El repetido y rítmico sonido de la pelota de goma contra la pared era lo único que se escuchaba en la oscuridad de mi habitación. Estaba recostado sobre una pared mientras que lanzaba la pelota.
Cerré los ojos con cansancio, pero no físico.
"—Eres sólo un estorbo, Ewan es perfecto, tú ni siquiera le llegas a los talones..."
Odiaba a mi padre, lo detestaba de tal manera que mi mente me impulsaba a veces a cometer algo de lo que me podría arrepentir, aunque ¿Me podría arrepentir de acabar con la miserable vida de mi padre? Creo que no, ya que era lo que deseaba, imaginarme su sangre en mis manos me excitaba de una manera abrumadora.
¿En qué momento me había convertido así? Era frustrante, parecía que un nuevo Owen quería opacar al antiguo Owen. Temía de ello, sentía que iba a enloquecer. No quería tener la misma actitud patética de Ewan.
— ¿Owen? ¿Cariño, estás aquí? — inquirió mi nana, tocando la puerta. No respondí, no porque no quería, sin embargo era porque no me salía la voz — voy a entrar — la puerta se abrió y por ella entró una de las personas que más amaba.
Me buscó con la mirada y cuando me halló dio un suspiro de pena, se acercó a mí y se sentó a mi lado. Posicioné mi cabeza en su hombro y ella empezó a acariciar mi cabello de manera gentil.
— ¿Por qué mi padre no me quiere, nana? — inquirí con voz áspera — ¿Qué hice mal?
— No has hecho nada malo, Owen — musitó — solo que no puede soportar que seas tan diferente a como él quería que fueses — explicó, acariciando mi cabello.
— ¿Tengo que ser una mierda para que me quiera? — fruncí el ceño — si es así, prefiero su odio.
— No te preocupes mi niño, tienes a más personas que te aman, yo y tú madre por ejemplo — sonrió, le devolví la sonrisa.
Ella tenía razón, no me iba a dar mala vida solo porque el imbécil de mi padre no me quiere, no me importa porque tengo a mi madre, la cuál protegeré a toda costa.
— Gracias, nana eres como una segunda madre para mi — besé su mejilla y ella rió y apretó unas de mis mejillas — ¡Nana, ya no soy bebé para que hagas eso! — me quejé, riendo.
— Aunque tengas dieciséis años para mí sigues siendo un bebé — volvió a apretar mi mejilla, rodé los ojos divertido — ahora bajemos ¿No tienes hambre?
— No — negué y la ayude a levantar — Tengo que salir, nana — informé, tomé mi chaqueta negra y me la puse.
— Owen, últimamente has estado saliendo mucho ¿A donde vas? — arqueó las cejas y me vio con interrogación.
— Con unos amigos por ahí — desvíe la mirada — es decir, no hago nada malo, no te preocupes...
Ella no me vio muy convencida, pero decidió creer. No quería decirle lo que estaba haciendo, no era malo pero a ella no le gustaría saber que hacía w carreras en motos. Salí de mi habitación y pase por la de mi madre, estaba sentada viendo hacia afuera. Su mirada estaba perdida, triste, no era feliz.
— Tranquila mamá, pronto te sacaré de aquí — susurré y me alejé.
Me subí a la motocicleta, la encendí y me fui. Al llegar al lugar acordado vi como todos estaban listos.
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Marshall: El Origen De La Maldición -Sin Editar-
Fiction généraleEwan y Owen Marshall tan idénticos pero tan diferentes a la vez. Ewan: arrogante, frívolo, controlador, compulsivo, mientras que Owen era todo lo contrario, dulce, amable, divertido y hasta romántico, sin embargo, la envidia de Ewan al ver que era d...