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Bokuto y Akaashi se habían quedado solos. Pero no estaban incómodos, al contrario, o al menos en el caso de Akaashi. Se sentía mejor cuando estaba con Bokuto a solas. Ya había pasado bastante, así que pensó que sería una buena idea descansar unos minutos. El más alto había estado muy concentrado después de lo que había pasado.

—Bokuto-san, si quieres podemos descansar unos minutos... —cuando el nombrado levantó la vista de su libreta, sonrió calmado.

—Estaría bien —suspiró estirando sus extremidades—. ¿Quieres algo de comer? ¡Mi mamá compró onigiris ayer!

Al escuchar la palabra onigiri asintió con su cabeza de inmediato. Bokuto se levantó del suelo y fue a la cocina. Akaashi se le quedó viendo unos segundos, tenía una gran espalda. Recién se daba cuenta. Se levantó del suelo y fue a donde estaba. Vio esa línea en su espalda, que separaba los músculos de la misma zona. Sus mejillas se sonrosaron con levedad.

—¡Oh! Aquí tienes, Akaashi —le entregó su plato con los onigiris—. Coloqué dos porque son grandes... igual si quieres más puedo darte.

Tomó su plato con cuidado y se fue a sentar.

Comieron en silencio. No había mucho que decir, pero no era un silencio incómodo. Ya cuando pasó un tiempo siguieron estudiando toda la tarde. Decidieron parar, ya eran casi las ocho y no era bueno estudiar tan seguido.

—¡Ah! Espero que me vaya bien mañana... —murmuró Bokuto desplomándose en el sofá, su espalda dolía un poco debido a que estuvo encorvado todo el día.

Akaashi se sentó a su lado mirando sus ambarinos, junto su cabello. Lo observaba detenidamente, y sonrió un poco al darse cuenta que era una copia idéntica de su madre, incluso en su personalidad, se le hacía gracioso y tierno a la vez. Luego se quedó mirándo a sus labios fijamente, y cuando se dio cuenta sintió sus mejillas sonrosarse un poco. Desvió su mirada con rapidez. Por primera vez tuvo unos pensamientos, algo extraños según él. Sentía cosas raras en su vientre, que siempre estaban, pero que se intensificaban cuando estaba con el chico. «¿Estoy enamorado?» pensó.

—Akaashi, ¿vas a unirte al club? —preguntó mirándo a los azules del nombrado. Este sintió sus mejillas calientes.

—Sí —respondió sin pensar.

—¡¿En serio?! —preguntó entusiasmado.

Akaashi se puso algo tenso cuando el más alto tomó sus manos repentinamente, pero eran cálidas. Sostenían las suyas, que en lo personal no le gustaban.

—Uhm, sí... tendría que... verlo de todas maneras —dijo llevando su mano hacia su nuca, rascándola.

Bokuto soltó una pequeña risa, aunque hizo un sonido de sorpresa.

—Tus manos son más grandes que las mías —murmuró, colocando palma con palma.

—No me gustan...

—¡¿Uh?! ¡Pero si son muy lindas! Las mías son algo gruesas, las tuyas son finas... ¡Oh! me gustaría tener tus manos... ¡además son muy suaves!

—¿Su... suaves? —preguntó con cierta timidez.

—¡Sí! ¿Te echas crema o algo así?

—Solo... me las lavo... muy seguido.

Bokuto sonrió un poco. Él lo hacía cuando estaba teniendo un ataque de pánico, así de alguna forma se calmaba.

—Pero últimamente no lo has hecho —comentó el peligrisáceo con voz dulce, acercándose al chico.

Este sonrió un poco.

—Estar contigo... me tranquiliza, un poco —murmuró mirándo a las manos, que ahora mismo estaban entrelazadas. En realidad sí estaba calmado, aunque si un poco nervioso por la situación.

Distante | BokuAka [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora