Capítulo 16

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Esa noche no vino a mi apartamento, no me llamó, no me mandó ni un mísero mensaje. Yo me había dormido tarde, bastante a decir verdad pero me era imposible pegar ojo sin saber de él, me consumía el orgullo pero realmente lo extrañaba y más con lo que pasó en su despacho. Recapitulando... literalmente me aparecí ahí sin avisar, luciendo jodidamente desesperado, siendo observado por las personas adineradas e indiscretas que presenciaron el momento. Joel no estaba contento, se que no le gustó que fuera pero yo no pude evitarlo, él dijo que estaba enamorado de mí, entonces, yo no podía compartirlo con nadie.

Había despertado hacía unas dos horas pero no tenía su típico mensaje de buenos días, quise creer que no me dolía pero la verdad era otra. Mientras me comía unas tostadas con mantequilla, mi mente divagaba en nuestro último encuentro, en lo serio que se puso cuando me habló, en lo bien controlado que se dirigió a sus acompañantes, en lo jodidamente caliente que se veía cuando me habló a mí pero al mismo tiempo...yo sentía que la había cagado, al final del día, era un hombre de nogocios, con medio país a su disposición, un carácter y una imagen que mantener y yo era un simple chico que había irrumpido en su despacho, interviniendo en su reunión.

Sentía vergüenza de mí mismo en estos momentos, seguro que por eso ni siquiera me buscó. El corazón se me apretó un poco en el pecho, me había acostumbrado tanto a él que ahora me parecía que estaba vacío y esa era una mala señal, muy mala y muy deprimente. Suspiré sacudiendo mis propios pensamientos autodestructivos y me acosté en el sofá para encender la tele, no saldría de casa hoy, no tenía nada que hacer y aunque en mi cabeza seguía dando vueltas la idea de conseguirme un trabajo, esperaría a mañana para ponerme a ello, dejaría que mi ánimo mejorara antes y al parecer, no saber de Joel, me dolía más de lo que quería aceptar.

Me quedé dormido en el sofá por un largo tiempo, cuando volví a abrir los ojos, se notaba que estaba nublado afuera, miré el reloj de mi muñeca y me sorprendí al ver la hora. Pasaban las tres de la tarde, dormí mucho más de lo que creí y es que era normal, me había pasado la noche en vela esperando por algo que no llegó. Revisé otra vez el celular con la esperanza de tener alguna llamada perdida o un mínimo mensaje de ese hombre pero no había nada, ni siquiera Chris me había escrito. Decidí que me ducharía y me tiraría en la cama lo que quedaba de día, me sentía miserable y no tenía fuerzas para nada pero de todas maneras tome una decisión, si él se había enojado por lo que hice, aún así teniendo su razon para ello, yo no iba a hacer nada más, él eligió su camino, dejarme de lado, yo haría lo mismo, a fin de cuentas, estaba claro que Joel había puesto su orgullo por encima de lo que decía sentir por mí.

Entré a la ducha y disfruté del agua caliente por largos minutos, me gustaba mucho como el jabón líquido dejaba mi piel, suave y lisa, con un olor delicado pero notorio. Al parecer, la falta de relaciones sexuales por un tiempo largo como lo era un mes, había pasado factura a mi cuerpo y terminé masturbándome, colocando dos dedos en mi interior mientras me sostenía de la pared de azulejos. No era para nada igual que sentirlo a él jodiéndome pero en algo aliviaba mi necesidad y me permití disfrutar un poco. El agua seguía mojando mi cuerpo, caliente y constante y fui intensificando progresivamente mis movimientos para...

-Eres una princesa bastante mala. -El tono de voz oscuro me hizo gritar, mis dedos abandonaron mi interior y me volteé buscando al dueño de mis pensamientos. Casi me arrepiento, verlo ahí, con su grueso labio inferior atrapado entre sus dientes mientras me devoraba con la mirada, era casi como caminar al infierno y sentirte orgulloso de ello.

-¿Qué...

-¿La princesa está juguetona? -Cuestionó sin dejarme hablar, tampoco es que pudiera, estaba excitado a más no poder y verlo desnudo y listo para entrar a la ducha, no ayudaba en nada.

-¿Dónde estabas? -Susurré mi pregunta, me temblaba el cuerpo pero necesitaba saber.

-Mi pequeña está celosa. ¿Por qué estás celosa, princesa?

-¿Por qué no llamaste? -Me tembló la voz, él había colado una pierna dentro de la bañera  y su mirada depredadora no me dejaba respirar correctamente.

-Fuiste una mala niña, irrumpiste en la reunión y merecías un castigo. -Esa sonrisa diabólica que adornaba su precioso rostro, me daba tanto deseo de golpearlo como de rogarle porque me tomara sin embargo di un paso atrás, me sentía pequeño e indefenso.

-Pero...

-No princesa, no vas a dar explicaciones justo ahora. -Colocó dos dedos sobre mis labios haciendo que mi piel se erizara y avanzó. -Quiero hacerte pagar por portarte mal y quiero que grites mucho, princesa, me encanta cuando gritas y gimes mientras te hago mía. ¿Puedes hacer eso?

-S...si...si...

-Lo se bebé, lo se, te gusta mucho cuando entro...¿Cierto? -Él caminaba a mí, haciendo que nuestros cuerpos se encontraran, mi espalda tocando la pared fría de azulejos, mis manos deseando tocarlo por todos lados.

-Mu...mucho.

-Ahora voy a tomarte en brazos y a llevarte a la cama porque quiero disfrutarte en todo el esplendor de tu belleza. Llevo más de un mes sin tocarte, respetándote como te mereces y se que no soy bueno para tí pero ya no aguanto las ganas de hacerte mía. -Tomó mi cuerpo mojado y me llevó a la habitación, yo no podía estar más feliz, me miraba como si yo fuera lo más bonito del mundo.

-Yo...

-Shhh... está bien, amor, si no quieres...

-No...no... claro que si quiero, yo...yo quiero mucho. -Supliqué tomando sus hombros cuando comenzó a alejarse, él creía que yo no deseaba esto y me dolió ver sus ojitos tristes.

-¿Quieres? -Susurró contra mis labios y yo casi lloro de la emoción.

-Tonto...hace un minuto estabas todo macho alfa dominante...-Sonreí mientras me subía sobre él, quedando en su regazo, haciendo que él se acomodara debajo de mí, acariciando levemente mis caderas.

-Lo siento...yo, se que no te gusta y te trae malos recuerdos...

-Shhh...no digas nada, empecemos desde hoy. Olvidemos lo que pasó y solo...hazme lo que desees. Solo...si te digo que pares, paras, te detienes sin peros...

-Sin peros. -Prometió mirándome a los ojos y supe que podía confiar en él.

-Entonces...toma a tu princesa y demuéstrale todo lo que significa para tí.

Quien solía ser ll JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora