Owen

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Estaba viendo cada gota derramarse por la ventana; afuera lluvia a cántaros y toda mi atención estaba en ver la lluvia a través de mi ventana. La oscuridad de la habitación hacia poner más tétrico el lugar. Mi respiración era suave y lenta, estaba calmado, sin embargo, por dentro era todo un caos.

—* ¿Owen? , soy otra vez yo... —se escuchó un silencio— por favor contesta, estoy preocupada por ti... solo... responde... — se cortó el mensaje de voz.

Di un suspiro y cerré los ojos, Mar no paraba de llamarme, no le respondía, no podía, simplemente... no me daba para hablar con ella en estos instantes. Sé que estaba mal, debía hablarle y decirle mi situación pero, no podía.

Tomé un trago de alcohol sintiendo mi garganta arder, de lo fuerte que era. Quería pasar todo lo que quedaba de día aquí y quizá, muchos días más.

Me sentía tan cansado, tan mal... no podía dejar de pensar en lo sucedido.

¡Lo maté!

Sentía tanto miedo, ¿Cómo pude? No pude controlarme y ahora por mi culpa mi madre estaba muerta... Sentía mucha impotencia y culpa.



—* ¡Owen! ¡Me cansé de estar preocupada por ti, ahorita mismo voy a ir a casa y espero y tengas una buena excusa, idiota! — se cortó, giré a ver el teléfono y tragué saliva.

Me levanté a paso lento y lo tomé con desgana. Tenía muchos mensajes y muchas llamadas perdidas, di un bufido y lo estampé contra la pared haciendo que se quebrara. Tiré todo lo de mi habitación con frustración, tenía mucha desesperación, no sabía que hacer así que me desquite destrozando todo a mi alcance.

(...)

— ¡Mamá, no, no, no! — chillé y tomé su rostro con mis manos — ¡¿Por qué lo hiciste, Ewan?! — giré a verlo con dolor y rabia.

— Era lo mejor, ella era una mala agradecida y si no la mataba iría a la policía y te meterían a prisióninformó, ¿Sería capaz...? — Lo hice por bien, Owen...

Negué, no, no quería que muriera, no por mi culpa. De repente todo se empezó a tornar negro, no podía ver con claridad, mi cabeza dolía. Me sentía mareado, confundido ¿Qué había pasado? ¿En donde estaba?

— ¡Owen! — giré en busca de la voz — ¡Me mataste, Owen!

¿Qué...? No, no, no.

— ¿Mamá? ¿En donde estas? — fruncí el ceño, no la conseguía.

Marshall: El Origen De La Maldición -Sin Editar-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora