Owen

583 55 29
                                    

Lo observé por segunda vez y sonreí, satisfecho, tener este papel en mis manos era un logro... Lo había logrado, mamá, di un suspiro. Sentí posarse unas manos sobre mis ojos, sonreí involuntariamente sabiendo quién era, me giré tomándola por la cintura.

—Sabia que lo lograrías, ten —me pasó un tarjeta de felicitación, la tomé.

—¿"Lo siento, será para la próxima..."? —leí arqueando una ceja.

—¡Ups! Tarjeta equivocada —me la quitó y me pasó otra que tenía en su bolsa, sonrió inocente.

—Menos mal y sabías que lo lograría —rodé los ojos, divertido.

Se encogió de hombros.

—Más valía prevenir... En fin, hay que celebrar que hoy eres ya el doctor Owen Marshall —alzó sus cejas y las bajó repetidas veces.

—Cariño, aún no soy doctor.

—Para mí ya lo eres, siempre me has cuidado así que cuenta —besó mis labios— ¿Quieres ir almorzar? Tengo hambre...

—Tú siempre tienes hambre, Mar —reí, me vio feo.

—A que me voy yo sola a comer...

—No, mentira, cariño —agarré su mano y caminamos hasta un restaurante de pizza.


Sí, un gran lugar para celebrar... Lo importante es que la tenía a mi lado, hoy y siempre.

—Quiero doble queso —sonrió dulcemente, era tan hermosa.

—Lo sé, cariño.

Pedí nuestra orden y chocolate para Mar, empecemos a comer mientras hablábamos cosas triviales del día.

—Por cierto, si quieres hacer algo aprovecha porque no todos los días consigues el certificado para ser doctor.

Me lo pensé por un momento y entonces la vi comer despreocupadamente, siendo feliz ahí y entonces entendí que mi única felicidad era ella, quería pasar el resto de mi vida a su lado, sonríe viéndola fijamente, ella se dio cuenta y frunció el ceño.

—¿Qué? ¿Tengo algo en la cara o por qué me miras con cara de idiota?

Rodé los ojos, tan linda era, reí.

—Solo que me acabo de dar cuenta que pasar tiempo contigo es mi mayor felicidad —se sonrojo.

—Sí eres cursi, Owen...

—Quiero que te cases conmigo —la interrumpí, empezó a toser repetidas veces, abrió los ojos de más y me vio sorprendida.

—¿Qu-é? ¿D-de qué estás hab-lando?

—Ya lo oíste, quiero que seas mi esposa —repetí muy serio, ella empezó a reír nerviosamente.

—No juegues, Owen —me observó nerviosa— ¿Es-estas hablando en serio?

—Nunca había dicho algo tan en serio, cariño... ¿Aceptas? Sé que tengo que darte un anillo, pero me salió espontáneo, no lo planeé... Pero sé que quiero que nos casemos.

—¿Son mis nervios o hace calor aquí? —se abanicó con su mano derecha, respirando agitada.

—Dame una respuesta, Mar, ¿Quieres ser mi esposa? —sonreí esperanzado.

—Es una locura, yo... —tragó saliva— sí, acepto, sí quiero, Owen.

—Entonces, vamos... —le extendí la mano.

Marshall: El Origen De La Maldición -Sin Editar-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora