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—¿Desde cuanto Bokuto y tú son amigos? —preguntó la chica mirando a Akaashi.

Este se quedó en silencio unos segundos.

—No sé si somos amigos... —respondió en un murmullo apretando su bolso que reposaba en su regazo.

La chica soltó una pequeña risa.

—No te vas a dar ni cuenta cuando sean buenos amigos... él realmente es una buena persona —dijo levantándose de la banca para colocar las botellas de plástico vacías en el canasto—. Siempre los extrovertidos adoptan a los introvertidos.

Dichas esas palabras salió del gimnasio. Akaashi se quedó pensativo unos segundos y luego miró a Bokuto, este estaba haciendo remates. «¿Amigos?» pensó. Y claro, el más alto estaba haciendo todo lo posible para hacer que fuesen amigos, al menos que tuvieran confianza. No era necesario que hablaran todos los días.

«Si tuviera que elegir una posición para jugar voleibol... definitivamente sería armador» pensó para si mismo. ¿El por qué? Le gustaba ver a Bokuto saltar y rematar, lo hacía totalmente seguro de sí mismo, y era algo que admiraba, a pesar de que algunas veces lo bloquearan.

Quería colocar para Bokuto, y que él rematara el balón.

No se dio cuenta hasta que ya estaba por terminar la tarde que estuvo mirando casi todo el tiempo a Bokuto y al colocador, incluso le habían dado ganas de salir a la cancha e ir a jugar.

Bokuto se acercó a él.

—Iré a cambiarme de ropa, vengo enseguida —dijo con una amplia sonrisa y la respiración un tanto agitada. Akaashi solo asintió con su cabeza.

El pelinegro salió del gimnasio y se quedó esperando al chico. Habían algunos que se habían quedado, pero luego la manager les dijo que debían irse a cambiar. «Realmente aman el voleibol» pensó Akaashi.

Ya unos cuantos minutos más tarde vio a Bokuto correr por las escaleras. A Akaashi le resultaba algo increíble que fuese una persona tan energética, siempre estaba sonriendo y alegre, era algo extraño también.

—¡¿Qué te pareció?! —preguntó en una exclamación—. Estuvo muy bueno hoy.

—Fue... increíble.

Bokuto alzó sus cejas, gratamente sorprendido.

—¿Ah, sí? —preguntó abultando sus labios mientras rascaba su nuca, con un leve sonrojo en sus mejillas.

—Sí... La forma en que rematas es... increíble...

Su madre siempre le decía que era increíble, y su entrenador también, pero por alguna razón que ahora mismo desconocía se sentía extrañamente feliz ante sus palabras.

—Es como si te quedaras unos segundos en el aire para rematar... tampoco es como si no viera los demás remates de tus amigos... el tuyo es un remate... más seguro... —murmuró con un poco de timidez.

—¿Vas a unirte entonces? —preguntó Bokuto con un poco de brillo en sus ojos.

Akaashi sonrió con levedad.

—Lo pensaré...

—¡Genial! ¿Y qué posición te gustó más? —preguntó mientras comenzaban a caminar.

—Armador... quiero colocar la pelota para ti.

Bokuto se sintió tan extraño, pero era una extrañeza buena, que le hacía sentirse alegre y con ganas de saltar y saltar.

—¡Ah, pero debes hacerlo para los demás también! No sólo para mí —respondió un tanto nervioso en sus palabras, podía notarse en el tono de voz.

—Mientras pueda colocarla para ti... supongo que está bien —murmuró metiendo sus manos en sus bolsillos.

—¡Paso la mayor parte del tiempo en la cancha! Así que... si eres bueno colocando también estarás allí conmigo —el estómago de Bokuto rugió por comida, y claro. Luego de estar un buen rato jugando y gastando energía, necesitaba algo de comida.

—¿Tienes hambre?

—Je, je. Un poco... —respondió sobando su abdomen con una risilla.

—¿Te gustan... los onigiris? —preguntó con timidez. Bokuto asintió con su cabeza.

—¡Sip!

—Hay una tienda cerca de aquí.

—¡Vamos entonces!

...

Cuando entraron a la tienda, el aroma a la comida se hizo presente. A Akaashi le gustaban mucho los onigiris, su abuela siempre solía hacerlos cuando él era pequeño, así que ese gusto por estos vienen desde hace varios años.

—Hola, queremos dos onigiris, por favor —pidió Bokuto a la señorita que estaba atendiendo.

Segundos más tarde se encontraron comiendo los famosos onigiris. Akaashi relamió sus labios al tenerlo frente a él, y le dio una mascada, sin poder evitar sentir sus mejillas calientes ante el sabor. Bokuto notó a este, y le causó mucha ternura pero prefirió no decir nada.

—Ah... Estaba muy bueno —dijo Bokuto, aunque la verdad es que le gustaría comprarse otro más. Quería llegar a casa a cenar debidamente pero no quería dejar a Akaashi tirado, quien se tomaba su tiempo para comerse su comida—. ¿Te gustan los onigiris?

El pelinegro asintió con la boca llena de comida y algunos granos de arroz alrededor de sus labios. Bokuto soltó una carcajada y le tendió una servilleta para que se limpiase.

—¡Podríamos hacer onigiris juntos algún día! No sé como hacerlos y no suelo comer muy seguido... —sugirió el peli grisáceo.

—Uh... Sí. Mi abuela... puede ayudarnos, ella hace unos muy ricos.

—¡Genial!

Luego de esa pequeña conversa, ambos debían irse a sus casas, después de todo era bastante tarde y peligroso andar en las calles a esa hora. Cuando Bokuto llegó a casa, le contó a su madre todo lo que había pasado en su día, a lo cual ella respondió muy feliz.

En casa de Akaashi fue un poco distinto.

—Ya llegué —dijo anunciando su llegada.

—Keiji... estaba preocupada por ti —dijo la anciana acercándose a él para abrazarlo.

—Lo siento...

—¿Qué estabas haciendo?

—Me quedé a ver el club de voleibol —respondió sin más sacando su chaqueta—. Después fui a comer onigiris con alguien.

La mujer le miró intrigada.

—¿Con quien? —preguntó.

—Bokuto-san. Es... un amigo.

Su abuela estaba muy orgullosa de que por fin consiguiera un amigo luego de haber estado tanto tiempo solo.

—Abuela... ¿él podría venir a casa el sábado? —preguntó Akaashi jugando con sus manos tímido.

—Claro que puede venir, ¿qué harán?

—Estábamos pensando en hacer onigiris —respondió

—Puedo ayudarlos si quieren.

Akaashi sonrió con levedad.

—Gracias.

...

¿Qué pasa si les digo que este es el último capítulo que tengo escrito y no tengo más porque no he tenido ganas de escribir? :D

Distante | BokuAka [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora