Ewan

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— ¿Me estás diciendo que sufre de asma? — inquirí, fruncí el ceño, no me lo esperaba.

— Sí, la estuve vigilando y siempre se la pasa sola, creo que sus compañeros se burlan de ella por eso — informó, el hombre que había contratado para investigar sobre Adeline.

— ¿Qué más? — arqueé una ceja, interesado en el tema.

— Tiene 10 años, solo tiene una hermana y es mayor, sus padres son unos importantes y reconocidos empresarios en Alemania, solo tiene una amiga — terminó de informar, tomó un sobre, me lo extendió — esas son las fotos, también está la dirección de su casa y escuela — tomé el sobre y mi corazón se aceleró.

— Bien, gracias por tus servicios — le di su paga, se dirigió a la puerta, llamé su atención — ah, y que mi padre no se entere de nada de esto ¿Okey?

— Como quiera — asintió y se marchó.

No quería que mi padre se diera cuenta de que investigue sobre una chica, él decía que las mujeres eran una pérdida de tiempo, que eran unas desagradecidas.

— ¿Por qué golpeas tanto a mi madre? — me atreví a preguntar, giró a verme con aburrimiento.

Porque es una maldita mala agradecidademandó seguro, tragué saliva.

— No, no entiendo...

— Mira, hijo te explicaré — me interrumpió — las mujeres son una pérdida de tiempo, nunca están agradecidas con nada, no ves a madre... le di todo ¿Con qué me paga? Con su mal comportamiento, con su rechazonegó con la cabeza e inhaló de su cigarroPor eso es que tienes que ser duro con ellas, no cometas la estupidez de enamorarte porque vas a sufrir y ellas son las que merecen sufrir ¿Entiendes?

Pensé por un segundo ¿Tenía razón? ¿Todas las mujeres eran así de desagradecidas? Fruncí el ceño, tendría que descubrirlo.

Entiendo, padre — sentígracias por decirme... — le sonreí, el me dio un golpecito en el hombro.

Joder, si mi padre se enterase que me enamoré de Adeline me iba a matar. Di un suspiro y abrí el sobre. Una sonrisa se dibujó en mis labios al ver a Adeline. Estaba sentada en una banca mientras comía una manzana, en otra iba caminando mientras abrazaba unos libros, en otra veía hacia el cielo... en todas parecía una hermosa muñeca.

Aunque en ninguna de las fotos sonreía para mí se veía increíble, no podía con esta sensación, quería tenerla a mi lado para siempre... y sí, era menor que yo por unos años pero eso no me importaba en lo absoluto, en el amor no había edad y ella sería mía, mi muñeca...

Marshall: El Origen De La Maldición -Sin Editar-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora