5. ¡Sorpresa!

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GIANNA:

Vuelvo a entrar a la cabaña cuando ya está por anochecer. En el salón me encuentro a Erik y a Numeya, Kellan no ha hecho acto de presencia, y dudo que lo haga. Me odia. Odia la sangre que corre por mis venas y, por mucho que sorprenda, no logro comprender el porqué.

━Bien, hay que irse ━digo mientras escondo todas las armas de manera que no se vean con el traje que, cabe destacar, deja todo mi escote descubierto.

Los hermanos hacen lo mismo y se cuelgan el arco a la espalda, una vez lo tenemos todo salimos de la cabaña y tomamos rumbo hacia el castillo.

Nos adentramos en el bosque y dejamos que su espesor nos cubra totalmente, volviéndonos prácticamente invisibles a ojos de los guardias de la fortaleza.

Tras media hora andando llegamos a la gran muralla que separa el castillo del resto del reino. Nos toca escalar unos veinte metros de muro en menos de diez minutos, un minuto más nos supondría ser descubiertos.

━A trepar se ha dicho ━dice Erik con burla.

Empezamos a escalar y cuando llegamos arriba bajamos el muro de un salto. Nos agachamos para no ser vistos.

━Bien, aquí nos dividimos ━explica Numeya susurrando━. Gia, tú y yo iremos por la puerta de servicio mientras Erik se añade a su pelotón de vigilancia, sabrás qué soldados están con nosotros porque llevarán una cinta roja en la muñeca izquierda.

Asentimos y mientras Erik se va ella y yo nos escabullimos a la puerta de servicio.

Primero pasa Numeya escaneando su tarjeta de acceso y luego yo con la de la chica. De un momento a otro me siento débil y un poco desorientada, debe ser por las medidas de seguridad que reprimen mis habilidades.

━Ve a la cocina y pide la bebida de los concejales, luego sigue con el plan ━dice señalando la cocina.

Asiento y me dirijo hacia allí.

Entro y veo a tres mucamas más, me miran.

━Vengo a por las bebidas de los concejales ━digo.

Una de las mujeres me señala una bandeja con una tetera y una cafetera llenas y humeantes. Con cuidado de no ser vista vierto el líquido de mi frasco en los dos recipientes.

Tomo la bandeja y, tal y como me dijo Numeya, paso por el salón antes de subir las gigantescas escaleras hacia la segunda planta. A medida que subo me cruzo con varios guardias a los que parezco no importar.

Al llegar arriba se levantan ante mi unas grandes puertas de madera oscura custodiadas por dos guardias, tal y como dijo Numeya. Me miran.

━Vengo a traer café y té a los concejales ━digo en voz baja.

Asienten y están a punto de abrirme las puertas cuando alguien nos interrumpe.

━¿Qué se supone que están haciendo? ━pregunta una voz muy grave y rasposa.

Me giro. Mis ojos captan a un hombre alto y robusto, de pelo canoso y con muchas arrugas. Está parado frente a mi pero únicamente mira a los guardias, y no parece para nada contento.

━La chica ha traído el café y el té para los concejales señor ━dice uno de ellos sin perder la compostura.

El hombre me mira enarcando una ceja. Acerca una mano a mi y coge la tarjeta de identificación que llevo colgada, su mano roza uno de mis pechos, me asquea. Arranca la cadenilla que sujetaba la identificación y la examina detalladamente.

━Nombre completo y raza ━demanda.

Señor, acaba de tocarme una teta sin mi consentimiento y encima tiene la cara de exigirme. <<Gianna, el papel>>, me resigno.

Las Sombras De VeliazkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora