Pᴇϙᴜᴇɴ̃ᴀ Cʜɪᴠᴀᴛᴀ [Jack Conway]

[C A P I T U L O 22]

El rostro de ______ permanecía neutro, tratando de asimilar lo que había pasado. Puede que un ataque de irracionalidad le haya jugado una mala pasada, pero lo hecho, hecho está.

El cuerpo de Jack yacía en el frio suelo, un tiro certero en el entrecejo acabó con él. El pobre casi no tuvo tiempo de procesar lo que le ocurrió.

Puede que una mala interpretación de las cosas haya causado todo, lo que para Conway fue una frase sin sentimiento y un rostro inexpresivo, para _______ fue una clara muestra de desprecio. Puede que este enloqueciendo -que seguramente sea lo más probable-, pero juraría haber visto odio y asco en la mirada del ahora difunto.

Sin culpa se giró para mirar a Juárez, que se encontraba con un semblante orgulloso admirando la grotesca escena, y un poco sorprendido por el "buen" accionar de su subordinada, al parecer el "lavado de cerebro" había sido exitoso.

La castaña se acercó al cadáver, y por el poco respeto que le tenía, bajo sus parpados dejando sus ojos cerrados. Lo próximo que hizo fue dejar el arma sobre la mesa y observar el panorama.

Sobre un tanque de lata, probablemente de nafta, había un bolso y en la puerta del lugar, los últimos dos hombres que le quedaban a Juárez.

El silencio que reinaba en la habitación le permitió pensar con tranquilidad. Le extraño que la desesperación no la invadiera, quizá en otros momentos estaría huyendo despavorida; nunca en su vida se imaginó que ella sería capaz de quitarle la vida al hombre que ama, o que amaba, estaba tan confundida, ni siquiera podía decir si alguna vez lo amo o si solo era gratitud mezclada con admiración.

Por otro lado, el "mafioso" se encontraba algo apurado, no sabía qué coño era lo que pasaba por la cabeza de ________ ni tenía tiempo de averiguarlo, lo único que quería era irse lejos de la ciudad, antes de que dieran con el cuerpo del superintendente y lo llevasen a la Federal por cómplice de homicidio.

—Querida, es hora de irnos —mencionó, sacando de sus pensamientos a la muchacha— ¿O quieres que nos encuentren con las manos en la masa? —una risa sin gracia se resbalo de sus labios, ella lo miro alzando una ceja. Era la primera vez que lo veía así, de manera inquieta e intranquilo y, porque no, asustado.

—¿Te quieres ir ahora? —interrogó _______, volviendo a tomar el arma que estaba sobre la mesa —¿Cuándo la diversión recién comienza?

Una sonrisa casi tétrica se pintó en los labios de la castaña. Ella no estaba dispuesta a irse, quería estar ahí cuando la ciudad comenzara a irse poco a poco a la mierda, al menos hasta que puedan encontrar un reemplazo y que pueda acomodar el probable caos que se provocaría una vez que sea pública la muerte de Conway.

—Si no vienes me veré obligado a entregarte —advirtió Juárez, no le convenia estar lejos de ella, sabía muchas cosas, lo suficiente como para hundirlo, ya sea de forma legal o en manos de otras mafias.

La muchacha lo miró con confusión y con un intento de ceja levantada. Era bastante descarado de su parte que después de todo quisiera seguir chantajeándola para hacer cosas que solo eran beneficiosas para él. Nuevamente volvía a sentir la motivadora sensación de la adrenalina corriendo por sus venas. Si la pillaban le darían perpetua por el superintendente, porque no agrandar el combo y llevarse consigo un gusano.

La expresión de su contrario se tornó más nerviosa cuando vio a ______ apuntar en su dirección. Miró en todas las direcciones, buscando otra arma para dar un poco de lucha, pero no la encontró.

—Eres tan idiota que trajiste solo un arma —comentó la chica, antes de disparar sin remordimiento en el medio del pecho. La sangre comenzó a brotar de su pecho, entre sus últimos alientos se pudo distinguir un "zorra".

Lo observó, como sus ojos iban perdiendo el brillo de la vida

—Al final, vas a ser tú quien se salga en un cajón —murmuró con burla. Un comentario que ni siquiera ella sabía cómo se atrevió a hacerlo y a repetirlo en voz alta.

Mientras tanto, los dos hombres corrieron a ella, sin desfundar sus pistolas, no quería problemas. Siguieron con la mirada a la joven, que se acercaba lentamente al bolso y lo abrió; en su interior se encontraban los últimos billetes de Juárez, quizá unos cuantos miles o incluso un millón de dólares.

—Para ustedes —dijo, extendiéndolo hacia ellos — yo no los vi, ni ustedes a mí. No nos conocemos.

Con gusto aceptaron el dinero, el poco aprecio que tenían por su jefe se fue al ver los billetes. Y no tenían nada en contra de la chica como para oponerse a su oferta, era plata suficiente como para escapar de la ciudad y comenzar una nueva vida.

Al tiempo que sus cómplices salían del lugar en lo que supuso era el coche de uno de ellos, ______ se tomó unos segundos para apreciar lo que había hecho en menos de un día. Sentía que todo el rencor e ira que había guardado a lo largo de su vida lo desquito quizá con personas inocentes, o no tan culpables. Sin embargo, no permitió que la poca culpa colmara su consciencia.