8. La leyenda

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GIANNA:

Me despierto en mi cama sin saber como narices he llegado aquí, intento hacer memoria.

Kellan.

Paso mi mirada por toda la habitación buscándolo, lo encuentro recostado en un sillón al lado de la ventana, está durmiendo.

Lo miro detalladamente. No voy a mentir, es un hombre realmente atractivo, de esos que cuando los ves parece que se te vayan a caer las bragas, su pelo está ligeramente despeinado dándole un aire más salvaje y sus músculos, ahora relajados, se le marcan a través de la camiseta. Me detengo a mirar los tatuajes que asoman por sus brazos y manos, ayer estaba tan cachonda que no me dio tiempo de apreciarlos, por su brazo derecho se enreda una gran serpiente de tinta negra y mirada imponente mientras que su brazo derecho está cubierto de lo que parecen ser tatuajes tribales formando un mosaico perfecto que le llega hasta el cuello, me fijo más detalladamente.

Mierda, los chupones. Sé que tenemos que hablarlo pero, por primera vez en mi vida, prefiero huir.

Me levanto de la cama en silencio procurando no hacer el más mínimo ruido para que Kellan no se despierte.

Cuando paso por delante del espejo miro mi atuendo y resoplo. ¿Era necesario ponerme falda hoy? Me dirijo al vestidor para cambiar la falda por un pantalón de cuero rojo y los tacones por unas zapatillas planas que favorecerán mi huida. Pero, como siempre, el universo no está de mi parte y, al salir, me topo de frente con el firme torso de Kellan.

--- Mierda --- gruño.

Kellan mira mi atuendo y luego posa su mirada en mis ojos.

--- ¿Tienes prisa? --- me pregunta.

Desvío la mirada.

--- No, pero no estaba cómoda con la falda y los tacones --- paso por su lado pero antes de llegar a tocar el pomo de la puerta él sujeta mi brazo obligándome a encararlo.

--- Tenemos que hablar --- dice.

Lo miro fingiendo confusión.

--- ¿Si, de qué? --- pregunto haciéndome la tonta.

Él rueda los ojos.

--- No seas estúpida Gia, sabes perfectamente de qué hay que hablar --- dice mientras se señala los chupones que tiene en el cuello.

--- Ah, sí, eso... verás... tengo... esto... emm... ¡Tengo hambre! --- grito y salgo corriendo de la habitación cerrando la puerta con llave desde fuera.

Bajo las escaleras corriendo y me tropiezo con Numeya.

--- ¡Perdón! --- me disculpo y me voy dejándola en el suelo confundida.

Salgo de la cabaña corriendo haciendo uso de mi súpervelocidad. Segundos más tarde llego a una de las aldeas de Veliazka, entonces me detengo.

Miro a mi alrededor y me sorprendo, a pesar de todo lo que ha sucedido en este reino, está aldea sigue siendo igual de bonita que antes. Empiezo a caminar por las calles observando como los seres de luz y los seres de oscuridad conviven como si nunca se hubiesen detestado. Es como si en esta pequeña aldea se hubiese detenido el tiempo y no hubiese sufrido las Guerras de Cristal.

Es increíble ver como conviven vampiros, hadas, hombres lobo, brujas, ángeles, sirenas, cambiantes, demonios, ninfas... hacía años que no veía algo así, que no recordaba como era todo antes.

Suspiro y me acerco a un pequeño puesto donde una niña vende todo tipo de frutas, me lo quedo mirando.

--- ¡Hola! --- dice con una voz aguda pero dulce y con una sonrisa gigante.

Las Sombras De VeliazkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora