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Era un nuevo día, la luz del Sol entraba por la gran ventana, se podía ver como todo estaba perfectamente ordenado hasta la estantería de libros donde estaban ordenados por géneros o por los autores favoritos de la chica del cuarto.

Hablando de la chica pecosa, está se encontraba envuelta entre todas sus sábanas. Olvidó cerrar las cortinas la noche anterior así que el Sol le estaba dando en la cara, aún así decidió taparse y seguir durmiendo.

Llevaba más de 20 minutos intentando dormir pero le resultaba imposible por la molesta luz, así que se sentó en la cama y frotó sus ojos, era demasiado temprano para su gusto deseaba dormir más de vez en cuando pero ya estaba acostumbrada a levantarse a esas horas aunque no quisiera.

Suspiró de frustración y cambió su pijama por una larga camiseta que le llegaba hasta las rodillas y unos pantalones anchos. La chica agarró el cuello de la camiseta y la llevó a su nariz aspirando el olor que salía de la prenda de ropa. Su nariz se vió invadida por el olor de su mejor amiga, un olor que le era fácil reconocer y apreciar.

Salió de su habitación dirigiéndose a la cocina para tomar un desayuno tranquilo como solía hacerlo cuando esta sola en su casa. Pero cuando llegó a la mesa para comer vió a dos figuras desayunando, una mujer de 30 años y un hombre de la misma edad más o menos. Ambos estaban extrañamente callados, tomados de la mano encima de la mesa, la mujer estaba tomando una taza de lo que siento que era café por el olor, el hombre estaba tomando algún té.

La joven se acercó lentamente y se sentó para poder desayunar aunque se sentía incómoda ante la presencia de sus progenitores.
Tomando un sorbo de su jugo de naranja levantó su mirada, analizando a las dos personas frente a ella, ninguno la miraba, ninguno estaba prestándole atención a ella, se preguntó si habían notado que ella estaba ahí...tal vez no.

La mujer tenía rasgos elegantes, una cara redonda, las pecas eran visibles en todo su rostro, su cabello estaba corto y ondulado, aún tenía su vestimenta de trabajó.
El hombre de ojos verdes daba miedo, al menos ante la mirada de la chica menor, su pelo estaba bien acomodado hacia atrás seguramente por algún gel y al igual que su esposa tenía su ropa laboral.
Ambos se veían bien a pesar de los años.

La chica sin darse cuenta los había mirado por mucho tiempo, tanto que había terminado su desayuno sin saberlo.
Se levantó algo nerviosa para llevar sus utensilios para lavar pero la voz gruesa la hizo quedarse congelada en lugar.

- Otra vez con esos amigos tuyos ayer - Dió un sorbo a la taza - No creas que no te vimos Lena - Su padre levantó su vista para mirarla fijamente.

- Mira a tu padre cuando te habla jovencita - Su madre la regañó.

La pecosa levantó su mentón para ver a ambos adultos delante de ella, ambos tenían una expresión fría como si la quisieran congelar en ese mismo sitio.

- Yo..yo solo, yo solo salí con mis amigos de siempre, ya los conocen y los aprobaron ustedes mismos - Tartamudeó un poco y aceleró sus palabras, apenas siendo entendible - No pensé que les molestaría que salga con ellos - Agarró entre sus manos la tela de la camisa larga y la acarició con sus pulgares.

- La chica..la del pelo horrible, sabes bien que nunca nos gustó que estés con ella y aún así la sigues viendo ¿Por qué? - El hombre dejó de tomar la mano de su esposa para apoyar ambas manos en la mesa.

- Siempre has sido tan obediente - La mujer se levantó y caminó hacia la niña, quedando detrás de ella, agarró los brazos de su hija y los frotó - Nunca has levantado la voz, nunca te has quejado, te dimos una buena vida pero aun así te juntas con...ella - Agarró un poco de la camisa y la frotó entre sus dedos - Usas su ropa, se que se juntan a escondidas...¿Qué nos ocultas? -

- N-nada..nada señora, solo es una amiga que me agrada demasiado para alejarla - Su garganta estaba doliendo, quería llorar y no sabía porqué. Se sentía acorralada, apuntó de ser devorada por sus propios padres.

La mujer se alejó y volvió a su asiento.
- Sabemos bien que es solo una amiga, ¿Qué otra cosa podría ser?, solo espero que no te metas en problemas...y que la próxima no permitas que pinten una propiedad pública -

Lena abrió los ojos con sorpresa, ¿Cómo sabían eso? Ninguno de los chicos público las fotos aún y sabia bien que ninguno de sus amigos le hablaría a sus familiares sobre pintar la pared. Estaba confundida y asustada, sus manos estaban ligeramente temblando.

Ella asintió en respuesta.

- Buena niña - Su padre le sonrió, una sonrisa que la chica odiaba. - Puedes retirarte -

La menor se alejó a pasos rápidos para poder llegar al baño, estaba aguantando las ganas de vomitar su desayunó. Aún sentía las manos de su madre en sus brazos, tenía miedo.
Abrió el grifo del lavamanos y mojó su cara, estaba más pálida que de costumbre.
Salio del baño luego de unos minutos y fue a su cuarto, apenas llegó agarró su celular.

"Alex despierta, te necesito, es urgente"

Tecleó tan rápido como sus dedos tembloroso le permitan, el mensaje fue enviado, pero no había signos de que vaya a responder pronto, ella sabía que la chica dormía hasta muy tarde.

Suspiró, no quería entrar en crisis ahora, tenía que salir de la casa sentía que se estaba ahogando con cada segundo que pasaba.

Su celular sonó, la chica miró la pantalla.

Solo era una publicidad, resopló, su pierna estaba rebotando de arriba hacia abajo en un ritmo acelerado, ansiosa.

Pasó una media hora y Alex no respondió, suspiró derrotada y decidió que mejor era salir a dar un paseo.

Bajó en silencio de su habitación y en modo sigilo salió de su casa con mochila en mano.
No sabía a dónde iba a ir, a donde iba a caminar, hasta donde iba a ir o si iba a ir a un lugar en concreto pero poco le importó.

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