No sabía lo mucho que necesitaba sus besos hasta que me tomó con delicadeza y nos dió vuelta para que fuera yo quien reposara en la pared. Cuando sus labios tocaron los míos, el tiempo se detuvo y cada latido de mi corazón fue tan fuerte y desenfrenado que a penas podía controlar mis nervios. El beso fue suave, tan diferente a los demás, tan delicado y tierno que me hizo dudar. ¿Por qué se había convertido en esto? ¿Por qué no estaba siendo dominante y posesivo? ¿Por qué me trataba como si yo fuera de cristal?-Estoy enamorado de tí. -La respuesta a todas mis dudas llegó de la nada, en un susurro lastimero salido de su boca.
-¿Qué? -Mi sorpresa fue total, no creía estar escuchando correctamente, no sabía siquiera si había dicho lo que creí escuchar.
-Estoy enamorado de tí. -Repitió un poco más alto sin embargo seguía manteniendo un tono casi inaudible, sus ojos seguían cerrados como si tuviera miedo de abrirlos.
-¿Cómo? -Yo no salía de mi estupor, no podía entender.
-Ven...sentémonos. -Caminamos hasta el sofá, él se sentó con cuidado, le dolía la pierna. Yo me quedé cerca, no tanto como quería pero lo suficiente para que nuestras manos siguieran entrelazadas.
-¿Y bien? -Sabía que tal vez me veía desesperado pero estaba inquieto y necesitaba saber por que había dicho eso.
-Voy a contarte algo pero necesito que me prestes atención, después responderé a todas tus preguntas.
-Está bien. -Los nervios me atacaron cuando su mirada se posó en mí, me sentí temblar bajo su tacto suave en mi mano pero me prometí esperar por lo que diría.
-Hace aproximadamente un año, coincidimos en una fiesta. Tú no te percataste de mi presencia pero yo no pude dejar de verte toda la noche. Llevabas una camisa roja, después supe que era tu color favorito pero lo importante es que lucías como un ángel.
Hizo una pequeña pausa, como si estuviera recordando ese momento y yo no podía saber de que fiesta hablaba.
-Esa noche quise acercarme a tí y casi lo logro pero alguien llegó primero, alguien que te tuvo en su cama por una apuesta. Yo sabía que no buscabas nada serio, solo diversión, se notaba en tu manera de bailar, de coquetear con todos los que no te podían tener pero solo uno fue el elegido, uno que apostó que te tendría esa noche.
Su rostro estaba serio, como si recordar ese momento le creara un conflicto, como si hubiese algo más ahí escondido que yo aún no sabía. Quise nuevamente preguntar, me intrigaba cual fue la apuesta, por que lo sabía él pero me contuve.
-Después de esa primera vez, no pude dejar de pensar en tí, en lo bonito que eras debajo de las luces de un club, de la forma única y exótica que tienes de bailar. Esa noche puse mis ojos en tí pero prometí no acercarme porque no eras para mí. Eras un ave nocturna, con malos vicios y malas intenciones. No lo tomes a mal, soy de la misma forma pero resultaba hipócrita de mi parte querer tenerte para mí cuando ninguno de los dos buscaba eso. Estuve en muchas fiestas, en muchísimas carreras, siempre aposté por tí y nunca me desfraudaste pero tú no sabías, ni siquiera conocías quien yo era. Hubo una noche en que casi me lanzo a tí, había alguien que te estaba molestando, un tipejo cualquiera que se cree Dios pero tu amigo llegó al rescate, tu amigo y su pareja. Esa noche te fuiste pronto y una vez más quedé con deseos de verte, de olerte.
Otra pausa y mi corazón amenazaba con romperse, no podía creer todo lo que decía, no imaginaba que durante un año entero, él estuvo siempre cerca, siempre a un paso y yo no lo noté.
-El tiempo fue pasando y descubrí muchas cosas de tí, donde vivías, los lugares que frecuentabas, tus horarios, aprendí que eras inalcanzable y que a pesar de que rotabas de cama en cama, solo lo hacías con quien tú querías. Te ví muchas veces burlarte de tipos guapos, te vi seducir a muchos que se sentían victoriosos de llevarte a la cama pero que terminaste desechando como simple basura porque tú decidías quien. No me resultaba fácil verte ir con cualquiera con dirección a una noche de sexo pero yo hacía lo mismo, no podía tenerte a tí, entonces buscaba a alguien más.
Sus ojos lucían turbios, apagados y llenos de secretos. Su mano seguía en la mía, como si sostenerme le diera fuerza para seguir su historia. Yo quería reir, llorar, preguntarle miles de dudas pero nuevamente...esperé.
-El día que por fin me viste, ese día en que ibas más que borracho y tropezaste conmigo...no fue tu embriaguez lo que causó el choque, yo estaba desesperado por hablarte, había soportado demasiado tiempo lejos de tí y el desespero me llevó a eso. Se que fui grosero, que te traté mal, se que prácticamente firmé mi sentencia contigo pero tenía que arriesgarme y tenía que encargarme de que no me olvidaras, tenía que llegar a tí de una forma diferente y ahora me siento idiota, sabiendo que vas a odiarme más pero tenía que hacerte sentir mal e inseguro, tocar tu orgullo...para que me reconocieras.
-Pero...-Interrumpí sorprendido, no vi venir esa parte. Él sonrió, no era una sonrisa de alegría, más bien se miraba como vergüenza pero hizo un gesto para que le dejara continuar.
-Sabía que eras orgulloso y te gustaba resaltar, hacerte notar, dejar claro que nadie era mejor que tú y yo me aproveché de ello, si lograba hacerte dudar, ibas a recordarme y lo logré. Se que es una estupidez pero no me arrepiento porque eso me llevó a poder tenerte. Lo que pasó con el club no fue mentira, realmente había un par de idiotas pasando droga en uno de mis locales pero aproveché el momento para decir de manera pública que haría todo lo necesario por tenerte. Rezaba para que vieras las noticias porque solo era para tí ese mensaje.
-Estás loco. -Susurré avergonzado, aturdido de tanta información, saturado de palabras que hasta este momento no había pensado escuchar pero aunque quizás debería patearlo y sacarlo a rastras de mi casa, algo dentro de mí se sentía excitado.
-Si...lo se pero estaba enamorado de tí. Me enamoré de tí viéndote de lejos, tan precioso e inalcanzable y se que para alguien normal, todo esto es muy psicópata y premeditado, tal vez obsesivo pero yo moría por tenerte, moría por estar contigo aunque fuera una sola vez, aunque fuera solo sexo para tí y después borraras mis huellas. Por eso te contraté, por eso te pedí que usaras aquella venda, por eso me hice pasar por alguien más, porque tenía miedo de que al saber que era yo, me rechazaras. Es tonto, lo se pero no me arrepiento, esa noche en que te tuve por primera vez...confirmé que estaba irremediablemente loco por tí.
-Yo...
-Lamento haber sido todo un animal la vez siguiente, nunca voy a perdonarme a mí mismo, nunca voy a tener ni un punto a mi favor por esa noche. Aún no se lo que me pasó, tenía tanto miedo de perderte, cuando dijiste que te ibas, todo se nubló, sentí que te perdía, que mi temor se hacía real y que desaparecerías para siempre. Yo solo quise tenerte, hacerlo duro como se que te gusta, porque se que disfrutabas de hacerlo rudo. No fue mi intención hacerte daño, me odio a mí mismo por ello y debería estar pagando ahora por eso detrás de rejas. No voy a justificar ese acto jamás, no hay perdón ni explicación...solo...no era yo, era mi estúpido miedo de perderte aún cuando ni siquiera eras mío.
-Me hiciste daño. -Susurré hacia él, había comenzado a llorar y me sentía vulnerable. Me acercó a su cuerpo con delicadeza y permití que me abrigara entre sus brazos, era ridículo que la misma persona que me hizo daño era la que ahora me consolaba pero mi corazón ya lo había perdonado.
-Lo se...soy un animal y no tengo perdón, no deberías dejar que esté aquí ahora.
-Yo decidí perdonarte, no hablemos de eso más. -Pedí mientras me encogía en su regazo, su calor me daba paz, una paz que no había sentido nunca antes.
-Creo que te he dicho todo, al menos a gran escala.
-¿De verdad estás enamorado de mí?
-Lo estoy, desde hace mucho tiempo. Mis métodos no fueron los más indicados para demostrarlo pero estoy enamorado de tí, princesa.
-No quiero engañarte al decir que siento lo mismo pero...me gusta cuando me llamas así. Voy a matarte si alguien se entera pero...si quieres y estás dispuesto a dejar de ser un idiota dominante y a tratarme como un objeto...yo...yo seré tu princesa.
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Quien solía ser ll Joerick
FanfictionA mis treinta y cinco años, puedo decir sin dudar que soy la persona más feliz del mundo. Mi carrera, mi trabajo y cada detalle de mi economía, funcionan de la manera correcta. Estoy felizmente casado con el hombre que me ama de la misma forma en qu...