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La habtación se encontraba a oscuras, por excepción de la pequeña abertura de la cortina que dejaba entrar pequeños rayos de luces.

Todo dentro de ese cuarto era un desastre. Los pósters en las paredes estaban a medio caer o mal colocados, el piso estaba lleno de revistas pornográficas o botellas vacías de alcohol que llevan ahí desde hace días.

La chica de pelos rebeldes se encontraba boca arriba durmiendo con saliva saliendo de su boca chocando contra su almohada.

El celular que se encontraba al lado de su mano empezó a sonar, el despertador sonó antes de lo pensado al parecer.

- ¡Ah! ¡¿Qué mierda?! -
Gritó sin pensar para seguidamente caer de su cama golpeándose la cabeza contra el duro suelo.

El celular siguió sonando hasta que la chica pudo terminar de despertar y apagar el despertador.

Paso una mano por su cara, las ojeras eran notorias y sus labios aún se encontraban húmedos.

Se terminó de levantar correctamente para estirarse haciendo sonar ligeramente su espalda. La chica volvió a bostezar dejando visibles pequeñas lágrimas del cansancio.

Se dirigió hacia su ventana cerrando correctamente la cortina, ahora si, ocultando toda luz posible.

Al fin estaba todo en silencio y oscuro tal y como le gustaba a la chica de pelos cortos. Pero claro la tranquilidad nunca dura y la puerta se abrió de golpe dejando entrar luz.

- ¡Despierta de una vez! -
Gritó el hombre que acababa de entrar, encendiendo la luz en el proceso.

La luz dejaba clara toda la habitación, dejando notar como todo era un desastre hasta la propia ropa que tenía puesta la chica.

Se dejó ver a una chica ligeramente alta, con sus pelos rojizos desordenados por recién haber despertados, los ojos morados oscuros cansados y la ropa larga que tenía puesta como pijama.

También dejó ver al hombre de peinado extravagante, como si fuera el de un adolescente. Igualmente con ojos morados, demostrando el parentesco entre ellos.

- ¡Estoy despierta! ¡Largo de aquí! -
Gritó la menor empujando al mayor, sacándolo de su habitación y cerrando la puerta con fuerza, trabandola en el proceso.

Dió media vuelta, teniendo un panorama perfecto de todo el cuarto, largó un leve quejido empezando a cambiarse el pijama por una vestimenta casual.
Sin siquiera peinar su pelo se puso un pequeño gorro de lana negro, un camisa blanca con pequeñas líneas azul marino con un chaleco de cuero negro sobre ella, unos jeans rasgados y unas convers negras. Realmente no quería destacar ese día.

Se dirigió a la cocina para desayunar algo ligero, tenía que salir rápido para encontrarse con unos amigos ese día por algo puso el despertador o sino iba a despertar más tarde.

El hombre de antes estaba sentado mirando un libro sobre nuevos métodos de tortura psicológica...cosa de todos los días en verdad.

- ¿A dónde vas? -
Preguntó sin siquiera levantar la mirada de su libro.

- Con unos amigos, ya sabes, pasar el rato, molestar a los demás, pintar paredes, golpearnos entre nosotros, esas cosas...como tu de pequeño -
Sonrío con malicia dejando al visto los pequeños colmillos de su boca.

- Ja! No llegarás a ser tan buena como yo con mis maldades y lo sabes, eres blanda -
Acusó el hombre poniendo uno de sus dedos en el pecho en señal de orgullo.

- Como digas viejo -
Suspiró para darle otra mordida a su desayuno.

Aburridamente miró al rededor del comedor, el reloj en la pared marcaba 13:21 p.m, la pintura en las paredes estaban desteñidas dejando ver la pintura anterior puesta, la cocina...espera, volvió a dirigir su mirada al reloj colgado. 13:22 p.m.

- ¡Van a matarme! -
Logró articular, antes de empezar a tocer por culpa de la comida.

Se levantó torpemente de su asiento, casi tirando la silla en el proceso, corrió hasta la puerta agarrando una mochila vieja que estaba tirada en el suelo.

Ni siquiera escuchó la pregunta que le gritó su padre, solo pensaba en cómo sus amigos iban a reclamarle por hacerlos esperar 2 horas.

¿Estaba jodida? Seguramente.

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