Ewan

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El irritante golpeteo de la pelota de goma contra la pared, me estaba haciendo perder la paciencia. Tenía un montón de papeles por revisar y no podía por no estar concentrado. Di un suspiro, cansado, giré mi cara hacia él.

—Owen, por quinta vez, deja de hacer eso —hablé entre dientes— no me dejas concentrar y necesito acabar esto.

Él simplemente me ignoró como las veces anteriores y siguió lanzando la pelota, bufé parándome de la silla, fuí hacia él y le arrebaté la tonta pelota. Giró a verme, sonrió mostrando sus dientes, era una sonrisa desquiciada la verdad.

—Te hice estresar, ¿Verdad? —se levantó del suelo— bueno, ahora dame mi navaja y me iré.

Lo vi mal, Owen me había sorprendido hace unas semanas cuando lo hallé asesinando a una mujer, la violaba y apuñaleaba de una manera enferma, no era que me molestará en sí, sino que nunca creí que el Owen débil y amante de las mujeres estubiera haciendo aquello. Cuando pasó lo de Mar todo en él cambió, fue como si ese día hubiera muerto y renacido siendo esto que era ahora, un monstruo...

Le había quitado la navaja porque ya había matado y violado a más de siete mujeres, era muy arriesgado, no sabía exactamente que ganaba haciendo eso, pero según él "Saciaba su sed de deseo" supuestamente era un doctor y las pacientes que iban a su consultorio terminaba matándolas, estaba vuelto loco, pero eso era un gran orgullo para mí, verlo ser así me alegraba, no como era antes, ese tonto Owen sin gusto alguno no lo quería más.

—Toma tu mugrosa navaja y déjame en paz —rodé los ojos dándole la navaja, regresé a mi escritorio.


—¿Ves? No era tan difícil —rió de esa manera exagerada que ahora solía hacer—iré a divertirme un rato, vuelvo más tarde.

No le respondí y salió dejándome solo, con el montón de trabajo por hacer, di un suspiro fatigado y me puse manos a la obra.

∆∆∆

Bajé de la gran camioneta, con cuidado de no ser visto, medio corrí con el arma escondida y justo cuando estuve a unos pasos de él, le apunté y disparé sin mucho pensarlo. Sonríe.

—Limpien la basura —les ordené a mis hombros, los cuales veían el cuerpo con asco.

Eso le pasaba a las personas que intentaban burlarse de mí, a mí nadie me veía la cara de idiota, primero porque no la tenía y segundo porque era Ewan Marshall así de simple. Volví a la camioneta, volví a Divina obsesión, debía terminar el trabajo al fin tener a Adeline conmigo, estaba ejecutando mi magnífico plan, nada podría salir mal.

—Señor, el oficial Maximus lo espera afuera de su oficina —me informó Danna una de las bailarinas. Hice un asentimiento de cabeza y seguí a la oficina.



—Maximus, que bueno tenerte acá —hablé cuando estuve cerca de él, giró a verme.

—Ewan —estrechamos manos— he sacado un tiempo de mi agenda nada más por tu llamada.

—Es bueno saberlo, entremos a la oficina —abrí la puerta y nos sentamos—dime, ¿Qué quieres beber?

—Una champagne estaría perfecto, gracias.

Hablé por el teléfono pidiendo una botella y dos vasos, al minuto Halsey la trajo con su típica movedera de cadera, Maximus no disimulo en nada, su mirada estaba pegada a su muy bien formado trasero y eso a ella le fascinaba, rodé los ojos. Luego de que se fuera pude establecer conversación con él.

—Peter, Den, Wesker ya están en la jugada, solo faltas tú que eres el que tiene el rango más alto en la comisaría, si es así, todo estaría perfecto —bebí de mi champagne, él hizo una mueca desviando la mirada.

Marshall: El Origen De La Maldición -Sin Editar-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora