[C A P I T U L O 7]

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Los tres salieron de comisaría por la parte trasera y caminaron hacia el auto, donde los esperaba su amigo gallego.

-Yo creo que a Papu le hace falta una alegría-comentó Gustabo

-Yo creo que alguien ya se la está dando, eh ______-dijo Horacio con tono picante, dándole un codazo a la nombrada.

-Yo creo que te inventas muchas historias-contestó la chica, de forma burlona pegandole unas leves palmadas en su hombro.

-Pero no lo negaste-intervino Gustabo, haciendo que su amigo de cresta comenzara a reír.
Ella solo río, para luego adelantarse y llegar con Segismundo, a quien se lo veía algo preocupado.

-¿Estás bien?

-Si ustedes, ¿Les ha hecho algo el supermariconetti ese?-preguntó, viendo como llegaban sus otros dos compañeros.

-No, tranquilo Segis-contesto ______ sonriendole en un intento de calmarlo, cosa que pareció funcionar.

-Estamos de puta madre-dijo Gustabo.

Estuvieron un rato-unos diez minutos máximo- contándole al de buzo a cuadros lo que había pasado dentro del despacho, exagerando en alguna que otra frase.

-Así que, ahora hay que ver de donde cojones sacamos ese número-finalizó la chica, dejando ver algo de inquietud en su voz.

-Tranquila, ya veremos como-dijo Horacio, mientras Segismundo ponía una mano sobre el hombro de ella y Gustabo asentía al tiempo que sonreía levemente.

-Ahora podemos dar una vuelta-propuso Gustabo-ir a tomar algo y luego ver que hacemos.

Todos aceptaron la oferta, y se montaron al vehículo amarillo. Ésta vez, ______ iba de conductor, y Horacio de copiloto.

Al llegar a destino, bajaron y cerraron con seguro el coche. Una vez allí se pasaron unas tres horas debatiendo como encontrarían ese numero telefónico, o siquiera alguna pista del Sapo Juárez.

La noche ya estaba comenzando a caer sobre la ciudad, y la pequeña banda dicidió tomar rumbo, cada uno a su casa.

Estaban adentrándose a unas calles algo desoladas cuando la chica-quien ahora iba en el asiento tracero-noto que una camioneta negra los seguía.

-Métele caña Gustabo, que nos siguen
-dijo la pasajera de atrás, viendo como otra camioneta entraba, por el carril derecho, a la calle.

Los coches siguieron acercándose, hasta chocar su trompa con la parte trasera, logrando desestabilizar el vehículo, obligándoles a frenar.
Rápidamente los de las camionetas negras se bajaron apuntando sus armas, dispuestos a disparar si así fuera necesario.

-Bajen del auto, con las manos arriba-gritó uno de ellos.

Con cuidado de no hacer ningún movimiento brusco, hicieron lo que les pidieron.

-Al auto, chiquita-gritó nuevamente mirando a la chica, señalando la camioneta a la cual debía subirse.
Pensó en negarse, pero eso solo empioria las cosas. Sin contar de que corría el riesgo de que le dispararan a sus compañeros. Así que se subió sin ofrecer resistencia alguna y juntando sus manos para que sean precintadas.

Una vez arriba observaba como Gustabo, Horacio y Segismundo también eran obligados a subir a la otra camioneta.

-¿A dónde vamos?-Preguntó ______ seria, manteniendo su compostura. No recibió respuesta alguna, solo una mirada a través del espejo retrovisor.

Pᴇϙᴜᴇɴ̃ᴀ Cʜɪᴠᴀᴛᴀ [Jack Conway]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora