JoelLa confirmación estaba en sus ojos, ese par de esmeraldas puras que brillaron al hablarme y yo sentía tanto miedo. Él me había convertido en un psicópata que lo observó durante mucho tiempo, me convirtió en la clase de desesperado que paga por poder tenerlo, me convirtió en el alma oscura que se nubló una noche y lo hizo suyo sin comprender que lo dañaba pero también me convirtió en un ser que siente, que tiene en su pecho un corazón caliente y vivo que late por solo ver su sonrisa de niño perfecta, me convirtió en limosnero de su vida, mercenario de su amor, esperando callado a que pudiera sentir lo mismo que yo hace mucho tiempo sentía por él.
-¿Qué pasa? -Su expresión era preocupada, buscando en mis ojos la respuesta a la imagen que le estaba dando, intentando leer que clase de sentimiento albergaba justo ahora.
-No pasa nada. -Mi voz era solamente un susurro ronco y crudo, el nudo estaba en mi garganta impidiendo a las palabras liberarse, acorralando el intento de expresarme.
-¿Por qué...por qué parece que vas a llorar? -Porque precisamente eso estoy a punto de hacer y no quiero que me veas, pensé.
-No...solo...abrázame. -Sabía que estaba rompiendo el momento de volver a tomarlo, que enfriaría el deseo y quebraría lo que posiblemente iba a ser un encuentro más que hermoso y deseado, al menos por mí pero realmente me encontraba indispuesto.
-¿Estás bien? -Si me abrazó, se acomodó en mi regazo y escondió su carita en mi cuello pero notaba en su voz que realmente estaba preocupado.
-No...yo...solo quiero sentirte un rato así. -Mi agarre en su cintura se incrementó y escuché su suspiro derrotado, ya está, la había cagado y ahora seguro que me mandaría lejos.
-Voy a contarte algo...-Habló después de un largo silencio y todos mis sentidos se activaron nerviosos pero no interrumpí. -Tú no eres el único que ha cometido errores, yo noy soy una blanca paloma y mucho menos un ejemplo a seguir, siempre he hecho con mi vida lo que he querido sin importarme los demás. He hecho daño a otras personas, tal vez sin darme cuenta o tal vez aún sabiendo pero al final, solo me he preocupado por mí y eso no está bien. Nunca voy a olvidar lo que pasó esa noche, me heriste y me dolió pero he aprendido a verte y me has demostrado que eres mucho más que eso, eres mucho más de lo que le admites a la gente, más de lo que te admites a tí mismo. No quiero pensar como o cuando pero también he desarrollado sentimientos por tí, no estaría aquí ahora si no fueras importante.
-Princesa...
-Yo tal vez no estoy enamorado con la misma fuerza que tú pero se que no había sentido antes esto que me provocas. No se si es amor limpio, no se si es costumbre de saber que estás ahí o si es agradecimiento porque tú estás enamorado y este tiempo me lo has demostrado pero creo que al menos estoy en camino a eso. Yo cuando amanezco, me siento bonito por dentro al leer tu mensaje, me gusta despertar con tus buenos días y dormir con tus buenas noches. Yo realmente me siento bien contigo y me gustaría que...que...
-¿Qué?
-Que si tú quieres, podemos...intentar algo. -Su voz había bajado tres octavas, un pequeño temblor comenzó a recorrer su cuerpo y yo solo quería mirarlo a la cara. Separé su rostro de mi cuello y casi me ahogo cuando vi su precioso sonrojo avergonzado.
-¿Tú en serio...en serio quieres? -El corazón se me quería salir del pecho, él asintió pequeñito mientras esperaba por mi respuesta y yo quería morir de felicidad, todo lo que había estado deseando durante más de un año, estaba justo delante de mí. -Bebé...yo...yo...quiero que seas mi princesa.
-¿Quieres que seamos novios? -¿Acaso había algo más perfecto que Erick sonrojado y nervioso, desnudo y suave sobre mí?
-¿Tú quieres? -Cuestioné nervioso mientras lo miraba a los ojos y de paso me perdía en ellos.
-Si.
Su respuesta fue un susurro sutil y delicado, casi avergonzado pero fue más que suficiente para hacerme volar. Sin pensarlo otra vez, tomé sus labios con los míos y lo besé de la forma más pura que pude, tratando de demostrarle cada pequeño detalle del gigante sentimiento que guardaba para él. Se entregó a mí como el ángel que era y pude distinguir el sabor salado de algunas lágrimas que para ese momento no sabía a quien de los dos pertenecían porque yo estaba llorando a la par de él.
Los minutos pasaron mientras nuestros labios se disfrutaban y el amor se abría paso entre los caminos pedregosos de nuestro pasado, rompiendo las barreras que nos separaban de nosotros mismos, subiendo los peldaños del puro sentimiento que se instalaba firme entre los dos. Su cuerpo ardía encima de mí, moviendo delicadamente su figura para crear un roce sublime en los lugares correctos, perdiendo poco a poco la inocencia para convertirla en la pasión creciente de dos cuerpos que habían liberado las cadenas que los ataban a la tierra, permitiendo así que subiéramos al firmamento del deseo incontenible de amarnos en lo físico y lo etéreo, Erick era etéreo.
-Te deseo tanto, princesa, permíteme hacerte el amor como te mereces. -Susurré en su boca mientras mis manos acariciaban la tierna piel de sus muslos desnudos.
-También yo...-Su jadeo fue un permiso acompañado de un movimiento que rozó mi intimidad, invitándome a seguir, a explorar, a no determe más porque ahora estaba liberado de mi propio castigo que me impedía tomarlo.
-Quiero sentirte, amarte, quiero estar en tí para llenarte de mí...¿Puedo princesa, puedo hacerte mía?
-Si...soy tuya... completamente tuya.
"Completamente tuya"
Como si sus palabras fueran gasolina, encendió el completo fuego del deseo y pedí en silencio para que no acabara nunca. Deposité su excitado cuerpo en la cama y me acomodé entre sus piernas abiertas, me deseaba como yo a él y no perdí más tiempo. Lo besé con fuerza, con ansias, con pasión y adoré sus gemidos, le gustaba que fuera dominante y yo encantado lo sería, siempre sabiendo que había un límite que no volvería a cruzar pero permitiéndome ser lo que él quería.
Mi erección se establecía justo en su entrada, haciéndome sentir su humedad y dejando que mis movimientos lo rozaran sin entrar, quería hacerlo, obviamente moría por estar en él pero iba a disfrutar de su cuerpo todo el tiempo que pudiera. Bajé mis besos por su cuello, dejando algunas marcas y mordidas pequeñas que él recibía y me agradecía con gemidos. Estaba completamente entregado, fascinado y perdido cuando bajé y bajé más, cuando mi lengua rozó su entrada.
-Haz...hazlo... ahí...bésame ahí. -Lo pidió mirándome a los ojos y me perdí en el extenso significado de su expresión, él realmente estaba siendo receptivo y completamente mío.
-Como pida mi princesa. -Dije por última vez antes de sonreirle y sumergirme entre sus piernas para disfrutar de su sabor, para impregnarme de sus gemidos mientras yo lo preparaba con gusto y completa ansiedad.
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Quien solía ser ll Joerick
FanfictionA mis treinta y cinco años, puedo decir sin dudar que soy la persona más feliz del mundo. Mi carrera, mi trabajo y cada detalle de mi economía, funcionan de la manera correcta. Estoy felizmente casado con el hombre que me ama de la misma forma en qu...