14. Tienes que ir a la policia

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Pasaron los días y Miriam seguía con la sensación de que alguien la vigilaba. En realidad no era una sensación, sabía que había alguien vigilándola. En su buzón seguían apareciendo tarjetas de vez en cuando.

- No puedes estar así Miriam, eso es acoso, tienes que ir a la policía - Le dijo Alma muy seria.

En ese instante Víctor apareció por allí - ¿Para que tienes que ir a la policía?.

- Para nada, nadie tiene que ir a la policía. - contestó Miriam de mal humor marchándose de allí.

Ante la cara de extrañeza de Víctor, Alma contestó a su pregunta. - ¿te acuerdas del paciente inglés que tuvo Miriam hace un tiempo?

- ¿El que le mandaba flores?

- El mismo. ahora las flores y los demás regalos se los envía directamente a su casa.

- ¡Que dices! 

- Y no solo eso, también le deja notas en el buzón y ella tiene la sensación de que la siguen de vez en cuando. 

- Esto no es ninguna tontería, debe denunciar antes de que vaya a más.

- Lo se. - dijo Alma con tristeza antes de seguir con su trabajo.

Miriam también lo sabía, por eso había ido el día anterior a la comisaría a interponer una denuncia. Pero después de que el agente que la atendió se echara a reír y dijera "Señorita por favor, mandar flores no es delito. Aquí tenemos cosas mas importantes." supo que no serviría de nada volver a intentarlo. Evidentemente esto no podía contárselo a Alma, aunque parezca muy calmada si se entera algo así se cuela en la comisaría y de arranca la cabeza al poli. 


Víctor se dirigió a la cafetería a ponerse un café y allí se encontró con Carlos. Dudó si contarle o no lo que acababa de descubrir pero, teniendo en cuenta la relación entre esos dos y que Alma se lo había contado en confianza, decidió callar.

- Me vas a tomar por loco pero estoy empezando a echar de menos que Miriam se meta conmigo. - dijo Carlos con una sonrisa.

- Un poco mal de la cabeza si que estás 

- No, hablando en serio... Algo le pasa, lleva días con muy mala cara y si intento sacarla de quicio solo me mira y se larga. 

- Pues no se tío, se habrá cansado de estar siempre a la gresca contigo.

- Ya... Será eso. - pero a Carlos no le convenció la opinión de su amigo.

Esa noche, al salir de trabajar Carlos paró a Miriam cuando iba a la parada del autobús, e hizo que ella se diera un susto enorme.

- Perdona, no quería asustarte.

- Pues no abordes así a la gente.

Estaba claro que no había empezado bien la cosa - ¿Estás bien? - preguntó Carlos - últimamente no pareces muy... tú.

Miriam arqueó una ceja - ¿Muy yo? ¿eso es bueno o malo?

- Pues la verdad no se que decirte - contestó Carlos sonriendo - ¿Vas a coger el autobús? Puedo llevarte a casa si quieres, hoy he venido en coche. Verás, llevo un tiempo pensando y creo que tu y yo podríamos llevarnos bien, incluso podríamos llegar a ser amigos.

- ¿Tu y yo amigos? Já ¡sigue soñando! -Y dicho esto siguió su camino hacia la parada del autobús dejando a Carlos plantado y ajena a dos ojos que la veían desde el otro lado de la calle.

¡Sigue soñando!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora