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Ahora mismo estaban en clases de literatura, aunque esta no solo se basaba en leer, también tenía 'comunicación'. Ahora mismo estaban viendo los tipos de discursos en los medios de comunicación.

—Tienen que leer este documento, no es necesario que lo hagan por completo porque lo vamos a ir viendo a medida que pasen las clases —dijo la maestra comenzando a entregar la guía—. Vamos a tener un examen la semana subsiguiente, para que se vayan preparando también.

Cuando Akaashi recibió el texto, en seguida comenzó a leerlo debido a su ansiedad, y la verdad es que era un texto bastante interesante. Acto seguido se hizo presente la campana que indicaba el término de la clase. El pelinegro se levantó de la silla, dispuesto a ir a comprarse algo para beber, aunque fue interrumpido por Bokuto.

—¡Akaashi! ¿Cuándo vamos a hacer onigiris? —preguntó con cierto entusiasmo mientras juntaba sus manos.

La maestra, quien era la madre de Bokuto, miraba la escena con atención.

—¿Te parece bien el fin de semana? —preguntó de vuelta mirándolo mientras que caminaban juntos en dirección a la salida.

—¡Sip! Está bien —asintió con la cabeza el peli grisáceo.

La mujer sonrió.

Bokuto solo seguía a Akaashi, a quien no parecía molestarle la presencia del peligrisáceo en lo absoluto, además ya había llegado a un punto en que le agradaba después de todo. Cuando el pelinegro apretó los botones de la máquina expendedora, Bokuto miró con atención lo que iba a comprar.

—¿Te gusta el jugo de naranja? —preguntó al ver que sacaba una caja del nombrado.

—Sí.

—A mi también me gusta el jugo de naranja, ¡aunque me gusta más el natural! El exprimido... el de cajas no tanto, siento que es muy concentrado —comentó mientras hacia gestos con sus manos para expresarse mejor.

Se formó una pequeña curvatura en los labios de Akaashi al escuchar las palabras del contrario.

—Pienso lo mismo... pero este sabor es... similar.

—Tal vez debería probarlo —dijo casi al instante en que terminó de hablar.

Las mejillas de Akaashi se tiñeron de un rojo carmesí, aunque muy leve. No se esperaba esa respuesta. «¿Debo compartir mi jugo con él? ...¿El sorbete? Claro que no haré eso...» pensó Akaashi, aunque se dio cuenta de que él no hablaba de esa manera al mirarle de reojo. Estaba mirando al frente como si nada hubiese pasado. Ahora Akaashi se sentía tonto.

—¿Pasa algo, Akaashi? —preguntó el más alto al notar la incomodidad de su amigo.

—No —respondió con rapidez, para así irse a sentar en su pupitre con su jugo en la mano.

El peligrisáceo soltó un suspiro. «¿Dije algo malo?» se preguntó. Nuevamente fue a sentarse a su puesto.

...

Ya era sábado, y Bokuto estaba ansioso por ir a la casa de Akaashi. Anteriormente habían intercambiado sus números telefónicos para poder tener una mejor comunicación, y entre mensaje y mensaje cada vez se iban acercándose más. Tocó el timbre de la casa. La fachada era muy hermosa y tenía un lindo jardín delantero lleno de flores, parecían cuidarlo muy bien, además de que había un rico aroma debido a las mismas flores. Sonrió cuando la puerta se abrió, dejando ver a su amigo.

—¡Hola, Akaashi! —saludó alegre el peligrisáceo. El nombrado sonrió con levedad.

—Hola, Bokuto-san —saludó tamos, aunque no con la misma intentaba que el más alto.

Cuando Bokuto entró, se sorprendió al ver la linda decoración interior, era un estilo vintage japonés y tenía muchos cuadros, aunque en sí la casa se veía un poco deteriorada.

—Tu casa es muy linda —comentó el mismo mirándola.

—No es mi casa, es la de mi abuela —respondió mientras caminaba hacia la cocina.

—¿Ah? —murmuró confuso.

—Solo vivo con ella... cuando tenga dieciocho me iré a mi verdadera casa —respondió, aunque aquello dejó más confuso al chico.

«¿Dónde están sus padres?» se preguntó Bokuto. La curiosidad lo comía vivo, pero por alguna razón pensaba que si preguntaba se iba a formar un ambiente incómodo, ya que Akaashi no parecía querer hablar mucho. A veces le costaba adivinar lo que este pensaba, obviamente, no podía leer su mente pero en algunas ocasiones sí sabía qué hacer.

—Oh... Pues no te falta tanto para eso —comentó Bokuto con una sonrisa entrando a la cocina detrás de él, mirando como sacaba los ingredientes y los dejaban encima de la mesa.

Akaashi se quedó unos segundos en silencio antes de responder.

—De todas maneras creo que es lo mejor. No me gusta... vivir aquí demasiado —dijo de manera honesta. Bokuto alzó sus cejas sorprendido.

—¿Por qué? —nuevamente tardó unos segundos en responder.

—No me gusta molestar... —apretó con sus manos la fuente con algo de fuerza. Bokuto sabía que no debía preguntarle cosas tan privadas porque incomodaban a Akaashi, o eso parecía.

—Ah.

Akaashi comenzó a lavar el arroz.

—¿De qué haremos el relleno? —preguntó Bokuto para cambiar de tema.

—Tengo algo de atún y mayonesa... pero no tengo alga nori, se nos acabó hace poco así que hay que ir a comprar —respondió, aún lavando el arroz.

—¡Yo puedo ir a comprar! —dijo el mayor sacando su billetera de su bolsillo.

Akaashi le miró para luego soltar una pequeña risa.

—Si sales aquí vas a perderte —Bokuto no pudo evitar sonreír ante su risa.

—¡Pero...! Vine hasta aquí solo por las indicaciones... que encontré en internet...

—Iremos juntos, ¿si? —dijo mientras dejaba el arroz encima del fogón—. Vamos ahora, no tardaremos mucho.

Dichas esas palabras secó sus manos con una toalla que estaba cerca, mientras que Bokuto asintió con su cabeza con rapidez. Todo estaba yendo bastante bien.

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Distante | BokuAka [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora