8. El inglés

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Llegó febrero, habían pasado 7 meses desde que Carlos llegó al hospital y su relación con Miriam seguía siendo la misma, aunque en los últimos tiempos el había empezado a emplear el mismo tono borde que ella así que la mayor parte del tiempo se ignoraban. Y Carlos empezó a rechazar las invitaciones de quedadas cuando Miriam se apuntaba a ellas.

- Al final ¿quién se apunta para la fiesta de disfraces? - Preguntó Alma. Todos los años en febrero algunos empleados del hospital organizaban una fiesta de disfraces para celebrar el carnaval.

- Cuenta conmigo - dijo Miriam encantada, le encantaba el carnaval y, ya que ese año no podía ir a Cádiz a disfrutar de lo bueno, al menos se divertiría con sus compañeros.

- Bien. - dijo su amiga apuntandola en la lista - somos 15 de momento, tengo que subir a rayos a preguntar a los de allí.

- Sois 14, a mi puedes borrarme, no voy a ir. - comentó Carlos mientras buscaba en un fichero.

- Siempre que voy yo vas tú y te desapuntas... Al final voy a pensar que tienes algo en mi contra. - Dijo Miriam con sorna.

- Bonita, no eres el ombligo del mundo, me han salido planes mejores que ir a una ridícula fiesta de disfraces. - Replicó Carlos.- Por cierto... No hace falta que te esfuerces en comprar nada, el disfraz de bruja lo llevas incorporado. - Y se marchó por donde había venido dejando a Miriam completamente descolocada y a Alma con una carcajada contenida.

Miriam pasó las siguientes dos horas pensando en la contestación de Carlos. Últimamente se ignoraban bastante y no era normal que el le diese ese tipo de cortes habiendo gente delante. Quizás Alma tenía razón en lo que le dijo hace un par de meses; "Al final el chico se va a cansar y te va a pagar con la misma moneda" al parecer ya se había cansado, pero Miriam no podía dejar de ser antipática con el, aunque quisiera, no le salía. Seguía viéndolo como un chulo prepotente... El pensamiento de Miriam quedó interrumpido por la llegada de una ambulancia.

Sus compañeros traían a un chico de 35 años que había sufrido una aparatosa caída. Después de una revisión, Miriam, mandó al paciente a hacerse unas pruebas para determinar el grado de la lesión. No parecía que hubiese nada roto. Y efectivamente no lo había.

- Tiene un esguince de grado dos, vamos a vendarle bien el tobillo y tendrá que hacer reposo.- Le comunicó Miriam a su paciente que  la miraba embelesado, como si tuviese delante al ser más hermoso del mundo.

- ¿Me hará usted un seguimiento? ¿Y también la rehabilitación? - dijo con un tono inglés muy gracioso.

- Le veré en 15 días para ver cómo sigue su pie pero no haremos un seguimiento exhaustivo. - contestó con profesionalidad.

- Que pena... ¿y no podría ser antes? ¿esta tarde por ejemplo? - preguntó el el paciente con una sonrisa.

- Me temo que no, tengo mucho trabajo - Miriam no quiso ser brusca, estaba claro que aquel inglés intentaba ligar con ella pero ella era una profesional y no se le pasaba por la cabeza tener nada con un paciente.

- ¿Mañana quizás?  me gustaría agradecerle el trato que me ha dado, conozco un restaurante que tiene la mejor comida china que habrá probado jamás - insistió el inglés. - 

- No lo dudo señor... - dijo Miriam, quien no había probado la comida china jamás y tampoco tenía intención de hacerlo .

- Eddie, por favor llámeme Eddie -  la interrumpió.

- Bien pues, no lo dudo Eddie, pero no salgo con pacientes. - dijo Miriam de la forma menos seca posible - voy a prepararle el alta y podrá irse. - y salió de la sala seguida por Alma quien había presenciado toda la escena aguantándose la risa.

- Vaya cara que tiene el tío, no se corta un pelo - dijo Alma riendo.

- Ya, lo que me faltaba a mi, liarme con un inglés.

Diez minutos después Miriam entró de vuelta en la sala donde estaba su paciente con el parte de alta. 

- Aquí tiene el alta. Dentro de 15 días vaya a su medico para que le revise, así no tendrá que venir hasta el hospital. - Dijo Miriam entregándole los papeles a su paciente.

- Me gusta venir al hospital - contestó éste con media sonrisa.

Miriam llamó a un celador para que lo acompañase a la salida poniendo como excusa tener que ir a ver a otro paciente. Se despidieron y Miriam se sintió aliviada por no tener que volver a ver a ese tipo, no sabía el por qué pero aquel inglés no le había dado buena espina.



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