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Aquel día, Akaashi se fue algo temprano, ya que a pesar de las insistencias por parte de Bokuto sobre lo que sentían ambos y su relación, se sentía algo incómodo y quería procesar lo sucedido. Cuando llegó a su casa, su abuela le estaba esperando. Esta estaba algo molesta pero a la vez tranquila de ver a su nieto llegar en buenas condiciones.

—Keiji, no vas a salir durante un buen tiempo. ¡Ya has salido mucho! —dijo cuando el nombrado estaba entrando. Este simplemente le miró.

—Está bien.

A pesar de que ya había reaccionado así, ¿qué sentido tenía eso? ¿Por qué no lo dejarían salir aunque ya haya salido mucho? Además tampoco es como si hubiese ido a fiestas o cosas por el estilo. En verdad, la familia del chico, le veía como lo más santo del mundo, "un pobre chiquillo al que se le murieron sus padres", podía ser algo frío verlo desde esa manera, pero así lo miraban. No se drogaba, no tomaba alcohol ni era promiscuo, hace sus deberes a tiempo y siempre saca buenas calificaciones, un hijo soñado para algunas madres o padres. Sin embargo, lo que no sabían es que mentalmente era muy inestable. Sobre piensa todas las situaciones y deben avisarles días antes sobre algún evento en el que él se vea involucrado.

Ellos lo ven normal dentro de lo que cabe, sabe que aquel accidente puede haber sido muy fuerte para él, o que ya de lleno, aún no lo superaba. En el fondo, ya lo estaba haciendo, pero siempre pensaba en ellos, y a veces llora en las noches por la falta de los mismos. Lo único que puede hacer es ir al cementerio a verlos y dejarles flores. Eso lo hacía muy seguido, iba todos los meses, pero este año casi ya no iba, ya sea porque no tenía ganas o estaba ocupado.

Pero siempre pensaba en ellos. Él pensaba que mientras alguien no olvide a esa persona, no está muerta.

—¿Por lo menos la pasaste bien? ¿Quieres darte una ducha? —preguntó la anciana tomando el bolso que el joven traía, aunque este se lo quitó.

—No hagas fuerzas, abuela... No te hace bien —le dijo mientras dejaba el bolso en el sofá por mientras.

—Solo quiero sentirme útil, hijo —respondió con una pequeña sonrisa. De esas que dan ganas de abrazar a la persona.

Akaashi sonrió con levedad, aunque luego recordó todo lo que había pasado. Por algún motivo se sintió incómodo con su familia. Se quedó mirando unos segundos, a medida que su sonrisa iba desapareciendo.

—¿Si? —cuestionó. Aquello confundió a su abuela.

—Claro, siempre voy a querer lo mejor para ti y ayudarte en todo —le respondió mientras tomaba las manos del más alto, este se dejó hacer—. Después de todo... soy tu abuela y madre a la vez. Puedes confiar en mí.

Akaashi nuevamente se cuestionaba sus palabras. ¿Cómo iba a confiar en alguien que cada vez que mencionaban algo sobre los homosexuales en la televisión se ponía en un semblante asqueado? Como si sintiese asco. Simplemente asintió con su cabeza con levedad y fue al cuarto de baño a asearse.

Estuvo un largo tiempo en la bañera, el agua seguía caliente por lo que no se preocupaba de eso. Más bien, pensaba en cómo le diría a su familia que le gustaba un hombre y que era homosexual. ¿Debía llevar a Bokuto? Al final, su abuela ya le conocía. Y quería recordar que le había agradado.

Bokuto era tan bueno. Es gracioso, amable, tierno y un poco infantil. Pero eso era su esencia, y era lo que le gustaba a Akaashi. Lo quería mucho. Sintió esas mariposas en su vientre al recordar todos los besos que se habían dado. Llevó su mano hacia su boca, hundiéndose en la bañera. Sus mejillas se sonrosaron, más por el calor de la misma habitación.

—¡Ah! —suspiró llevando sus manos hacia su cabello, jalándolo con suavidad mientras sonreía emocionado—. Bokuto-san...

Pensó en sus ojos, su cabello desordenado a pesar de que lo ordenara, su espalda, su forma de jugar voleibol. Estaba enamorado. Muy enamorado y no podía ocultarlo. Cuando pensaba en él, olvidaba todo lo demás. Llegó a pensar si podría ser un buen método para calmar su ansiedad pensando en él...

Porque era increíble la forma en que se distraía pensando en él.

—¡Keiji! ¿Está todo bien? —preguntó una voz femenina detrás de la puerta. Akaashi se sobresaltó y se paró en la bañera.

—¡Sí!

Salió de la bañera sin problemas, envolviendo su cintura con la toalla. Se miró al espejo, sin antes secar este con una toalla. Miró su cabello mojado, tenía unas pocas ojeras y su torso... él nunca había tenido inseguridades por su cuerpo. Se alimentaba correctamente gracias a su abuela, sumándole el hecho de que no hacía deportes, solo los que hacía en clases. Aunque si le gustaría tener una figura más esbelta, como Bokuto. Tenía una espalda ancha que le favorecía, a pesar de tener tan solo diecisiete años. Le gustaría ser como él algún día.

Bokuto y Akaashi no eran una pareja. Eso era lo que pensaba Akaashi ahora mismo sentado en el borde de su cama. No lo eran. Él nunca le preguntó. ¿Quizás él debería hacer aquel movimiento? De tan solo se ponía nervioso, ¿debería darle chocolate o algo así? ¿Una flor? No, no era original, pero era algo muy lindo según él. Le gustaban esas cosas... a pesar de que eso lo regalara el hombre hacia la mujer.

Hombre hacia mujer. En este caso era hombre hacia hombre. ¿Cómo funcionaba eso? Siguió pensando mientras se vestía, llegando a la conclusión de que no era importante quién entregaba esas cosas. Ambos eran hombres, y ninguno iba a ser la mujer de la relación, porque esa era la "gracia". Que no hubieran mujeres.

Pero, ¿cómo lo iba a hacer? ¿Solo preguntarle y ya? Podrían ir a comer algún helado, o un parque. No tenía idea. Nunca había hecho eso, y era más que obvio.

Soltó un suspiro pesado. ¿A quién podría preguntarle? No tenía la confianza suficiente con nadie de sus conocidos, con su abuela: no, el porqué era obvio. ¿Bokuto? No, era tonto preguntarle algo como eso... así que lo mejor que pensó fue en Konoha y Sarukui. Eran amigos de Bokuto, aunque él pensaba que no les agradaba.

—Keiji, la comida está lista.

La voz de su abuela le sacó de sus pensamientos. Supuso que debía preguntarle a ellos al final.

Distante | BokuAka [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora