20. La cena

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A las cinco de la tarde del viernes Miriam salió de trabajar, media hora antes había salido Carlos y antes de irse se acercó a ella y le dijo - 21:30, ponte guapa - y salió del hospital sonriendo.

Al llegar a casa se metió en la ducha sin dejar de darle vueltas a la cena de esa noche. - Quien me mandaría a mi a apostar nada con el - dijo en voz alta.

Cierto es que su relación había cambiado completamente, ahora se llevaban bien, seguían vacilándose como antes pero ahora sin malicia, aún así Miriam se sentía muy nerviosa por aquella cena. Cualquiera que los viera pensaría que es una cita y ella quería dejar claro que solo era una cena de colegas de trabajo.

A las 20:30 Miriam decidió que no podía seguir retrasando lo inevitable así que se dirigió al armario. Tenía que decidir que ponerse, no quería arreglarse demasiado, era una cena de colegas, pero tampoco era plan de ir con unos vaqueros. Al final se decidió por un pantalón pitillo negro con una blusa amarilla (su color favorito). Elegida la ropa se dirigió al baño para peinarse y maquillarse, no solía pintarse mucho, no le gustaba y esa noche no sería diferente. 

A las 21:10 Miriam estaba lista. Iba muy guapa, decidió acompañar su modelo con una chaqueta negra y unos botines del mismo color. Llevaba el pelo suelto con ondas, se había pintado un poco los ojos y los labios con un tono claro. 

A las 21.29 Miriam recibió un mensaje de Carlos avisándola de que estaba frente a su casa, había llegado el momento, ya no había forma de librarse de aquella cena ¿por qué estaba tan nerviosa? Miriam no entendía nada. Bajó y salió del edificio y allí estaba el, mirando al suelo distraído. Iba realmente guapo, con un pantalón oscuro, una camisa blanca y una chaqueta. Cuando Carlos levantó la vista se quedó algo pasmado, estaba acostumbrado a ver a su compañera con el uniforme o como mucho en vaqueros y sudadera y siempre con el pelo recogido, ahora estaba preciosa.

- Vaya, estás muy guapa 

- Tu lo pediste y yo cumplo ordenes - respondió Miriam sin saber muy bien que decir.

-¿Vamos? - dijo Carlos abriendo la puerta del acompañante.

Montaron en el coche y fueron directos a un restaurante donde había reservado Carlos. El restaurante Paradise era bastante bonito por fuera y aún mas por dentro, un sitio muy elegante al que Miriam no se le habría ocurrido ni pasar por la puerta, parecía de esos sitios en los que te cobran por dar las buenas noches y su economía no estaba para esos gastos. 

Un encargado los llevó hasta su mesa y les entregó las carta, Carlos pidió un vino y el encargado se fue dejándolos solos.

- Ya verás, en este sitio se come de escándalo. El dueño es amigo mío desde el instituto. -Le comentó Carlos.

Miriam no contestó, no había vuelto a hablar desde que estaban en la puerta de su casa, no sabía que decir, por primera vez en su vida estaba siendo tímida.

- ¿Saben ya lo que quieren cenar? - preguntó un camarero

- Para mí la presa ibérica con salsa de vino y frutos rojos con guarnición de verduras - respondió Carlos.

- Yo... lo mismo pero con patatas por favor. - dijo Miriam no muy convencida.

Un camarero les sirvió vino y otro les dejó un plato con unos entrantes que Miriam no supo distinguir su contenido.

- Entonces... ¿Sueles venir mucho a este sitio? - preguntó Miriam intentando soltarse.

- Sí, la verdad es que suelo venir de vez en cuando. A mi madre le encanta, solemos venir todos los años por su cumpleaños y por el de mi padre, al menos una vez al mes suelo quedar con mi hermano para comer o cenar sin prisas y también elegimos este restaurante.

-Vaya sorpresa lo de esos dos eh, Alma y Víctor, quien lo iba a decir -  Comentó Carlos divertido

-Ya te digo... ya le he dicho a Alma, la voy a matar por no habérmelo contado y por porque por su culpa estoy aquí

Carlos se echó a reír -¿Tan malo es estar cenando conmigo?

- No es malo, es... raro.

Se quedaron callados un momento y Carlos hizo un comentario sobre el hospital, a partir de ahí la conversación empezó a ser fluida. No entraban en temas personales así que Miriam dejó de sentirse rara. El camarero les sirvió y Miriam empezó a comer no muy segura de lo que había pedido pero se sorprendió, aquello estaba buenísimo, al igual que el postre de chocolate con nombre impronunciable que le sirvieron luego.

Miriam se lo pasó muy bien con Carlos, hablaron sobre todo de trabajo aunque el le comentó alguna cosa personal, como que, su hermano es veterinario y que lleva tiempo intentando convencerlo para que adopte un perro.

- Con la vida que llevo es complicado tener un perro, requieren mucho tiempo y dedicación - le dijo Carlos.

- A mi me encantan los perros, en Cádiz, en casa de mis padres tenemos 3, a veces les echo más de menos a ellos que a mis hermanos - rio Miriam.

-¿Cuantos hermanos tienes?

- Cuatro, yo soy la mayor junto a mi hermano Jose, somos mellizos.

Carlos pagó la cuenta y salieron del restaurante. Tenían que cruzar la calle para llegar hasta el coche pero el no quería que se acabara la noche tan pronto. 

-¿Alguna vez has visto este parque en plena noche? es precioso - comentó el y desvió su camino entrando en el parque.

Miriam lo siguió, quería volver a casa pero a la vez se sentía muy a gusto con su compañero.

- Así que 4 hermanos, ¿todos chicos?

- Sí, como dice mi abuelo, soy la única hembra de la camada.

- Jajajaja ¿Les echas de menos? 

- Mucho, somos una familia muy unida, cuando les dije que me venía a Madrid hubo un poco de drama, pero bueno, saben que soy feliz así que ellos son felices.

-¿Hay algún médico más en la familia?

-Pues la verdad es que no, todos son profesores, de Música para ser concretos.

Los dos compañeros estuvieron un rato hablando de sus vidas mientras paseaban por el parque, cuando se dieron cuenta llevaban casi dos horas dando vueltas. Eran casi las dos de la mañana, Miriam tenia guardia al día siguiente y, por muy bien que se lo estuviera pasando debía irse a casa.

Carlos la llevó hasta su casa, se bajó del coche y la acompañó hasta el portal, le dio dos besos en las mejillas y volvió al vehículo. Miriam subió a su piso con una sonrisa, no había estado tan mal la cena con su compañero, al final iban a poder ser buenos amigos.

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