que la opinión de un especialista en el tema podría ayudarte.

—Ay Leonard, no me hagas reír, ¿por qué vender cochecitos de bebé sería una especialidad?, solo hay que leer el manual.

Leonard se tapó la cara con una mano y volteó, haciendo el pequeño y vano intento de hacer como que no conocía a aquel tipo desagradable.

La vendedora tras Sheldon se aclaró la garganta fuertemente y dijo:

—La verdad es que sí es una especialidad y tiene su esfuerzo también, leer el manual de cada una de las marcas, saber sus pros y contras, no es un juego, es difícil y además, hay que estar todo el día de pie... con zapatos de tacón. —la chica se arregló el cabello, frustrada, pero pronto una sonrisa forzada se asomó en sus labios— Pero bueno, dígame, ¿desea alguna marca en especial?

—Es mi primera vez haciendo este tipo de compras. —admitió Sheldon, sin un dejo de arrepentimiento por la degradación al trabajo de la mujer— ¿Sabe?, mi sobrino tuvo un cochecito que tenía visera ajustable y en una ocasión se apretó un dedo, yo-

—Encantada le muestro ese. —espetó ella, seriamente.

Leonard se tapó la boca para no soltar una risotada. Podía decir que estaba cansado, pero la verdad es que lo disfrutaba, hace un tiempo ya que no hacía compras con Sheldon, olvidaba lo divertido que era verle discutir con vendedores.

"You are my heartworm" [S H A M Y] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora