Capítulo 5

105 19 30
                                    

La semana pasó más rápido de lo que hubiera deseado. A la mañana del día del baile, Cosmo me manda un mensaje avisando que a eso de las 20:00 pm, me pasaria a buscar para llevarme a su casa, donde se realizaría el maldito baile. Me pasa un par de datos más como cuantos invitados serian y que estarían sus amigos, aunque eso ya lo sabía porque me lo repite muy seguido, quiere mucho a sus amigos y se toma en la forma que habla de ellos, me hubiera gustado que alguien hable con el mismo entusiasmo en su voz de mi como él lo hace con sus amigos.

Él se preocupa por que me sienta cómoda, pero no puedo decirle que nunca lo haré en un ambiente como ese, la cantidad de invitados casi me da un ataque de pánico, pero pude tranquilizarme antes de tener uno.

Pero estaba sinceramente emocionada por conocer su casa.

Al comienzo de la tarde mis padres me llaman para contarme cómo va su trabajo y preguntarme cómo me estaba yendo sin ellos.

Hoy se irían de Holanda a Berlín, Alemania, está prácticamente al lado, por ende, el viaje no será muy abrumador.

Por más que la palabra esté en mis labios, no me sale decirles que conocí a Cosmo, mamá se pondría muy contenta que tenga un amigo y más si le digo su posición económica, papá estaría igual de contento que mamá por saber que si salí de casa y pude socializar. Pero las palabras no me salen y menos me sale que me prepararé para un baile donde soy la acompañante del hijo de los dueños.

Quisiera contarles, si lo intento. Pero a pesar de todo mi esfuerzo, no encuentro el momento preciso para hacerlo, dejando en el olvido el tema que nunca salió a la luz.

Luego de eso no hice nada realmente relevante hasta las 17:00 donde me empecé a arreglar para estar lista a tiempo. Dos horas después ya solo faltaba ponerme el vestido y los zapatos de taco que me dejo. Durante el proceso no paramos de hablar, verdaderamente le importa que me sienta en confianza con ellos, con él.

Ir con mi antigua bata de seda por mi casa me hace sentir fuera de lugar, como si no fuera la misma chica que llegó aquí hace unos años. Es extraño, pero no me molesta. Puede que esté cambiando y haré que sea un cambio para mejor, intentaré dejar a la antigua niña que me atormenta desde siempre. Lo intentaré.

Me pongo, unos 30 minutos antes de que sea la hora, las únicas prendas que me faltaban, vi en el espejo lo mismo que vi cuando me lo probé por primera vez, solo que mi cara tenía un poco de maquillaje y mis labios un bálsamo casi del mismo color que mis labios. Y ahora las ondas de mi pelo estaban más controladas. Empiezo a arrepentirme de esto cuando escucho el timbre, es temprano todavía y no podía acomodarme bien el corset, necesitaría la ayuda de Cosmo por más vergonzoso que sea dejarlo entrar con la espalda medio desnuda.

Cuando veo a la puerta me encuentro a Cosmo en un traje con una corbata a juego con mi vestido, ese detalle se me hizo muy tierno.

Lo saludo y no puedo evitar mirar su traje, su ropa normal es la que me acostumbre a verle, a pesar de siempre estar con alguna camisa – O la mayoría de las veces- Esas parecen más livianas y sueltas para la época del año, son informales pero formales al mismo tiempo.

-Wanda, es un gusto poder ser tu acompañante la noche de hoy. – Sonríe mientras se inclina suavemente y fije sacarse el sombrero.

Me examina con los ojos de abajo para arriba, deteniéndose en mis ojos, hasta parece no percatarse de lo suelto del vestido, o solo lo pasa por alto. Su mirada se intensifica en mis ojos, y parece que me conoce de toda la vida.

- Estas hermosa, sabía que tengo buen gusto, y no es la excepción.

-Y vos tampoco estás nada mal. – Dijo continuando con su halago. – Gracias por el vestido, es muy lindo, y el talle no está nada mal.

Le quiero dejar entrar, pero pienso una forma de hacerlo para que no vea lo torpe e inútil que soy con un maldito corset que no llegó a anudar.

-Te tendría que agradecer a vos por dejarme verte así Wanda. Soy muy observador, sabía que te quedaría bien. -Mis pensamientos desaparecen y le prestó especial atención a sus palabras, intentando no ser un tomate, con éxito.

-Si... hablando de vestidos, necesito tu ayuda con el corset. – Lo dejo pasar para acomodarme frente a un espejo y veo que se acerca por detrás.

-No te rías, es vergonzoso.

- ¿Qué me pidas ayuda para atarte algo? Me rio por lo patético que es que te de vergüenza eso. -Su mirada se dirige a mi espalda y empieza a acomodar y enganchar para ajustar el corset.

- ¿Alguna vez hiciste esto antes? -Sus manos parecían tan expertas deslizándose sobre la tela que la curiosidad me ganó.

-Alguna vez, quizás. ¿Así está bien? -Casi no siento la presión de la tela, no la ajustó demasiado, pero tampoco queda suelta.

Si mi madre me viera con un vestido como este no me dejaría respirar con este corset, siempre quiso remarcar de una forma exagerada mi cintura, pero ahora se veía natural y me encantaba.

-Si, está perfecto. Gracias Cos.

-Un placer Wan. -Digo de forma inconsciente su apodo y él me imita de forma burlona.

Cambia rápidamente de tema y me pregunta si se bailar, e intenta darme unas clases cortas para la práctica.

Estamos en la entrada de casa, corrí una mesa que no hacia mas que estorbar y eso nos dio el espacio suficiente para poder acomodarnos. Me tomó delicadamente de la cintura y me pide que siga sus pasos, pero no puedo ni concentrarme en mi respiración cuando siento sus manos tan livianas como si estuviera imaginando su agarre sobre el vestido que él mismo eligió para mí.

Ya hacía tiempo que me desacostumbre al continuo contacto que tienen las personas, para ayudarlas, para mostrar afecto o simplemente contacto accidental. Siempre procuraba que nadie me molestara y esto no lo hacía.

-No no, tienes que moverte a la izquierda, seguí el ritmo de mi cuerpo.

- No puedo seguirte idiota, vas muy rápido. Sos el peor maestro de la historia. – Replico ya cansada de este intento de práctica.

Solo faltaban unos minutos para irnos y el tiempo adelantado por el que había venido a ensañarme se estaba agotando sin dar resultados.

- yo no soy malo, vos sos la que no puede aprender. Enseño como los dioses que no lo aprecies no es mi culpa. – Sí seguro, no era nada bueno, pero ignoro lo que dice para centrarme en lo que intenta enseñarme.

-Sí seguro, creo que deberías salir porque me estoy ahogando por el espacio que ocupa tu ego en esta habitación.

De forma repentina empecé a seguir su ritmo y me pude guiar mejor con sus pasos, me sorprendí con la naturalidad con la que lo hacíamos, parecía que bailábamos todos los días, desde niños.

Después de varios intentos, y pisadas intencionales de mi parte, porque Cosmo a pesar de todo seguía con su gran ego, logramos llegar a un acuerdo donde ambos bailamos bastante bien. Y salimos para ir a su casa.

Si era un buen maestro, pero nunca se lo voy a confesar o decir a alguien en voz alta.

Como tampoco voy a admitir el aumento de mis nervios cuando salimos de casa, como tengo miedo a fracasar o a echar todo a perder.

Las cosas en el baile no podrían salir bien, quería darme vuelta y decirle que me arrepentí, que no podría hacerlo. Pero no pude, no después de todo lo que hizo porque fuera.

_________________________________________________

Nota del autor:

Me acabo de dar cuenta que tengo más lectores en México que en mi propio país, aguante México los quiero.

Espero que les guste el capítulo :)

Si votan o comentan ayudan banda al crecimiento de la historia ;) 

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora