Capítulo 7

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Había llegado la hora de la verdad. Me encantaría decir que después de ese mensaje, respondí con algo hiriente y gané la batalla pero sería una mentira. Solo necesité leer "Princesa" para darme cuenta de lo estúpido que había sido. Aún me costaba creer que ese hijo de la gran puta, era el mismo que un mes antes me había amenazado, el mismo magnate insensible que había anunciado públicamente que obtenía lo que quería. Asco me daba saber que tenía razón Christopher, que realmente se había referido a mí.

No podía aceptar lo bajo que caí, lo sumiso y asquerosamente necesitado que debí lucir mientras me follaba. Había perdido el rumbo, había sido una víctima idiota y ciega. Después de ese mensaje, todo se congeló, había pasado una semana y aún no podía salir del estado de shock, de literalmente tener las neuronas frizadas dentro de mi cerebro, impidiendo que encontrara una respuesta lógica a su actuar, una sola respuesta que me indicara por que había decidido usarme.

Y si...soy el mayor idiota del mundo porque aún sabiendo que tiene el poder de destruirme, sabiendo que tiene ojos y oidos en todos lados, sabiendo que la amenaza de lanzar a las redes un video donde mi actitud sumisa y bochornosa acabaría conmigo, yo había decido no asistir a ese lugar. Tenía miedo, si, estaba cagado de miedo, no quería amanecer sabiendo que mi culo iba a estar en todas las páginas del país pero no podía ceder a su amenaza, no iba a dejar que volviera a tocarme, así tuviera que marcharme a otra ciudad, nunca más Joel Pimentel, iba a ponerme un dedo encima.

Había pasado la semana pensando, bueno, tratando de hacerlo, tratando de encontrar una salida que no pusiera en riesgo mi moral de por si, casi extinta pero nada se me había ocurrido, me tenía de los huevos y por si eso no bastara, el idiota me había bloqueado de la aplicación. Estaba de manos atadas, sin posibilidad de hacer algo que me ayudara a salir del asunto y estaba frustrado, era muy difícil mi posición porque caí como un imbécil directamente a la jaula con el lobo.

Supongo que él daba por sentado que yo asistiría a ese hotel, que le juraría lealtad para convertirme en "su perra hasta que él decida" y que tendría en control sobre mi existencia pero yo no iba a permitirlo. Sabía que esto no iba a acabar bien pero estaba decidido a demostrarle que no era un cobarde, que no iba a dejarlo usarme cual trapo de cocina a base de amenazas, si el video salía, si realmente las redes se llenaban de mis gemidos y súplicas, entonces me iría. Empezaría de cero en algún lugar donde nadie conociera mi pasado.

"Tic Toc Princesa"

Diez minutos antes de las nueve, el celuar iluminó la pantalla para dejar todos los vellos de mi cuerpo en punta. No sabía si era una amenaza, si era un recordatorio o si simplemente estaba jugando pero si el objetivo era hacerme entrar en pánico, lo había conseguido. Temblé por un momento, acomodándome a la idea de que verdaderamente cumpliera su amenaza y la verdad es que no quería que nada de eso pasara, no quería irme de la ciudad, no quería dejar mi apartamento, no quería perder lo único real que tenía en mi vida. Si Chris se enteraba de eso, estaría decepcionado de mí y a diferencia de lo que siempre le digo, la verdad es que su amistad era más importante que nada en mi mundo. Tomé una decisión rápida, era ahora o nunca.

"En camino"

Envié la respuesta lleno de enojo, había incumplido a mi propia palabra. Era difícil no molestarme cuando él actuaba de esa despreciable forma, primero me humilla, luego me amenaza, después aparece para agitarme y yo no tengo opción, esto tiene que acabarse, no puedo permitir que siga teniendo el control sobre mí porque aunque me costara admitirlo, lo tenía, no de la forma que quería pero lo tenía.

Literalmente volé el camino a ese maldito hotel, hotel lujoso e impactante que me había hecho vivir una noche increíble para después hacer que me reventara contra el suelo. No fui agradable con el hombre de la recepción, no venía a hacer amigos, así que tomé la tarjeta y subí al ascensor. Verme reflejado en los espejos me dió más rabia, aún tenía marcas de sus mordidas y chupones, marcas que en su momento no me importó tener pero que ahora me molestaban.

Tomé una cantidad de aire exagerada antes de abrir la puerta, no sabía si estaría ahí esperando o si sería yo el primero en llegar.  Atravecé el humbral enojado, asustado, precavido, no quería sorpresas pero después de algunos minutos de inspeccionar el lugar, confirmé que el idiota no estaba, eso me enojaba más, además de tenerme donde quería, se daba el gusto de demorarse y eso solo elevaba mi nerviosismo y enojo.

Esperé... esperé y esperé, había pasado toda una hora y el maldito no se presentó, pensé en enviarle un mensaje para cagarme en sus muertos pero me había bloqueado...de nuevo. Esto ya era el colmo, no iba a permitir que usara mi vida un segundo más, estaba decidido, si quería subir el maldito video pues que lo hiciera, yo me iba a largar de aquí y no volvería a responder si es que alguna vez volvía a hablarme. Al final, solo estaba jugando conmigo, jugando a manipularme a su antojo pero no más. Me dirigí a la puerta con paso seguro, Erick Colón nunca había carecido de seguridad y este no iba a ser el primer episodio.

-¿A dónde crees que vas, princesa?

La sangre prácticamente se congela dentro de mi cuerpo, cada vello de mi nuca se eleva en respuesta a la sensación de odio, rabia, asco y... excitación insana que se apodera de mí. No puedo creer que mi cuerpo me traicione de esta manera, que mi ingrato corazón se salte un latido ante el recuerdo de la noche salvaje que vivimos juntos. Me despojo de esos pensamientos impuros y levanto la mirada muy lentamente, demasido, tanto que yo mismo creo que me muevo en cámara lenta.

Él a penas reacciona ante mi movimiento, casi pienso que logré mi cometido pero fallo olímpicamente y antes de que pueda llegar a donde quiero, mi pecho se encuentra contra la puerta, inmóvil, rígido, completamente preso del suyo que impide que pueda escapar. Una de sus manos sujeta las mías por encima de mi cabeza, la otra...la otra está metida debajo de mi camisa, apretando mi cintura con fuerza y duele.

-Suéltame. -Chillo con menos fuerza de la que quiero y trato muy inútilmente de alejarme pero el idiota no parece querer acceder. -¡Suéltame idiota!

-¿Para qué? ¿Para que vuelvas a intentar golpearme? -Su voz gruesa y varonil, se cuela por mis oidos, enviando sensaciones que no quiero tratar de comprender.

-¡Que me sueltes! -Me empujo contra su cuerpo en un intento de tomarlo desprevenido pero acto seguido me arrepiento, sentir su erección rozando mi trasero, no ayudaba en nada. -¿Qué...cómo puta mierda estás excitado? ¡Estás enfermo! -Grito confundido, una cosa es que hayamos follado y obviamente se pusiera duro pero ahora...

-Tranquila princesa, ahorra tus energías, todavía tengo unas cuantas cosas que hacerte. -El idiota se burlaba de mí, se burlaba y yo era incapaz de hacer nada. Quería patear sus bolas y salir de acá pero mi cuerpo me traicionaba y la voz jodidamente sexy que usaba pegado a mi cuello... simplemente me hacía querer sentir más.

-No me llames princesa, no soy una mujer.

-Si fueras una, no te tendría aquí ahora, no me gustan las vaginas. En cambio tú...pequeña y sumisa princesa...

-Eres un asqueroso, suéltame ya. -Pataleé cual niño con berrinche, tenía su erección en el trasero y su boca rozando la piel de mi cuello, estaba logrando excitarme y eso no lo podía permitir.

-¿Asqueroso? -Habló riendo, seguía burlándose de mí y ahora había empezado a moverse contra mi cuerpo, friccionando su completamente duro miembro en mi trasero, haciendo que se me dificultara la toma de decisiones sanas. -Tú eres mucho más sucia de lo que quieres admitir, engañas a todos con tu carita de princesa pero bien que te gusta que te den como una zorra.

-¿Qué?

-Te lo dije, tengo pensado hacerte muchas cosas todavía, lo dije públicamente...cuando pongo mis ojos en algo...no me detengo hasta que lo consigo y yo...puse mis ojos en tí, puse mi polla en tí y eso te convierte en mi perra...mía y de nadie más.

Quien solía ser ll JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora