Capítulo 24

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Joel

-Buenos días princesa.

-Buenos días, no te levantes, quiero que nos quedemos aquí sin hacer nada.

-Eres una cosita mimada.

-Contigo, solo tú me has visto así.

Lo sabía, no era necesario escucharlo para saberlo pero se sentía muy bien en su voz al decirlo. Lo miré ahí acurrucado, con sus ojitos aún cerrados y su pelo revuelto mientras posaba su carita en mi pecho, era lo más hermoso que había visto en la vida y era completamente mío. En la noche le hice el amor de la mejor manera que pude, disfruté cada centímetro de su tersa piel y me bebí cada una de sus expresiones mientras lo tomaba, era adictivo y adoraba verlo jadear de placer mientras tomaba su cuerpo.

-Eres perfecta. ¿Sabías?

-¿Qué dices? -Sonrió como un niño, abrió sus preciosas esmeraldas para mirarme y todo se detuvo en la habitación. ¿Cómo podía tener el total control sobre mí sin siquiera intentarlo?

-Eres perfecta, eres tan perfecta que con solo mirarte, haces que mi mundo entero gire a tu alrededor. En serio, princesa, tu belleza no es de este mundo.

-¿En serio? -El brillo de sus ojos exigía una respuesta sincera, una respuesta que alimentara la esperaza de confirmar lo que había dicho y yo cumpliría con eso.

-Si, lo supe desde la primera vez que te vi. Pasó mucho tiempo de mirarte desde las sombras y cada día me gustabas más, fue muy duro saber que nunca te fijarías en mí, eras toda luz en ese mundo de oscuridad pero sabía que por dentro eras diferente, solo anhelaba poder estar cerca y ahora que te tengo aquí, no voy a soltarte nunca.

-Yo...yo no quiero que me sueltes nunca. -Susurró con sus mejillas coloradas y una mirada tierna, este era uno de esos momentos en los que quieres que el mundo se detenga para poder permanecer dentro de la paz que te rodea.

-No lo haré, no mentí cuando dije que mataría a quien te toque.

-Lo siento, lo siento mucho, Joel. Yo no quería...

-Dejemos eso en el pasado, no quiero recordar la noche de ayer, no quiero. -Era inevitable sentir la oscuridad apoderándose de mí, el mero recuerdo de verlo encima de ese tipo, hace quiera destriparlo vivo.

-Entonces quita esa mirada, Joey, asustas.

-Solo...no vuelvas a mencionarlo y todo va a estar bien.

Se que tal vez hice que todo se enfriara un poco, traer ese recuerdo cercano no era saludable para lo que estábamos viviendo pero había pasado muy poco tiempo y me dolía. Él se acercó a besarme de forma suave, como si con ese gesto quisiera pedir perdón y borrar lo vivido, yo era débil ante él y no podía evitar perderme en la dulzura de sus labios, lo amaba demasiado. Le seguí el beso hasta que su cuerpo estuvo sobre mí, sus piernas se abrieron alrededor de las mías y los movimientos leves de sus caderas, hacían fricción en los lugares correctos.

-Te amo. -Habló en un susurro y sentí una pequeña gota sobre mi mejilla, estaba llorando y yo sabía que era por la culpa, me mataba verlo así pero tenía que sentirlo en carne propia, sentir lo que causó con sus actos y aunque yo ya lo había perdonado, dejé que limpiara su error como él quisiera. -Te amo más que a nada.

Esta vez su voz se cortó y mi pecho se comprimió con su dolor, con el mío, con el de ambos pero sabía que esto era necesario, era necesario para poder pasar la página y empezar otra vez sin más heridas. Los besos subieron de tono, ya no eran solo roces tiernos y avergonzados, ahora habían jadeos y movimientos preciosos, haciendo que mi masculinidad cobrara vida, que deseara entrar en él y hacerlo mío pero dejaría que todo fuera a su ritmo, como él quisiera, como necesitaba.

Con el paso de los minutos, él solo llevó mi mano a su entrada, sin hablar pidió que mis dedos hicieran el trabajo de prepararlo y yo me dejé, dejé que marcara el ritmo de mi mano mientras seguía besándome como si se le fuera la vida en ello. Sentirlo gemir en mi boca era toda una experiencia, saber que me necesitaba tanto como yo a él, no podía sentirse mejor. Siguió usando mis dedos para dilatarse hasta que eso no le pareció suficiente y entonces, lentamente se sentó sobre mi erección y se fue llenando de mí.

-Mmm...-Gruñí completamente cegado por lo apretado que estaba, había humedad, también un poco de dilatación pero no había usado mi lengua y saliva para prepararlo bien sin embargo sabía que él quería que fuera así, quería sentir dolor porque le gustaba y a su vez era un castigo por haber cometido un error.

-¡Oh Joey! Tan...grande...-Amaba escucharlo expresar lo que sentía, amaba como sus paredes apretaban mi hombría.

-Todo tuyo.

-Todo...mío...todo.

No esperó más cuando comenzó a moverse, presionando su conducto en mi erección, causando que mis dedos se encogieran. Subía y bajaba de forma lenta, disfrutando cada roce, mordiendo sus labios mientras me sentía profundo. Yo solo dejaba que me usara, que tomara todo lo que quería y que se moviera buscando su propio placer, era un privilegio verlo encima de mí, con toda su desnudez expuesta, con su piel de porcelana y rostro de muñeca. Verlo morder sus labios y cerrar sus ojos cuando entraba más, era una imagen demasiado perfecta, era como despertar en el cielo abrazado por un ángel, Erick era un ángel.

-Así... así bebé. -Gemí cuando hizo un movimiento extraño que envió ráfagas de pura electricidad por todo mi cuerpo, se sentía tan bien, tan bueno.

-¡Mhm Joey!

Gimió entre jadeos, había repetido ese movimiento y comenzó a saltar con más deseo, más rápido, más seguido, dejando de lado la vergüenza y los malos recuerdos, centrándose solamente en este momento, en lo delicioso y sublime del acto que estaba realizando para mí. Minutos enteros pasaron y él no se detenía, me besaba, gemía, lloriqueaba de placer, mordía mis labios y arañaba la piel de mis hombros, yo...yo estaba completamente perdido y dominado mientras que él se enteterraba mi erección hasta lo más profundo de su cuerpo.

-Voy...me voy...a correr. -Gruñí apretando la delicada piel de sus nalgas, ayudándolo a moverse, empujando mis caderas hacia arriba para llegar más adentro.

-En mí...en mí...lléname.

Y si hubiese pedido que bajara al infierno por él, lo habría hecho con gusto. Mi orgasmo se reventó en su canal y las fuerzas me abandonaron en forma de un líquido espeso y caliente que se perdió en su interior. Temblé por completo y casi pierdo la consciencia cuando su propio placer se escapó de su miembro y nos manchó a ambos, su rostro...su rostro no era de este plano, era etéreo y pagaría lo que no tengo con tal de ser el único que puede verlo así, agotado, complacido, entregado después del orgasmo. Una sonrisa apareció en su cara de muñeca, una sonrisa de victoria por llevarme a la gloria.

-Eres...

-Amo cuando dejas todo en mi interior, amo cuando tu cara de placer se transforma y me llenas bien, Joey.

-Eres...

-Lo se, una cosita golosa pero si vieras lo sexy que eres en pleno orgasmo, entenderías.

-Eso es porque no te has visto a tí, podría correrme otra vez justo ahora solo con mirarte. -Sonrió otra vez, esa sonrisa traviesa que anunciaba problemas y se movió.

-Vas a correrte otra vez pero ahora serás tú quien tome el control, amo cuando me dominas, amo cuando te entierras profundo y me das todo lo que tienes. Ven Joey, tu princesa quiere que lo tomes fuerte, como solo tú sabes.

Se salió de mi miembro que ya estaba nuevamente duro y se acomodó en cuatro sobre la cama. Gruñí cuando me miró por encima de su hombro y empinó su trasero, tentándome, provocándome y yo ya estaba perdido en él. La forma en que mi semen escurría de su trasero era obscena, obscena y jodidamente me calentaba hasta los huesos. Pegué una nalgada que recibió complacido y me enterré en él sin esperar más. La sensación de mis fluidos en su canal me volvió loco y escucharlo gemir alto, solo destapó el descontrol...gritó con la primera embestida y después de esa, ninguno de los dos pudo callarse porque me encargué de dejarle claro que era solo mío y que cada gemido de su boca, llevaba mi nombre.

Quien solía ser ll JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora