12. La Tarjeta

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Al día siguiente Miriam salió de casa para ir a trabajar y antes de salir a la calle abrió el buzón para ver si había algo. Sacó 4 cartas, el banco, el teléfono, publicidad y al ver la cuarta se paró en seco. Era una tarjeta, con la dirección de un restaurante firmada por Eddie T. 

A Miriam le costó salir a la calle, se sentía vigilada. Una vez fuera se dirigió con paso ligero a la parada del autobús sin dejar de mirar de un lado a otro. 

En hospital Alma notó que a su amiga le pasaba algo, estaba un poco pálida y parecía distraída. Estaban en la cafetería comiendo algo y Miriam solo asentía con la cabeza, ni siquiera probaba bocado.

- Miri estás bien? - preguntó con preocupación 

- Sí, si perdona, tengo la cabeza en otra parte.

- Ya veo, llevas toda la mañana igual, tienes mala cara.

- Ayer recibí 4 ramos de rosas, una caja de bombones y un peluche gigante en mi casa - soltó Miriam- y hoy me he encontrado esto en el buzón.

Miriam le entregó la tarjeta a su amiga que la leyó con la boca abierta.

- Esto tienes que denunciarlo Miriam, ese tío ha tenido que seguirte desde el hospital para saber donde vives.

- Ya y ¿sabes lo que me va a decir la policía? que mandar flores no es delito. Esos solo trabajan si hay agresión de por medio.

Acabaron de comer y fueron a seguir cada una con su trabajo. Miriam intentó no pensar en ese inglés y Alma no pudo quitárselo de la cabeza. Tanto así que esperó una hora en un banco en frente del hospital hasta que salió su amiga. No podía dejar que volviese sola a casa. Esa noche, Alma durmió en casa de Miriam. Aunque Miriam no pudo pegar ojo, no dejaba de pensar en la maldita tarjeta, en las flores, los bombones, el peluche... no podia dejar de pensar en que ese tipo conocía su dirección.

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