Capítulo 8

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Todo mi cuerpo quedó congelado ante su amenaza, el idiota realmente se había propuesto convertirme en su perra y yo no sabía que hacer para escapar de sus garras. Permanecía quieto en mi lugar, mi cuerpo contra la puerta, inmovilizado por el suyo que seguía haciendo presión para que no me alejara. Analicé la situación, debía haber alguna alternativa que resultara satisfactoria para ambos sin necesidad de involucrar una cama pero no estaba en capacidad de razonar mucho, no cuando su respiración permanecía en mi cuello y su gran pene, se movía en mi trasero.

-¿Por qué haces esto? -Cuestioné después de darme cuenta de que por la fuerza no podía escapar, era más grande y fuerte que yo.

-Porque quiero. -Habló firme, bajo pero jodidamente cerca.

-¿Qué quieres? No creo que te hayas enamorado de mí a primera vista. -Fui sarcástico, necesitaba saber sus motivos pero no era capaz de entenderlo por mí mismo.

-No seas idiota, obviamente no estoy enamorado de tí, no eres tan atractiva como crees.

-¿Entoces? ¿Por qué no me dejas ir y ya? -No entendía su punto, obviamente había golpeado mi ego pero si no le gustaba, no tenía idea de por que actuaba así.

-Porque eres mía, ya te dije. -Empujó su erección una vez, a pesar de las telas que nos separaban, tuve que aguantarme un jadeo, se sentía bien tener su polla ahí.

-No soy tuyo y deja de tratarme como si fuera una mujer. ¡No soy una jodida mujer!

-Tranquila, no enojes, guarda tus gritos para cuando te tenga clavada en mi polla.

Quise voltearme para golpear su estúpida cara pero de alguna forma me levantó del suelo y solo reaccioné cuando me tiró en la cama. Él me miraba con un maldito depredador, como si tuviera mucha hambre y yo fuera la comida que esperaba llevar a su boca y eso era muy malo, demasiado malo, horriblemente malo. Medité unos segundos bajo la mirada intensa que me estaba dando, tenía que escapar, no podía simplemente quedarme a esperar a que él...ni siquiera sabía lo que quería.

-¿Qué quieres? -Cuestioné enojado, estaba lejos de su alcance, podía huir, tal vez, si es que podía.

-Ya te dije. -Su respuesta fue corta, una mezcla de sarcasmo y prepotencia que me hacía querer pegarle una patada en las bolas.

-No...dime la verdad. ¿Por qué haces esto?

-No tengo que darte explicaciones.

-¿Qué? -Alcé la voz enojado en serio, no podía creer su arrogancia, su idiotez.

-No te exaltes.

-Eres un idiota. Déjame ir, estás enfermo, no es normal lo que haces.

-Vas a convertirte en mi perra, quieras o no y espero que entiendas por las buenas, te va a ir bien si obedeces. -Hablaba de una forma tan extraña, era casi una burla saber que hablaba en serio.

-¿Te estás escuchando? Ni siquiera me conoces, no te conozco a tí, no entiendo que te hace llegar al punto de pagar por...por tener una noche de sexo y fingir ser otra persona..

-Te conozco, se más de tí de lo que te imaginas. -Algo raro brilló en sus ojos, algo incomprensible para mí pero que hizo que toda mi piel se erizara en respuesta.

-Eres un psicópata. -Susurré, no era natural la forma en que esto estaba sucediendo, había algo ahí que yo no podía ver, algo oscuro pero podía sentirlo.

-No lo soy pero te quiero para mí y voy a tenerte. -Su tono fue tajante, sombrío, casi siniestro y mi cuerpo fue sacudido por un temblor inmediato, tenía miedo, miedo real de lo que podían significar esas palabras.

Quien solía ser ll JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora