Capítulo 11

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-No pasa nada, solo no tengo ánimos para salir.

-Precisamente por eso, que no tengas ganas de salir es lo que me preocupa.

-Chris, solo estoy cansado. ¿Ok?

-Erick...te conozco mejor que nadie en la vida, hace casi un mes que nos vimos por última vez y estabas bien pero todo este tiempo has evitado salir o verme. -Hace casi un mes que pasó lo de Pimentel, hace casi un mes que mi vida cambió radicalmente.

-Chris, no pasa nada. Estoy bien pero no quiero salir, no quiero.

-Amigo...¿Qué te pasa? -La preocupación en su voz era real, tan real como el hecho de que ese idiota había abusado de mí y me ponía los pelos de punta.

-Tengo que colgar.

No dí tiempo a su respuesta, sabía que no aguantaría mucho más si seguía tirando de los hilos y la verdad era que estaba avergonzado de mí mismo, lo que pasó esa noche, había cambiado todo de mí. Necesitaba un enfoque nuevo, un horizonte que me alejara de la realidad, algo, cualquier cosa que me hiciera olvidar el dolor físico y mental causado por ese hombre.

Él había intentado buscarme, había aparecido en muchas ocasiones en lugares en los que yo estaba. Por eso dejé de salir, dejé las fiestas, las carreras, las apuestas, el sexo, dejé todo. Después de esa noche, la verdad es que no salí más en horario de fiestas, sabía que me buscaría y traté de evitarlo pero no contaba con que apareciera en la farmacia, el mercado, el banco, el imbécil era como una sombra, una sombra repugnante con cara de idiota.

La primera vez que pasó, yo estaba en la fila para pagar en la farmacia, fue un par de días después de pasar ese evento y yo estaba mal. Mi cuerpo dolía y mi parte posterior baja me estaba matando, recordaba cada embestida dura que hizo que mi interior se lastimara. Había acudido porque ya no podía más con los dolores y ahí estaba él, luciendo un semblante sombrío y oscuro pero al acercarse, sus ojos demostraban algo más, algo parecido al arrepentimiento. Antes de que hablara lo amenacé con gritar, con gritar en plena fila para que al menos todos lo vieran, noté pesar en su mirada pero no me importó, estaba viviendo un momento horrible y nada era más importante que yo.

El día que estaba en el banco, no se acercó, solo me miró con el mismo semblante, llevaba una rosa blanca en las manos y a pesar de que momentáneamente me sorprendió, atiné a caminar hacia un guardia de seguridad y eso pareció hacerle entender que no debía acercarse a mí. La peor de todas fue en el mercado, me tomó por sopresa mientras revisaba el estante de los yogures y casi grito cuando lo ví. Lucía bastante...demacrado, desaliñado y un poco más delgado pero caminó hacia mí. Temblé por completo mientras retrocedía, no había nadie a mi alrededor y el frío de las neveras no aportaba nada bueno a mi ya de por sí, congelada reacción.

-No grites...por favor, no voy a hacerte daño.

-Aléjate de mí.

-No voy a lastimarte, solo...solo quiero hablar.

-No quiero hablar contigo, vete o juro por Dios que voy a gritar.

-Dame solo una oportunidad para...

-Vete.

-Princesa...

-¡Qué te vayas joder!

El miedo me había casi dominado esa tarde pero fue diferente que las veces anteriores. Realmente no parecía interesado en hacerme daño, había salido de mi vista cuando le grité y su porte, tan discrepante con su regular actitud, si lo pensaba bien, podría creer que estaba pasándola mal pero de todos modos, yo era mi prioridad y no quería escuchar nada que saliera de él. Esa noche a penas dormí, el recuerdo de mis lágrimas mientras él me dominaba, fue todo lo que estuvo en mi cabeza.

-¿Si? -Respondí al número no registrado que mostraba la pantalla de mi celular, estaba esperando una llamada de un trabajo al que envié mi información.

-No me cuelgues por favor. -La sangre se congeló en mis venas cuando escuché su voz, porque no lo esperaba y porque sonaba demasiado...rota.

-¿Qué haces llamando? -Mi voz no salió como pensaba, tal vez por la sorpresa, tal vez porque era un idiota pero era débil y temblorosa.

-Quiero pedirte perdón. -Él no se escuchaba mucho mejor que yo, no sabía por que pero no encontraba sentido a su tono.

-Quiero que no vuelvas a llamar, que dejes de aparecerte donde voy, quiero que vivas sabiendo que te odio. -Hablé casi llorando, no sabía por que me sentía tan debilitado ante su voz, me odiaba a mí mismo por ello.

-Lo se, lo se. Merezco eso y más, por eso quería hablarte. Voy a ir a la policía, voy a declarar lo que te hice y se que eso no va a hacerte sentir mejor ni a reparar lo que causé pero...quiero que lo sepas. Entiendo que no te importe o que creas que solo es una forma de hacer que me perdones pero no lo es. Quise hacerlo antes pero intenté buscar tu perdón primero, yo...no soy así, no soy bueno, no soy buena persona pero eso fue en contra de todos mis principios y yo mismo no puedo perdonarme. Solo... cuando te llamen a testificar, dí la verdad, dí todo lo que hice.

Decir que me había quedado sin palabras, era poco, literalmente dejé de respirar. No pude responder nada aunque hubiese tenido voz porque él cortó la llamada en cuanto terminó. Me dejé caer en el sofá, mi cuerpo entero temblaba de conmoción, lo que acababa de ocurrir se salía completamente de mi capacidad de comprensión. Su tono de voz, la forma tan lastimera en que se dirigió a mí, la mera idea de ir a entregarse a la policía, me ponía el mundo de cabeza. ¿Por qué un tipo como él, que tenía el mundo a sus pies, correría el riesgo de perderlo todo? ¿Por qué después de todo un mes, él aún insistía en hablarme? ¿Por qué jodida mierda se escuchaba tan mal?

Ninguna respuesta llegó a mí, nada que pudiera darme una luz del por que había decidido entregarse. Entré en pánico, si él iba a la policía, todo el país iba a saberlo, sería la comidilla de la ciudad, todos lo conocían y definitivamente eso sería una bomba, además de que mi nombre saldría en cada periódico y noticiero. No quería eso, obviamente estaba roto por lo que hizo pero algo hacía que justo ahora me sintiera peor. Intenté marcarle de vuelta, como era de esperarse, el número ya no estaba disponible.

Resoplé frustrado y molesto, dolido y sin encontrar que hacer para sentirme mejor. No podía estar pasando esto, no podía realmente creer que él fuera de cabeza a la justicia por...¿Por qué? ¿Por culpabilidad? Ni siquiera era el tipo de persona que tiene escrúpulos. ¿Por vergüenza? No creía que alguien con medio mundo a sus pies, tuviera vergüenza de algo. ¿Por llamar la atención? No... él tenía toda la atención encima, esto solo dañaría su imagen, por lo tanto no tenía sentido pero entonces...¿Por qué ese idiota iría a la policía?

Quien solía ser ll JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora