Ewan

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Mi padre me extendió unos papeles, los ojeé, sin embargo no le presté atención. Mi mente estaba sumergida en aquella niña de piel de porcelana, cabello negro y ojos penetrantes.

Adeline.

¿Por qué no podía olvidarme de ella? ¿Por qué me sentía así? Había pasado bastante tiempo ya y aún no salía de mi mente. Le había prometido volver por ella, pero mi padre me lo impidió, dijo que era una pérdida de tiempo volver a verla, que debía centrarme en el trabajo y no pensar en niñas. Tuve que hacerle caso o si no me iría mal, así que traté de olvidarme de ella, pero me fue imposible...

Cada que pasaba más el tiempo sin verla mi corazón se destrozaba, necesitaba tenerla a mí lado y así lo haría, no ahora, pero en un futuro ella estaría a mi lado.

— ¡Ewan! — di un respingo al escuchar el grito de mi padre — ¡¿En qué mundo estás?! — bramó, su ceño se frunció ligeramente por el enojo. Tragué saliva.

— Lo siento, padre ¿Qué me decías? — inquirí, prestando toda la atención posible.

— Necesito que vayas a la casa de Warren y le pidas el dinero que me debe, ya le he pasado mucho así que si se pone con cómicas ya sabes que hacer — informó con seriedad.

— ¿Quieres que lo mate? — arqueé una ceja confundido, nunca había hecho tal cosa.

— Si es necesario sí — me extendió su arma, me tensé.

— P-pero yo no...

— ¿Qué? ¿No eres capaz? — me interrumpió y me vio con burla — no seas un marica como tú hermano y haz lo que te ordeno, Ewan — habló con severidad, apreté mis puños con enojo antes de agarrar el arma.

— Sí, padre haré lo pidas — me levanté y me giré para irme, sin embargo él volvió a hablar.

— Ya estás grande, Ewan no me decepciones...

Salí de la oficina que estaba en el casino y me encaminé hacia la salida.

— Hola — sonrió de manera exagerada y movió su cabello de un lado a otro — ¿A donde vas?

— Ese no es problema tuyo, Halsey — traté de apartarla, pero no pude — ¿Podrías quitarte? No tengo tiempo...

— Y yo tengo todo el tiempo, cariño — se acercó y mostró su escote sin pudor alguno — sólo quiero una noche contigo, Ewan.

Fruncí el ceño ¿Qué le pasaba a esta mujer? Yo tenía dieciséis y ella como unos veintiocho años. Estaba loca.

— ¿Por qué? Soy menor que tú — me crucé de brazos.

— Eso no me importa, me encantan así — mordió su labio con coquetería, de pronto mi cuerpo se sintió caliente — ¿Qué dices? — me guiñó el ojo, dude en mi respuesta.

— Nos vemos luego — dije y salí de ahí antes de que mi padre me viera.

Me subí al auto y le indiqué al chofer a donde debía ir. Al llegar bajé y le dije que me esperara.

Toqué el timbre tres veces hasta que la chica del aseo abrió.

— ¿Si? ¿Qué desea? — inquirió, viéndome de arriba a abajo.

— ¿Está Warren?

Ella se tensó y balbuceó, rodé los ojos.

— ¿Para qué lo necesita?

— ¿Está o no está? — pregunté con seriedad, se me estaba agotando la paciencia.

— Déjeme ver... — trató de cerrar la puerta, pero lo impidí y entré — ¿¡Oiga, qué hace?! ¡No puede entrar así! — tomó mi brazo, la aparté y terminó en el suelo.

Busqué por toda la casa al idiota hasta que lo hallé cogiendo con una mujer en su despacho, que asco. Al verme abrió los ojos sorprendido.

— ¿Quién eres? ¡¿Qué haces aquí?! — bramó cabreado, di una sonrisa ladina.

— Soy Ewan Marshall, hijo de León Marshall y vengo para que me pagues todo lo que le debes a mi padre — informé, el hombre tragó saliva y rió con nervios.

— Yo no le pagaré a alguien que no sea él — dijo seguro — además aún no se acaba mi tiempo...

— No me hagas a hacer algo que no quiero, Warren dame el dinero porque mi paciencia se está agotando — di un paso hacia él y lo vi con mirada intimidante.

— No le daré ese dinero a un chiquillo como tú — dijo con firmeza. Reí de manera exagerada.

— ¿Esa es tu último palabra, querido, Warren? — arqueé una ceja, él asintió — bueno, ya que no me das otra opción — saqué el arma y le apunté. Él abrió los ojos con pánico.

— ¡No, no, no por favor! — suplicó — ¡Por favor, no lo hagas, tengo hijos! ¡Sí pagaré!

— Demasiado tarde, Warren — mi mano flaqueó, mi corazón latía a mil por segundo, sin embargo debía acabar con esto, no debía decepcionar a mi padre.

Sin pensarlo más apreté el gatillo y la bala salió disparada hacia él, le dio en toda la frente. La mujer dio un grito de horror y se iba a ir corriendo, antes de que llegara a la puerta le dispare, no la podía dejar viva.  Busqué en todo el lugar y encontré una gran suma de dinero, la tomé y salí de ahí.


Al llegar al casino fui directo hacia la oficina de mi padre y le comuniqué todo lo que había sucedido.


— Estoy orgulloso, supiste enfrentar la situación e hiciste lo correcto — palmeó mi hombro — puedes irte.

Sin decir más salí de la oficina. Me sentía extraño, me sentía abrumado, mi cabeza dolía y no paraba de recordar lo sucedido.  Vi a Halsey y me encaminé a ella. Necesitaba relajarme.

— Sigueme — ordené, ella pareció sorprendida pero luego sonrió con autosuficiencia y me siguió.


Entramos a una de las habitaciones del casino, me giré a ella, estaba viendo con una sonrisa coqueta mientras jugueteaba con su cabello. Abrí una botella y bebí de esta un buen trago.

— ¿Por fin quieres probar algo de Halsey? — sonrió de lado y se acercó.

Pasó sus manos por mi cuerpo hasta que me quitó la camisa, besó mis labios y se sentía muy bien.

— Te daré el primer increíble placer, Ewan — se arrodilló y desabrochó mis pantalones. Bajó mis boxers y tomó entre sus manos mi miembro ya erecto.

Tragué saliva ansioso, quería sentir el placer ya. Ella se lo metió a la boca y sentí una corriente eléctrica por todo mi cuerpo, empezó a chuparlo y acariciarlo con una mano. Cerré los ojos sintiendo placer, era excitante la manera que lo hacía, me provocaba un cosquilleo en todo el cuerpo. Aceleró sus movimientos con la boca y solté un gemido sin poder evitarlo. Joder, esto se sentía increíble.

No pude aguantar más y me corrí en su boca y pecho. Mi corazón latía con intensidad, era la primera vez que había tenía un orgasmo tan exquisito. Los había tenido antes ya que me había masturbado, sin embargo ninguno como éste.

Ahora que lo había probado quería más y lo obtendría. La tomé y la lancé a la cama.

— Bien, demuestrame que tanto placer me puedes dar, Ewan Marshall...


Nota

Capítulo dedicado a @lakathy07

Gracias por leer, comentar y votar, espero y te siga gustando la historia.

Nos leemos luego, besos y se cuidan el dulce uwu


Marshall: El Origen De La Maldición -Sin Editar-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora