El castigo

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No creo que haya peor castigo en la tierra que ser obligada a acudir a misa cada domingo. Bueno posiblemente hay uno peor: acudir a misa cada domingo y a reuniones juveniles los lunes, miércoles y sábados, aunque no me arrepiento de lo que hice y probablemente lo vuelva a hacer apenas me liberen del castigo.

¿Quién no conoce la trilogía 50 sombras de Grey hoy en día? Bueno mi castigo surge de una pequeña obsesión con los libros, específicamente con Christian Grey. Al culminar los libros decidí que no podía seguir siendo virgen, motivo por el cual comencé a buscar a MI propio Christian Grey o por lo menos un chico con quien acostarme para solucionar el problema de la virginidad, sería más fácil conseguir un amo luego de adquirir un poco de experiencia.

Solo que jamás me hubiera imaginado que el chico con el que comencé a acostarme seria el hijo de una mujer que acudía con mi madre a la iglesia o que llegarían a descubrirnos, pero nos descubrieron y mi mamá comenzó a buscar entre mis cosas (incluyendo el historial de la pc, mis libros, mi armario y muchos lugares más) jamás se hubiera imaginado que encontraría artículos sobre sadomasoquismo, esposas, látigos y conjuntos muy provocativos y a pesar de que oficialmente era mayor de edad dijo algo que para mi sonó como: "No tendré a una mujer impura en mi hogar, o vas a la iglesia o comienzas a ver dónde vivir" ¿Dónde quedaba la piedad de esta mujer católica?

Lo que yo imagine que sería una tortura oficialmente comenzó el domingo siguiente, mi mamá comenzó a golpear la puerta de mi habitación a las 06:30 de la mañana.

¡UN DOMINGO A LAS 06:30 DE LA MAÑANA!

—¡Cassandra arriba! ¡Vamos! Te estamos esperando —comencé a levantarme, si terminaba de arreglarme rápido posiblemente mi madre vería que era responsable y... si, eso no iba a pasar.

—¡Dame un minuto! Ya voy.

La noche anterior termine robando del armario algunas cosas que ella no usaría y en mi quedarían perfectas para una ocasión como está, me vestí rápidamente con una camisa de seda azul con las mangas largas, un abrigo negro, una falda negra hasta la rodilla, unas botas bajas, intenté no usar mucho maquillaje y camine hasta el auto donde ya estaban mis padres aguardando.

Cuando llegamos a la iglesia casi todos los lugares en el estacionamiento estaban ocupados, pero no fue eso lo que llamo mi atención, fue un chico probablemente mayor que yo, tenía los ojos increíblemente gises, el pelo castaño bien peinado y un traje azul muy pulcro.

Debía conocer su nombre, debía acercarme, en realidad debería hacer muchas cosas.

Quizá, después de todo esto no era tan malo.

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