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Akaashi salía de aquella sesión con el sicólogo de la academia con algunas lágrimas que caían por sus mejillas. Su nariz estaba roja y sus mejillas también. Había recordado lo que había pasado aquel día y no podía evitar llorar por eso, era como un reflejo. Caminaba con lentitud por los pasillos del establecimiento, era silencioso. Todos estaban en club y la gran mayoría de estos se desarrollaban fuera de la academia en sí. Al salir de esta, miró el gimnasio y a medida que iba acercándose podía escuchar el sonido de los balones rebotar contra el suelo.

Se asomó por la puerta del mismo. Sólo quería echarle un vistazo.

'Debes abrirte más a Bokuto, no le harás daño. No será como esa vez'

Las palabras de su sicólogo retumbaban en su cabeza.

«¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?» se preguntó Akaashi.

Buscó con la mirada a Bokuto. Él le había dicho que estaría ahí.

Fue en ese momento en que lo vio saltar y rematar con fuerza aquel balón. Abrió sus ojos como platos. Había sido un remate recto, o eso es lo que vio Akaashi. Nadie parecía notar su presencia, hasta que el entrenador lo vio.

—¿Quién eres? ¿Eres parte del club? Llegas muy tarde, venga, entra.

—No... yo no soy parte del club —respondió Akaashi negando con suavidad con su cabeza.

—¿No? ¿Qué haces aquí entonces? —preguntó.

—Sólo vengo a mirar...

El hombre rodeó sus ojos y desvió su vista hacia los demás.

Akaashi podía ver a los amigos de Bokuto también. Al parecer estaban teniendo un partido entre ellos mismos. Comenzó a analizar y observar con detenimiento cada jugada y movimiento que hacía el equipo de Bokuto, lo pensaba tanto que no se daba cuenta de que estaba frotando sus manos con rudeza ante la ansiedad de no poder decirle o alertarle de los movimientos del oponente.

Se dio cuenta de sus pensamientos y negó con su cabeza. Llevó sus manos hacia su cabello y entrelazó sus dedos contra este mientras comenzaba a caminar en dirección a la salida, jalando de su cabello un poco entretanto rascaba su nuca. Tenía que lavarse las manos en seguida o tendría un ataque de pánico. Miró hacia todos lados, notando un fregadero que estaba cerca del gimnasio.

Caminó con rapidez a ese, dio el paso del agua y comenzó a lavar sus manos. Se sintió aliviado. Mojó su nuca y su rostro también. Cerró sus ojos e intentó regular su respiración.

Agradecía poder controlarlos, de alguna manera.

—¿Akaashi? —escuchó una voz. Akaashi supo en seguida quien era.

Giró su cabeza en dirección a la misma. Este estaba con varias botellas de plástico ordenadas en un canasto.

—Bokuto-san...

—¿Qué haces aquí? ¿Viniste a verme? —preguntó con cierta ilusión mientras dejaba el canasto en una mesa cerca del fregadero, y comenzó a llenar las botellas vacías.

—Sí... pero ya me voy —respondió sincero acomodando su bolso en su hombro.

—¿Tan pronto? Podrías quedarte un poco más, estamos en mitad de un partido —insistió Bokuto dejando las botellas llenas de agua en el canasto nuevamente.

—Ya te vi jugar.

—¡¿En serio?! —preguntó con un leve rubor en sus mejillas—. ¿Y por qué no te vi?

—Estaba en la puerta... juegas... muy bien —dijo mientras rascaba su nuca con timidez.

Bokuto sonrió, aunque esta sonrisa se desvaneció al ver sus manos mojadas y algo rasguñadas.

—¿Qué te pasó en la mano, Akaashi? —preguntó curioso.

—A...ah, bueno... —balbuceó intentando esconder estas.

—¡Bokuto, ¿por qué tardas tanto?! ¡Apresúrate! —Akaashi pudo identificar la voz de Konoha sonar desde la distancia.

—¡Oh! Akaashi, debo irme. ¡Nos vemos mañana! —dijo moviendo su mano para luego desaparecer de la escena.

Akaashi se había quedado con las ganas de responder... Pero... ¿Por qué? Sólo intentaba hacerle caso a su sicólogo.

Tampoco es como si la compañía de Bokuto le desagradara, es más, le agradaba un poco.

Sentía que podía confiar en él en ese momento.

Aunque quizás ese pensamiento cambiara al otro día.

...

Ya era un nuevo día en la casa de Akaashi. Despertó por el sonido de la alarma de su teléfono, a lo que estiró su brazo fuera de la cama para apagarla. Se quedó unos segundos sentado en el borde de la misma mientras tallaba sus ojos con sus manos. Acto seguido se levantó y fue al baño, dándose una ducha rápida para poder comenzar el día como correspondía. Se vistió con su uniforme y fue a la cocina a prepararse su desayuno. Optó por algo saludable, unas tostadas de pan integral con mermelada de fresa y un vaso de leche. Él solía desayunar a solas ya que su abuela no tenía nada que hacer realmente a esa hora, además a Alaashi le molestaba cuando esta intentaba ayudarle preparando su desayuno.

Sin más colgó su bolso en su hombro y salió de la casa en dirección a la academia. Era agradable vivir en las afueras de la ciudad respecto al sonido, pero en realidad su hogar quedaba algo lejos de su centro de estudios; sin embargo le gustaba caminar así que no era un gran problema.

Ya cuando finalmente llegó pudo encontrarse con la silueta de Bokuto. Caminó a paso rápido, separando sus labios para saludarlo.

Pero se dio cuenta de lo que estaba haciendo, y no quería acercarse tanto al muchacho. No quería hacerle daño. Esos eran sus pensamientos.

Metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta, esperando que su presencia no fuese llamativa.

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Distante | BokuAka [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora