4. Nacho

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 Miriam llegó a su edificio sin más intención que subir a casa, darse una buena ducha, pedir una hamburguesa enorme con patatas y tirarse en el sofá para ver una película. Pero los planes de Miriam se fueron al traste cuando al llegar al rellano del segundo se cruzó con Nacho.

Nacho no era su novio, tampoco podía considerarse su amigo porque hablar, lo que se dice hablar, hablaban poco. Nacho era ese tío con el que se acostaba de vez en cuando que ni exigía ni permitía que le exigieran. Exactamente lo que quería Miriam. Era un tipo guapo, moreno, siempre bien afeitado, dientes perfectos, las mejores manos que Miriam había visto jamás y con un cuerpazo de escándalo con el que se lo pasaba de muerte.

- Buenas tardes Doctora - dijo dándole la espalda a su vecina.

- Buenas tardes abogado - contestó Miriam, a la que ya no le apetecía darse esa ducha, ni pedir esa hamburguesa, ni tirarse en el sofá. 

No hizo falta más, Nacho abrió la puerta y entró sin cerrar, Miriam le siguió, cerró tras de sí y se encontró a su vecino desnudándose en mitad del salón. - Madre mía bueno está - es exactamente lo que piensa Miriam cada vez que lo ve desnudarse.


Dos horas después Miriam estaba por fin en casa dándose una ducha con una sonrisa en la cara que delataba lo bien que se lo había pasado en el 2ºB.

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