Ewan

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Había convencido a mí padre y Owen sí podría venir con nosotros al casino, con la condición de que se comportara, él estaba emocionado mientras yo estaba normal, como ya había ido.

— ¿Estás listo? — inquirí hacia él.

— Desde hace una hora — sonrió como siempre solía hacerlo, yo le iba a quitar esa maña de estar sonriendo a cada rato, era estúpido.

Bajamos y nos subimos al auto, Owen iba viendo por la ventana cuál niño pequeño.

— Espero y no me hagas pasar vergüenza, Owen — advirtió mi padre, él giró a verlo con el ceño fruncido.

— No lo haré, no doy vergüenza a nadie — aseguró Owen, con expresión neutra. Evité una sonrisa de orgullo, Owen había respondido bien.

Mi padre lo quedó viendo por un momento, dio un suspiro y encendió un porro.

Al llegar nos bajamos y entramos al casino, como siempre estaba lleno de hombres jugando y apostando, mujeres desnudas bailando en una tarima. Owen tenía una sonrisa enganchada, la cual se fue desvanecido al contemplar el lugar, frunció su ceño y giró a verme.

— ¿Este es el grandioso lugar de el que me hablaste? — preguntó confundido.

— ¿Sí, por qué? — arqueé una ceja — ¿No te gustó?

— N-no, pensé que era diferente — tomó su cabeza e hizo una mueca — quiero irme de aquí...

— Owen, tú quieras venir así que ahora no puedes hacer nada más que comportarte — le informé — ven, te explicaré lo que se hace aquí.

Lo guíe hasta la el despacho de mi padre, el cual algún día sería mío y le comenté a mi hermano lo que debía hacer.

— No me agrada, yo me voy — se levantó y salió corriendo.

Mierda.

— ¡Owen! — lo llamé pero no hizo caso, fui tras él. Salí del casino y no estaba por ningún lado — ¡¿Owen, donde estas?! — lo busqué con la mirada, hasta que lo vi cerca de una escuela, corrí hacia él, pero lo volví a perder.

Habían muchos niños jugando así que se me hacía difícil hallarlo. Me adentré más, de pronto escuché un sollozo, giré sobre mis talones y vi a una niña de cabellos negros y pálida llorando bajo un árbol. Fruncí el ceño ¿Qué le pasaba? Sea lo que fuese no era mi problema. Me iba a ir, sin embargo ella volvió a sollozar y mi corazón se estrujó, decidí por acercarme.

Estaba abrazando una muñeca, la niña era hermosa.

— ¿Por qué estás aquí sola? — me atreví a preguntar, ella me vio, al ver sus ojos supe que esa niña era especial — ¿Estás llorando?

Era una pregunta estúpida porque a leguas se le notaba que estaba llorando pero no sabía el porqué me sentía extraño.

— Los niños dañaron mi muñeca y nadie quiere jugar conmigo, piensan que soy rara — Su voz tembló con tristeza, su voz era hermosa

— No llores, mira — agarré su muñeca y en un ágil movimiento la arreglé — ya está hermosa de nuevo como tú — sonreí sin poder evitarlo, ella logró hacerme sonreír — ¿Quieres jugar? — le extendí mi mano derecha, ella dudó un momento pero finalmente tomó mi mano sonriendo.

Olvidé a Owen por completo y jugué con la niña que parecía muñeca, me divertí y la hice reír, cada que pasaba más rato con ella me di cuenta que la quería a mi lado por siempre, sonará loco pero creo que me enamoré.

— ¿Cuál es tu nombre? — pregunté después de haber jugado.

— Adeline...dijo con voz tímida, un nombre digno para una niña hermosa como ella.

Que nombre tan hermoso —  le sonreí de manera agradable.

— Y ¿Cuál es el tuyo? — preguntó curiosa.

— Soy Ew... — sin embargo antes de poder decirle mi nombre mi padre llegó y me tomó con firmeza del brazo, mi corazón latió con un poco de miedo.

— ¡Oye! — la niña corrió hacia mí, mi padre le dio una mirada fulminante y me arrastró.

— ¡Tranquila Adeline te voy a volver a ver, es una promesa! — grité antes de que me metieran al auto.

Así me cueste, ella sería mía y nadie lo impediría...

(...)

— ¡¿Se puede saber por qué se fueron del casino sin mi autorización?! — bramó mi padre sumamente enojado.

Owen lloró y bajó la mirada, mientras que yo tenía expresión neutra.

— L-lo siento, papi...

— ¡Padre! — lo corrigió, haciendo que diera un respingo del susto — ¡Les daré una lección para que aprendan a obedecer!

Se quitó su correa y enrolló una parte en su mano y la otra la dejó para pegarnos.

— ¡Ni se te ocurra pegarles a mis hijos! — chilló mi madre y se puso en el medio.

— Mami — Owen la abrazó, llorando — lo siento, fue mi culpa.

— No fue tú culpa, fue mía — afirmé con seriedad, mi padre giró a verme furioso — lo lamento padre, aceptaré mi castigo...

Él me dio un golpe con la correa, no me moví ni lloré ¿Me dolía? Pues claro que me dolía, sin embargo debía ser fuerte. Me dio otro golpe más fuerte, cerré los ojos.

— ¡Ewan! — chilló Owen y me abrazó, quedó de espalda hacia mi padre.

— ¡Owen, quítate! — bramó mi padre, él se negó.

— Vamos hermano, quítate esto no me duele — lo moví, pero él seguía negándose a quitarse.

— ¡No, también ha sido mi culpa! — informó y mi padre le dio un correazo, Owen se aferró a mí y sollozó.

Mi corazón palpitó con intensidad, lo abracé y le di la vuelta quedando yo de espalda hacia mi padre, yo podía aguantar, él no... él era débil yo no.

— ¡Basta! — mi madre agarró el brazo de mi padre para que no siguiera golpeándonos — ¡No dejaré que los lastimes, conmigo puedes hacer lo que se te plazca pero a ellos no! — bramó y giró a vernos —  Maribelle llévate a los niños...

Mi nana nos tomó de la mano a cada uno y subimos las escaleras, nana nos hizo que nos cambiaramos la pijama y nos acostó. Nana tranquilizó a Owen y le leyó un cuento para que dejara de llorar.

Abajo se escuchaba los gritos de dolor de mi madre, sin embargo mi mente no le estaba prestando atención, ni al cuento que nana contaba, mi mente estaba en aquella niña de rizos negros, piel pálida, mejillas coloradas, labios rosados y ojos hermosos... ella me cautivó, no podía dejar de pensar en ella... era perfecta para mí.

Nota

Amé escribir este cap xd espero y les haya gustado, voten y comenten!!!

Nos leemos luego, besos!!!

Marshall: El Origen De La Maldición -Sin Editar-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora