Akaashi fue el primero en despertar. Estaba cálido, no tenía frío. Bokuto estaba a su lado con la boca semiabierta. Lastimosamente el brazo del mismo estaba sobre el pecho de Akaashi y no quería moverse para despertarlo, después de todo no le incomodaba. Lo único que escuchaban era el cantar de los pajaritos. Además de unos pasos que al parecer subían la escalera.
Se asustó un poco. ¿Qué diría la madre de Bokuto si los veía así? Sintió un dolor en el pecho. Simplemente cerró sus ojos, esperando lo peor.
La puerta se abrió, y por lo que Akaashi oía, la mujer se quedó unos segundos mirando, pero luego cerró la puerta con suavidad. Este no aguantó más y se sentó en la cama, por consecuencia despertó a Bokuto.
—Akaashi... —murmuró con voz ronca.
—Tu madre nos vio —fue lo primero que dijo. Se destapó con cierta desesperación, comenzando frotar sus manos. Su respiración se estaba comenzando a acelerar.
—Akaashi, Akaashi. Tranquilo... —se levantó de igual forma y tomó las manos ajenas del chico.
—¡Es que...! ¿Qué pasa si...?
—Akaashi, cálmate. Ella no va a decir nada malo de nosotros —dijo para intentar calmarle.
Akaashi apretó sus labios y arrugó su ceño, nervioso.
—Pero... ¿estás seguro?
Bokuto se levantó de la cama, estirando sus extremidades y bostezando. Se peinó un poco y sonrió.
—Vamos a tomar desayuno —dijo tendiendo su mano hacia el pelinegro—. Te prometo que no dirá nada.
Akaashi miró su mano desconfiado. Luego a los ámbares del más alto. Lo meditó unos segundos para luego soltar un suspiro. Finalmente tomó la mano del chico, aún desconfiado.
—Espera —interrumpió al chico, quien estaba a punto de abrir la puerta.
—¿Ella sabe que... tú eres... gay? —preguntó, bajando la voz a medida que terminaba su oración.
Bokuto hizo una mueca.
—Nop. Pero no importa, ella no le molesta —hizo una pausa—. Aunque no debería molestarle. Soy su hijo. Mi orientación sexual no es tan relevante... le importa más que sea buena persona.
Akaashi solo le miraba.
—¿Vamos?
—¿Qué le decimos?
—¿Qué le vamos a decir? ¡Que nos queremos! —respondió con una amplia sonrisa, girando el pomo de la puerta para así abrirla.
Akaashi no podía creer como se lo tomaba así de fácil. Ya cuando bajaron las escaleras, estaba la mujer, sentada en el sofá viendo la televisión con una taza de té en la mano. Se giró al escuchar los pasos que provenían de la escalera, y al ver a su hijo a la visita, sonrió con calidez.
—Buenos días, chicos. ¿Durmieron bien? —preguntó con voz dulce.
—¡Sip! —respondió Bokuto con una sonrisa.
Akaashi apretaba con fuerza la mano de Bokuto, mirando hacia otro lado para evitar la mirada de la madre del más alto. Esta notó su nerviosismo, pero no podía evitar mirar las manos entrelazadas de los adolescentes. Soltó un pequeño suspiro.
—¿Están... saliendo o algo así? —preguntó.
Bokuto miró a Akaashi, quien no parecía querer hablar.
—Solo... nos queremos —respondió de manera sencilla, mirando con algo de seriedad a su mamá—. Mucho.
La mujer sonrió.
—Bien. Los estaba esperando para servir el desayuno, siéntense —sugirió con una amable sonrisa, levantándose del sofá para ir a la cocina
Bokuto soltó la mano de Akaashi para ir al comedor. El pelinegro miró a ambos, quienes no parecían tener problemas. De hecho, sintió que se habían vuelto un poco más cercanos. La mujer miró al pelinego.
—Akaashi —le llamó la mujer.
—¡¿Si?! —Bokuto y su madre se sorprendieron ante su reacción.
—Ven a sentarte...
Akaashi se acercó a la mesa con lentitud y se sentó con timidez, intentando no hacer ningún ruido.
—¿Quieres sopa de miso? —preguntó.
—Sí, por favor.
El desayuno transcurrió con normalidad, pero muy lento según Akaashi. Quería irse a su casa. Sentía que la madre de Bokuto lo miraba fijamente, cuando en realidad no era así. Después de un rato, que parecieron horas para Akaashi, la mujer tomó los platos sucios para dejarlos en el fregadero. El pelinegro se levantó de la silla y miró a Bokuto, este hizo lo mismo cuando sus miradas se cruzaron.
—¿Pasa algo, Akaashi? —cuestionó al ver el rostro del más bajo.
—Subamos —pidió.
—Mamá, voy a subir con Akaashi —avisó a su madre, quien asintió con su cabeza y una pequeña sonrisa mientras lavaba.
Akaashi tomó la muñeca de Bokuto y lo jaló prácticamente al segundo piso. A veces, Akaashi agradecía que el más alto fuese así de comprensivo con él.
Cuando ya estaban en la habitación de Bokuto, este le miró con los brazos cruzados, aunque pensó que eso podía intimidar a Akaashi así que dejó de hacerlo, solo juntó sus manos. El pelinegro miró a los ambarinos del más alto, jugando con sus dedos y acto seguido se sentó en el borde de la cama. Bokuto hizo lo mismo.
—Akaashi, no siempre vas a tener el control de todo. A veces... tienes que dejar que todo fluya —le aconsejó haciendo caricias en sus cabellos oscuros. Este soltó un suspiro y llevó sus manos hacia su rostro.
—Pero... todo tiene que ir siempre bien... por eso... tu madre... ¡tú deberías haberle dicho...! —sentía que le faltaba el aire.
—Akaashi... yo hasta hace poco descubrí que me gustan los hombres, ¿sabes? Como tú —respondió sin más, rascando su nuca—. Además, salir del clóset no estaba en mis planes aún. ¡Pero la situación simplemente se dio! Mi mamá no es homofóbica. ¿Viste como reaccionó?
Akaashi apretó sus labios y sintió como todo su cuerpo comenzaba a temblar. Odiaba eso. Odiaba no tener el control de su cuerpo.
—Es... cierto...
—No tienes que tener miedo aquí —dejó un beso sonoro en la mejilla ajena, haciendo que el chico se sonrosara con levedad ante el sorpresivo beso.
—¿Qué tan seguro estás de eso?
Bokuto miró al techo con una expresión pensativa.
—¡Un cien por ciento!
—¿¡Cien por ciento!?
—Cien por ciento.
—Eso es mucho.
—¡Lo es!
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Distante | BokuAka [CANCELADA]
FanfictionAkaashi ha sufrido toda su vida por las relaciones sociales. Ha vivido traumado. Un día llega Bokuto a su vida, haciendo que tuviera una montaña rusa de emociones. Estado: CANCELADA.