PARTE XII

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Cuando Manuel corto la llamada con Mayte, sintió que el mundo se le venía abajo. En cuestión de segundos, paso de estar en la cima al suelo.

Obviamente nada había sido su culpa, pero debió de reconocer que si le hubiera hecho caso a la mujer que hacía unos minutos había estado en su cama, no estaría sintiéndose así.

Se maldijo por décima vez por haber tomado esa llamada. Sabía que Lucero lo estaba esperando abajo hecha una furia. Estaba intentando tomarse las cosas con la mejor calma posible y sacar la parte buena de todo lo que acaba de suceder.
Se dijo así mismo que las cosas pasan por algo y tal vez fue mejor así, porque esto le estaba dando la chance de sentarse hablar con su ex.

Aunque sabía que entre Manuel y Mayte solo existía una amistad, estaba ardiendo de celos. No tenía lógica. Pero ahí estaba sentada en la sala de el, esperando a que terminara la dichosa llamada y bajara.
Estaba claro que no debía pedirle explicaciones o hacerle una escena, pero el coraje la llevaba.
Mas pasaban los minutos peor se ponía. Que tan importante podía ser esa llamada o lo que tenían que hablar, para hacerla esperar tanto. Desde cuando deje de ser prioridad para Manuel? Esas eran una de las tantas preguntas que se le venían a la mente a Lucero.

-Lucero...

Ella estaba sentada en el sofá, y al levantar la cabeza al escuchar que el la llamaba, noto que tenía la mirada un poco triste y a la vez confundida.
Se acercó despacio, temiendo una mala reacción de ella. Y se sentó a su lado.
Espero unos breves segundos. Con un poco de temor le tomo sus manos con la suya.

-Lu, Perdóname.
-Porque?
-Por el mal momento.

Ella sacudió la cabeza, aun con la mirada en sus manos entrelazadas.
Se sentía sin fuerzas y abrumada con todo lo que estaba pasando y sintiendo.

-En realidad la que tiene que pedir disculpa soy yo...
- Y porque?
-Por actuar como una niña.
-Estabas en tu derecho a molestarte.
-Claro que no Manuel.

El tomo su mentón y lentamente le fue levantando la cara, al ver sus ojos, pudo ver la confusión en ellos y todo lo que atormentaba a la mujer que tanto amaba.

-Escúchame Lu, debemos de aclarar las cosas de una vez por todas, para que no sigan pasando estas cosas.
-Manuel – se levantó- hace un tiempo te dije que estaba confundida. No espera –vio que él tenía intención de cortarla. – Déjame hablar. –Manuel asintió y la empezó a seguir con la mirada.- Este tiempo me di cuenta que nunca deje de sentir cosas por ti, pero no sé si lo nuestro puede volver a funcionar. Nuestras vidas artística desgastaron nuestra relación que intentamos salvar durante 2 años. Y no creo que pueda volver a pasar por lo mismo. – Volvió a sentarse junto a él- además ahora los niños sí podrían sufrir.
-Entiendo- dijo levantándose. Sentía que se quemaba al estar cerca de ella.

En realidad no entendía. No sabía para donde iba isa conversación. Lo único que comprendió es que lo quería, pero no estaba dispuesta a intentarlo. Seguramente el tiempo que se estaba dando con su novio iba a ser un par de semanas.

Una vez más estaba confirmando que Lucero prefería la relación cómoda que tenía. Y no la iba a culpar. Porque en cierta parte tenía algo de razón en lo que decía. Si no habían podido salvar su matrimonio, que probabilidad había ahora que las cosas fueran diferentes?

-Entonces, ya no tenemos más que decirnos Lu.
-Como? Manuel – se levantó y camino hasta donde él estaba y se puse enfrente.- Pero quiero saber...
-No Lucerina, no puedo agregar más nada.

Al ver que a esa mujer los ojos se le llenaban de lágrimas, la abrazo y le dio un tierno beso en su cabeza.

-Shhh no llores, tranquila. Mírame, te dije que te entendía, verdad?, porque así es. Yo también tengo miedo, pero no puedo obligarte, aunque me esté muriendo, te amo y lo sabes desde siempre.
-Ay Manuel.

Se empezaron a besar lentamente, mientras las lágrimas de ambos caían. Parecía un beso de despedida, pero ambos sentían en su interior que no iba a ser así.

-Deberías irte. –le dijo el en medio del beso. Ella se abrazó a él con desesperación.
-Lo sé, pero algo me lo impide.

El despacio la saco de sus brazos y le tomo la cara y con el pulgar le seco las lágrimas. Le sonrió con ternura.

-Mi puerta siempre va a estar abierta. Si algún día, estas dispuesta a volver a apostar por lo nuestro con todo lo que significaría, acá voy a estar. Esperándote.

•Eres Inevitable•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora