10. La Fiesta

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El 11 de febrero era el día de la fiesta de disfraces. Miriam tenía el día libre y había quedado en casa de Alma para salir de allí directas a la fiesta. 

Miriam siempre ponía mucho empeño en sus disfraces, no le gustaba ir de cualquier forma y ese año no iba a ser menos. se había comprado el disfraz de uno de sus personajes favoritos; Sally, de Pesadilla antes de navidad y había empezado a maquillarse dos horas antes de salir de casa de Alma. Su amiga iría disfrazada de Mérida, su personaje favorito de Disney.

A las 21.30 las dos amigas salieron de casa para ir a El Búho, habían alquilado la planta de arriba del local para la fiesta y allí se encontrarían con el resto de sus compañeros. 

Víctor iba de pirata, Eva de demonio, lo de Vicente era difícil de descifrar, parecía una mezcla de león y persona... algo raro. En la fiesta había bastante variedad de disfraces, había princesas, ángeles, mendigos, hippies, superhéroes, y un Indiana Jones que a Miriam le sorprendió ver allí y que no era otro que Carlos, a quien al parecer Víctor había convencido para asistir a la fiesta asegurándole que lo pasaría genial.

Carlos fue a la fiesta sin estar muy convencido de lo que le había dicho Víctor pero necesitaba salir y sus amigos de siempre se habían convertido en un auténtico coñazo. No le apetecía estar allí, sabía que Miriam estaría y no quería que la enemistad entre ambos le estropeara la fiesta a nadie. 

Por su lado Miriam decidió no acercarse a el en toda la noche, no había necesidad de aguarle la fiesta a nadie, ni siquiera a el. Así que fue a por una copa y pasó la noche bailando y comiendo canapés que alguien con muy buen gusto había encargado. 

Las horas fueron pasando y Miriam no paró de bailar, beber, comer y reír con sus compañeros, se llevaba bastante bien con la mayoría de ellos, de hecho, solo se llevaba mal con uno. Y precisamente, ese con el que se llevaba mal, no paraba de buscarla entre la gente, le sorprendía que no tuviese ningún problema con nadie más. Daba gusto ver como los demás reían con ella.

A las 2 de la madrugada Miriam decidió descansar un poco de tanto baile y fue con Alma hacia una mesa libre que había en una esquina. Se sentaron en los cómodos sofás y echaron mano de un cuenco de frutos secos que tenían cerca. Estaban hablando cuando se les acercó Víctor acompañado (visiblemente a la fuerza) por Carlos.

- Creo que es la mejor de todas las que hemos organizado hasta ahora - comentó el celador sentándose junto a Miriam mientras Carlos lo hacía junto a Alma.

- Sin duda, hay muy buen ambiente, el año pasado había un mal rollo increíble por culpa de Bel y Gustavo. - respondió Alma.

- ¿Quiénes son esos? No les he conocido - preguntó Carlos.

- Ni lo harás, dejaron el hospital un mes antes de que tu llegaras, de hecho tu estas ocupando el puesto que dejó Gustavo - le contestó Miriam, algo que sorprendió a los otros tres, era la primera vez que Miriam se dirigía a Carlos sin usar un tono borde o mordaz.

- Estaban juntos, hasta que el quiso dar un paso más y ella se echó atrás y lo dejó. El se quedó bastante tocado, la verdad es que todos nos pusimos de su parte, lo apoyamos mas a el que a ella. Si vino a la fiesta fue porque ella dijo que no iba a venir y cuando llevaba en ella un rato no solo la vimos entrar sino que venia con otro tío, uno que trabajaba para la seguridad del hospital desde hacía poco. - Contó Víctor.

- Fue muy incomodo para todos, Gustavo era muy buen tío y aquello era como una humillación. Bel se pasó la noche bailando y bebiendo con el otro pero a la vez no paraba de buscar a Gus con la mirada. Al final el segurata se dio cuenta de que lo había llevado allí para putear al otro se montó la de Dios. - continuó Alma.

- Y ese es el motivo por el que este año tuvimos que buscar un sitio nuevo en el que hacer la fiesta. Después de ver como les dejamos aquello el dueño del otro local no quiere vernos ni en pintura - finalizó Víctor.


Durante varias horas más los cuatro estuvieron hablando de todo un poco, contando anécdotas del hospital y echando unas risas. Miriam y Carlos hicieron una tregua en sus ataques continuos y pudieron disfrutar de la noche con sus amigos.  Eran las 6 e la mañana cuando Miriam llegó a su casa, se dio una ducha y se metió en la cama. Hasta el día 15 no tenia que volver al trabajo.


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