Capítulo 8

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ACLARACIÓN: Este capítulo puede ser un tanto sensible para algunas personas, no busco tomarme como burla por lo que están pasando o lo que pasaron. Trato este tema con el mayor de mis respetos.

El hombre no dejaba de mirarme de una forma rara, sin pensarlo y aprovechando que todavía estaba a unos pasos de mí, y con mi corazón latiendo descontroladamente, me levanto e intento dirigirme por el mismo camino por el que se fue Cosmo, con la esperanza de verlo o alcanzarlo al menos.

Tal vez si lo veía él podría escucharme, tal vez estoy alucinando.

Pero apenas doy unos pasos me detiene un fuerte agarre en mi brazo, dándome vuelta.

Siento que por un momento que todo se detiene y mi corazón deja de latir, pero el amargo sonido de una voz me trae a la realidad poniendo en alerta todos mis sentidos.

- ¿Ya te vas linda? – Dice mirándome de arriba abajo sin ningún intento de disimulo. Su voz me causó escalofríos por la espina dorsal y me dio ganas de vomitar. Su voz es horrible, todo en él lo es.
Me gusta ver a los ojos a las personas cuando me hablan o cuando les hablo, pero con él se me repugna la sola idea de mirarlo.

-S...si, mi novio está esperándome. – Miento con la esperanza de que entre en razón o decida irse por la idea de que me estén esperando.

Suéltame.

Pero burlándose de mis pensamientos, su agarre en mi brazo aumenta cuando intentó liberarlo y suelta una risa seca.

-No te gastes en mentirme princesa, vi que se acaba de ir ¿quién es tan estúpido como para dejarte sola en una plaza de noche? Te aseguro que yo no. – Me da asco.

Cuando termina esa frase me jala hacia él cortando cualquier distancia.

Su ropa manchada se juntó con mi vestido perfectamente limpio, algo tan hermoso estaba siendo arruinado. Ya no tenía ganas de traer puesto ese vestido nunca, no luego de que se mezclara con su olor y suciedad.

Intento hacer tiempo forcejeando, con la esperanza de que Cosmo vuelva rápido, tan solo se fue hace unos minutos.

Mi cuerpo es completamente vulnerable ante él, sus brazos son el triple de gruesos que los de él, su altura me hace ver más indefensa. Tal vez con la ayuda de Cosmo haga algo, tal vez tome conciencia de su estado.

- ¿De dónde vienen? Estas tan bien vestida, que casi me da pena manchar tu lindo disfraz. – La única pena que sentía yo era no haber ido con Cosmo cuando me lo propuso.

Su aliento a alcohol me repugna.

-Si no quieres manchar el vestido suélteme, así no le pasara nada. Por favor. – Le suplico, por más que odie hacerlo en mi mente no pasa ni por un segundo ese antiguo pensamiento del odio a mí misma que me generaba suplicar, pero no veo ningún rastro de duda en él.

Vuelvo a intentar separarme cuando pone la otra mano en mi espalda baja, gritó, pero saca su mano de mi brazo y me tapa la boca. Me remuevo más, le pegó con los brazos. Pero es más fuerte, más grande.

No sé en qué momento logra tirarme al piso y subirse arriba mío, inmovilizando mis piernas y teniendo con una mano mis brazos.

No, No - ya ni reconozco mi propia voz, ni pienso las palabras antes que salgan de mi, en un intento desesperado de que esto termine. -. Por favor...

Me siento asquerosa, sucia.

Intento desconectar mi mente de la realidad y espero que sepan que intento resistirme, que lo intente, que, sí le dije que no, que intente gritar, pero me acallo. Hago lo que puedo. Intento convencerme de que no es mi culpa, mientras siento su mano y sus labios en todo mi cuerpo, que solo quise estar sola y esperar a Cosmo.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora