Capítulo 28

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Joel

-Lo he dicho antes, no voy a aceptar ese trato.

-¿Por qué no?

-Porque no me interesa mudarme al otro lado del planeta por capricho de nadie.

-Son millones en juego, millones y el reconocimiento de...

-He dicho que no, no necesito millones, de eso tengo mucho.

-Creo que desde que estás con ese niño te has olvidado de quien eres y de lo importante que son los negocios.

-¿Disculpa?

-Se como eres, te conozco desde hace demasiado tiempo para saber que tienes un capricho. Ese chiquillo ha corrido por todas las camas de esta ciudad, es una fulana cualquiera que se abre de piernas al primero que le pague por hacerlo. Entiendo que sea bueno en la cama, con esa trayectoria que tiene, es normal que te haya envuelto pero se que vas a cansarte de su culo, no creo que...

No esperé a que terminara de hablar. Había escuchado suficiente y por mucho que traté de controlarme, no pude soportarlo más. El golpe le llegó de a lleno a su boca y aunque me dolió por la fuerza del impacto, no me detuve. Me arrodillé a su lado y no permití que se levantara, seguí golpeando su rostro ensangrentado hasta que perdió el conocimiento. Estaba ciego de la ira, la rabia se apoderó de mí como lava ardiente y disfruté ver como la sangre escurría de su boca y nariz.

Johann había trabajado para mí durante muchos años, nunca fue mi amigo pero cumplía con sus obligaciones y por eso estaba acá. Sabía que le gustaba, no había perdido algunas oportunidades para lanzarme una que otra indirecta pero nunca le correspondí, no era mi tipo pero ahora que se había tomado atribuciones que nadie le había permitido, había encontrado su peor final. Poco me importaba si se moría por la golpiza pero nunca en su vida iba a volver a ofender a Erick.

Me levanté con la respiración aún cortada y los nudillos magullados, el idiota seguía en el suelo sin señales de movimiento pero no podía importarme menos, en cuanto despertara, si es que lo hacía, iba a ser el fin de su contrato conmigo. Rompí los documentos del trato por el que comenzó todo, ni en un millón de años me iría al otro lado del mundo pot trabajo, jamás dejaría a mi bebé y nuestro hijo, muchísimo menos por dinero.

Salí de mi oficina después de lavar mis manos, quería estar en casa con mi pequeño, necesitaba verlo pronto y abrazar su panza. Dejé indicaciones a los empleados para que fueran a socorrer al idiota de Johann y me dirigí hacia mi Audi sin importarme las miradas de horror de los trabajadores, sabían que no podían decir nada, todos tenían miedo de lo que se comentaba de mí por ahí. Encendí el auto y emprendí rumbo al único lugar en que querí estar. Ansiaba tenerlo en mis brazos para sentir el calor de su delicada piel y aspirar su aroma de bebé.

Sabía que el idiota de Johann podría tomar represalias, a nadie le caía bien una golpiza pero ya bien podría arreglarlo con mis abogados, no me interesaba nada, ninguna persona tenía el derecho de hablar de Erick de esa manera. No había un solo ser en este planeta que poseyera la ternura y la bondad de mi niño, no importaba su pasado, no importaba lo que hizo antes de ser mío, yo conocía al verdadero Erick, solo yo sabía cuan vulnerable y sentimental podía llegar a ser, cuan inocente y noble era en su interior, cuan jodidamente adorable y mimado era en realidad. Solo yo tenía la completa y real certeza de lo hermoso que era como ser humano y no iba a permitir que ningún idiota se burlara de él.

Erick me ha dado tanto en estos meses, tanta paz, tanto amor, tanta seguridad. Hemos tenido problemas como toda pareja, se que la jodí muy fuerte al principio y nunca me lo perdonaré a mí mismo pero él ha estado ahí en todo momento para demostrar que realmente me ama, que no busca nada de mí más allá que cariño y respeto. Es el ser que está cargando a mi hijo en su interior y eso es sagrado, tan sagrado como la promesa que hice hace una semana frente al padre que nos casó en completo secreto. Todos saben que estamos juntos, solo nosotros sabemos que estamos casados ante Dios.

Hemos llevado lo de su embarazo bastante entre paredes, no nos molesta que se sepa pero quiero evitar a toda costa que lo molesten y le hagan daño, a veces ser reconocido por todos, solo trae problemas, esos buitres solo están persiguiendo para sacar una buena foto y contar una historia que por lo general carece de la realidad y es más basada en especulaciones, así que desde que la panza de Erick fue imposible de ocultar, hemos tratado de evitar los lugares públicos y los horarios más populares.

-¿Joey? -La voz más dulce y tierna del mundo me recibe cuando entro a nuestro apartamento. Casi muero de diabetes cuando lo veo sentado en el sofá, cubierto de mantas y un pote de helado en sus manitos. Mirarlo así hace que quiera volver a mi oficina para terminar de matar a ese idiota de Johann por haber dicho todas esas estupideces.

-Princesa hermosa. ¿Tienes hambrita? -Camino hacia él completamente cautivado por esa imagen, tiene una pequeña mancha en el cachete y aunque no se ha dado cuenta, hace que sea mucho más adorable y hermoso.

-Siempre tengo hambre. -El puchero que hace termina de matarme de amor y me arrodillo delante de su cuerpo para quedar a su altura. Beso sus labios con sabor a chocolate y automáticamente todas las tensiones desaparecen. Casi puedo escucharlo ronronear en mi boca, es algo así como una costumbre que tiene y me encanta.

-¿Te parece si salimos a cenar hoy?

-¿Afuera?

-Si... Hace tiempo que no vamos a un lugar bonito y conozco un restaurante italiano que te va a encantar. -Sus ojitos brillan con alegría, se que es feliz con solo comer en casa conmigo mientras miramos la televisión pero necesito mimarlo un poco porque eso me alivia, verlo feliz hace que mis demonios se mantengan bajo control.

-Está bien, si quiero. -Sonrie bonito y se estira para dejar el helado en la mesita, se que está incómodo porque ya la panza es muy grande y le pesa pero amo ver esos gestos en su carita pequeña.

-Es temprano aún, primero vamos a ducharnos y descansar un rato, haré reservación para las ocho. ¿Te parece?

-Si, si, si... Está bien. Tengo sueño igual, no dormí desde que saliste en la mañana. -Algo dentro de mí se remueve incómodo, se que siempre le pesa que me vaya, no le gusta quedarse solo y a mí no me gusta dejarlo pero lamentablemte tengo que ir, sobre todo para que las cosas marchen perfectas y poder tomarme unas largas vacaciones cuando nazca el niño.

-Pequeña princesa, ya dentro de poco me tendrás aquí todo el tiempo contigo.

-Lo se, está bien. Vamos a la ducha Joey, apúrate que tengo sueño.

-Claro mi amor.

Es lo último que digo antes de besarlo con mucho deseo, deseo que se logra convertir en un hermoso encuentro sexual que termina en un increíble orgasmo simultáneo. Después de eso, estoy listo para la ducha y para enfrentar al mundo entero porque se que es mío y que no habrá nada en la vida que lo cambie.

Quien solía ser ll JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora