Capítulo 51.

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Stuart cayó sobre una pequeña silla tras de él y se secó el sudor de la frente con la mano mientras soltaba un gran suspiro.

—Eso fue... agotador.

Sheldon asintió, respirando erraticamente y mirándose las manos.

—Ni me lo digas.

Stuart hizo una mueca extraña, negando con la cabeza. ¿De qué se quejaba si él había hecho todo solo?

Amy trajo una bandeja con dos vasos de jugo y unos sándwiches para ambos.

Sheldon se había propuesto armar la cuna de su hijo solo, mientras Stuart hacía todo lo demás solo también.

El físico teórico estuvo unas dos horas leyendo las instrucciones para armar dicha cuna, luego separó las partes sobre el piso y estuvo mirándolas por unos minutos más mientras pensaba como comenzar.

Finalmente, después de algunos intentos fallidos y palabrotas con acento texano que Amy nunca había escuchado de la boca de su esposo, la cuna estaba lista y firme.

—Traje jugo. —musitó Amy con una sonrisa, dejando la bandeja sobre la encimera de la cocina. 

La casa había tomado una forma hogareña muy rápidamente, gracias a Sheldon por comprar la mayoría de cosas necesarias en un hogar y sobre todo, a Stuart por haberlas armado.

Como Sheldon no la dejaba hacer fuerza, ella solo ordenó algunas cosas en la cocina y la sala. 

En su gusto, había quedado bien, y sus libros parecían mucho más atractivos ahora en esa gran biblioteca que su esposo había comprado.

—Muchas gracias, Amy. —espetó Stuart, lanzándose hacía la comida. Estaba agotado y hambriento.

Sheldon se acercó hasta Amy y le sacó el cabello de la cara, poniéndolo tras su oreja. No le gustaban las cosas fuera de su lugar y ese pequeño mechón de pelo que se le escapaba a su esposa de vez en cuando era una de esas cosas.

—No debiste hacer esto, podía hacerlo yo. —comentó, luego levantó sus manos con la clara intención de que ella viese sus pequeñas heridas.

—Antes de ir a dormir voy a revisar tus manos, ¿bueno? —se puso de puntitas de pies y le besó en la mejilla.

El físico teórico sonrió imperceptiblemente, como un niño malcriado que conseguía lo que quería, por un momento había olvidado la presencia de Stuart tras de ellos y estuvo a punto de decirle que le cantara Soft Kitty mientras curaba sus pequeñas heridas.

—Bien, gracias por tu presencia el día de hoy, Stuart. —se acercó hasta él mientras buscaba su billetera en sus bolsillos— Creo que esto es suficiente, ¿cierto?

—Inclusive, es mucho Sheldon, ten. —le devolvió algunos billetes— Así está bien, gracias.

—De nada, ahora puedes irte. —dijo seriamente. Amy lo regañó con la mirada.

Antes de que Stuart pudiese responder, golpearon la puerta y luego se escuchó la voz de Penny fuertemente:

—¡Sheldon, Sheldon, Sheldon! —tocando tres veces.

Amy sonrió ampliamente, iba a caminar hasta la puerta pero Sheldon se le adelantó.

—Yo voy.

Sheldon caminó hasta el recibidor. Sus pasos aún ocasionaban eco, tal vez aún faltaban cosas para completar dicho sonido.

Stuart miró a Amy con una clara intención pero antes de que pudiese hablar, ella le dijo:

—En el refrigerador está el jugo.

"You are my heartworm" [S H A M Y] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora