VI

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Maldición

Bien el tema es el siguiente, los años se fueron volando, a mis 19 años era todo un experto en cazar criaturas de mierda, mi padre y yo fuimos aclamados por muchos y solicitados por otros, habían inclusive campesinas, hijas de burgueses y hasta brujas que se enamoraban de mi, para mi era un tema demencial, mi mente estaba retenida en mi padre, con el pasar de los años, comenzó a envejecer como todo ser humano, pero también trajo consigo una enfermedad, ahora mismo no podía dejarlo solo, eso afectaba nuestro trabajo.

-No es para tanto hijo, ve yo esperaré aquí-. Su rostro débil y fatigado, mostraban piedad.

-Nada de eso, no iré a ningún lado teniéndote enfermo-. Tomo asiento en la cama donde descansaba su padre.

-Recuerda que los señores nos dieron hospedaje por el trabajo que tenemos aquí y estamos por acabar. Ve hijo-. 

-No y no, si estas tan decidido a que me vaya, vendrás conmigo. Iré a avisar a los reyes-. Se levanto y se retiro.

Me niego irme sin mi padre, el es el que ha estado conmigo durante años, su enfermedad es angustiante, debemos regresar a casa, buscar a alguien que nos ayude y listo. Estaba apunto de avisar a los reyes que estaba por irme, pero una chica de cabellos castaños me detuvo, espero que no sea para darme un sermón de ¿Por qué no quieres estar conmigo?; esos disparates me los se a detalle. Siempre son las mismas creyendo en su regimen para nada democrático y civilizado, eso me repugnaba.

-Hola Armando, ¿Buscas a mi padre?-. Habló de manera coqueta, haciendo gestos iguales.

-Sí, quiero avisarle que yo y mi padre nos vamos-. 

-P-Pero, ¿por qué?, quédate, dime que te hace falta y yo con gusto comunicaré a mi padre-.

Odiaba tener que enfrentarme a estas cosas, rechazo, tras rechazo y este era uno más. No me importaba quedarme solo, la compañía de mi amado padre era suficiente, ayudar a las personas y cazar monstros, me fascinada, o solo soy demasiado joven y la indicada aun no llega.

-Lo siento, el tema es que mi padre a enfermado y nos tenemos que ir cuanto antes-. 

-Hubieras dicho eso antes Armandito, yo te puedo ayudar-. Antes de decir una ultima palabra, el Rey se hizo presente.

-Buenas tardes Armando, ¿Pasa algo?-.

-Buenas, tengo que hablar con usted-.

-Bien sígueme-. Los tres partieron, siguiendo al anterior mencionado.

Seguí al Rey y a su hija, mi porte siempre fue serio y decidido, esperaba que este hombre fuera inteligible y me dejara ir con mi padre.

-Te escucho-.

-El tema es, que mi padre esta muy enfermo, me temo que el trabajo que tenemos aquí, no será terminado, nos iremos a casa y espero que en cuanto el mejore, regresar a terminar lo pendiente. Gracias por el hospedaje y la paga-. Antes de que el hombre de corona hablara, su hija se acercó a el susurrando algo en su oído.

-Esa es una impresionante idea hija. Armando, no iras a ninguna parte hijo, te propongo algo, te ayudaremos con la enfermedad de tu padre y a cambio-. Hizo una tenebrosa pausa.- ¡Te casaras con mi hija!-.

¿Había escuchado bien?, esto era horrible, yo no podía hacer eso. Pero mi padre no quiero pensar en lo que podía sucederle, no tengo trabajo ahora si el esta delicado, estoy atrapado. Por un momento pensé, ¿Qué tan malo podría ser?. Tal vez aceptar sería lo mejor, ¡estamos hablando de mi padre! 

-Y-Yo, tendría que pensarlo-.

-Nada de eso, es ahora o nunca-.

Maldito viejo, es como si todo estuviera planeado, mi vida no es miserable, tengo un padre impresionante, un trabajo que me encanta realizarlo, estoy asustado, como aquella vez que presencie a mi padre luchando con un maldito hombre lobo, estoy entre la espada y la pared. Lo haré, no por que quiera estar con ella,  sino por ese viejo que tanto amo. Perdía mi madre, no perderé a mi padre por un ataque de egoísmo mío.

Carencia de alma (Yunando) FINALIZADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora