Luego de algunos días, llegó el viernes. Por fin podría ir a tomar un helado con Akaashi. Bokuto nunca había esperado tomar un helado tanto como ahora. También pensó en la conversación... ya se las arreglaría. Primero debía esperar al chico.
Se sentó en la una banca que había a la salida de la oficina. No podía escuchar nada de adentro, y aquello simplemente hacía que su curiosidad aumentara considerablemente.
Ya cuando se abrió la puerta, Akaashi se sorprendió al verlo aún allí. Soltó un suspiro y Bokuto sonrió.
—¿Vamos? —preguntó levantándose de la silla.
—Realmente me esperaste... —murmuró.
—¡Claro que lo hice! —dijo comenzando a caminar.
Akaashi le siguió el paso.
—¿Cuál es tu sabor favorito? —preguntó el más alto.
—Mmh... no tengo uno.
—¡¿No?!
—No como helado, no me gusta.
—Ah...
¿Qué se supone que haría ahora? Si no le gustaba el helado no le llevaría a una heladería. Podrían ir a una cafetería.
—Si no te gustan los helados podríamos ir a otra parte —sugirió Bokuto metiendo sus manos en sus bolsillos mirándolo.
—No, está bien. Podemos ir a tomar helado. Ya estaba programado así.
¿Por qué algunas veces sentía que hablaba con un robot? Podía entender que Akaashi tenía algunos problemas con su salud mental, pero no pensó que fuesen tan así. Soltó un suspiro y llevó sus manos por detrás de su cabello.
—No iremos a un lugar donde no te guste lo hay. Hay una cafetería cerca, ¿te gusta el café? Creo que también venden cosas dulces ahí —sugirió nuevamente.
—El helado... vamos por un helado —insistió, aunque su rostro se veía algo tenso y no dejaba de frotar sus manos.
Bokuto al notar aquello se sorprendió.
Incluso llegó a sentir algo de pena.
—Está bien, vamos por un helado...
El trayecto a la heladería no fue tan largo, pero sí algo incómodo. Ninguno de los dos se atrevía a hablar. Akaashi parecía muy sumido en sus pensamientos, mientras que Bokuto intentaba comprender al chico.
Akaashi no dejaba de recordar la sesión con su sicólogo. No le gustaba ir mucho ya que este le preguntaba cosas que no quería recordar, cosas que recordaba con exactitud. El trauma había sido tan grande que no podía olvidarse tan fácilmente, incluso algunas veces soñaba con eso.
La infancia de Akaashi fue muy difícil luego de aquel día.
Al recordarlo, no podía evitar angustiarse.
—Akaashi, ¿qué helado vas a pedir? ¡Yo invito! —las palabras de Bokuto interrumpieron sus pensamientos, pero de una buena forma.
A Akaashi le gustaba cuando Bokuto no era tan bullicioso. Cuando lo era se ponía nervioso.
—No lo sé, elígelo tú.
—¡Akaashi, no puedo hacer eso! Tienes que elegirlo tú, ¿qué pasa si elijo uno que no te guste? —preguntó. De todas maneras, a Akaashi no le gustaba mucho el helado.
Miró con atención los nombres de los sabores de helado que estaban en la vitrina.
—Uh... no quiero algo tan dulce... —murmuró. Sentía que absolutamente todo lo era.
—El helado de menta es muy bueno —dijo la chica que atendía allí.
—Oh, sí. Es muy bueno —concordó Bokuto—. Deberías pedirlo.
—Está bien —cedió sin muchos problemas.
Al final Bokuto pidió un helado de dulce de leche. Cuando ya estaban sentados en una de las mesas que estaba fuera de la tienda, Akaashi miró el helado con atención, como si tuviera muchos secretos ocultos.
—Si no lo comes rápido se va a derretir —aconsejó el más alto, quien ya estaba tomando su helado.
Akaashi pasó su lengua por la comida, saboreándolo.
Era muy bueno. Nunca había probado ese sabor y la verdad es que le gustó mucho, además tenía un poco de salsa de chocolate arriba, por lo que sabía aún mejor.
—¿Te gustó? —preguntó con cierto brillo en sus ojos.
Akaashi tardó un poco en responder.
—Sí, me gustó mucho —respondió de manera honesta.
No tardaron mucho en terminar de tomar su helado. Pensó en pedir otro, pero no tenía dinero consigo como para hacerlo, además de que le apenaba un poco.
—¡Akaashi! La próxima semana comienzan los clubes, ¿te inscribiste en alguno? —preguntó Bokuto.
«¿Acaso no usa su cabeza?» se preguntó Akaashi.
—No puedo inscribirme en algún club, tengo que... quedarme a eso después de clases —respondió apretando su bolso, el cual estaba apoyado en su regazo.
—Oh, cierto... pero... ¿vas a ir todos los días? —preguntó nuevamente—. Quizás podrías hablarle para que tengas que ir una vez a la semana solamente, y así podrías ir a algún club. ¡Yo juego voleibol! Me encanta jugar.
—¿Voleibol?
—¡Sí! Es ese deporte en que debes juntar los brazos así —juntó sus brazos, imitando la acción de cuando el jugador va a recibir el balón—. Se juega así porque de esa manera el balón sube.
—No se ve divertido...
—¡Lo es! Deberías irme a ver... ¡digo...! Deberías ir a ver el club y como juegan... quizás podrías unirte... creo que todavía quedan cupos. Además hacer deporte es muy bueno para la salud.
Akaashi le miró con seriedad.
—Uh... ah... hay varias posiciones... están los que arman la jugada y los rematadores... también hay un libero...
—¿Qué es un libero?
—El libero es el que está por decirlo de alguna manera salvando a los demás, se asegura de que el balón no caiga al suelo si es que bloquean a alguno de su equipo. Es más de defensa.
—¿Y el armador?
—Es la persona que coloca el balón y lo eleva de esta manera —hizo el gesto del armador— para que la persona que va a rematar el balón lo haga. ¡Yo soy el que remata el balón! Me gusta mucho hacerlo, ¡aunque odio cuando me bloquean!
—¿Qué hay de los bloqueadores?
Bokuto sonrió al darse cuenta de la conversación que estaban teniendo. Akaashi por fin parecía interesado.
—Cuando el equipo contrario va a rematar, hay personas que son expertas en bloquearlo. Saltan muy alto y estiran sus brazos así —estiró los mismos para imitar la acción—, y así lo bloquean y hacen que el balón caiga al suelo.
—Oh...
...
La conversación no pasó más allá del deporte. Al final Akaashi quería irse de allí, Bokuto comprendió y se despidió. Cuando el pelinegro llegó a su casa, se encontró con su abuela en el jardín delantero.
—Ya llegué —dijo anunciando su llegada.
—Hola, mi niño. ¿Cómo te fue? —preguntó con una cálida sonrisa.
—Bien... —respondió. Se quedó unos segundos en silencio—. Abuela... ¿puedes darme algo de dinero para ir a comprar helado?
La mujer se quedó algo sorprendida ante sus palabras. No rechistó y le entregó el dinero. Akaashi rara vez hablaba algo más, como ahora.
—¿De qué vas a comprar el helado? —preguntó antes de que se fuera.
—De menta —respondió con simpleza.
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Distante | BokuAka [CANCELADA]
FanficAkaashi ha sufrido toda su vida por las relaciones sociales. Ha vivido traumado. Un día llega Bokuto a su vida, haciendo que tuviera una montaña rusa de emociones. Estado: CANCELADA.