II

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¡Ah nacido!


La reina estaba apuntó de parir, su primer hijo y su primera adoración mas grande. El rey estaba muy nervioso, al fin después de 9 largos meses, admiraría a su bello hijo, estaba tan desesperado por por fin verlo ya. La reina pasaba por un terrible dolor, sin embargo ambicionaba por poder tener en sus brazos a su bebito.

-¡Ahhh!-. Licitaba con fuerza, sudor corría por frente, las piernas se le entumecían, se encontraba pariendo en en su fino lecho, siendo cubierta por sus sutiles sabanas.

-¡Vamos reina Aldara, un poco más!-. Su esposo, se encontraba de espectador, tomando su mano, mientras sonrisas nerviosas aparecían.

-Arnold, estoy cansada, no te separes de mi-.

-Aquí estoy cariño, hazlo tu puedes-.

Bastaron pocos minutos para el pequeño bebé saliera, pero las encargadas del parto, se asombraron, este bebé nacía completamente lleno de una cantidad enorme de sangre y no lloraba, estaba en total silencio.

-¿qué le pasa a mi bebé?-. La pequeña bolita de carne, comenzó a moverse, despreocupando a los demás presentes, lo que era inquietante, era la cantidad enorme de sangre que estaba perdiendo la reina.

-Reina, debemos revisar su estado, ha perdido demasiada sangre, podrá ver a su hijo después-. La reina solo asintió, pues se comenzaba a debilitar, el rey solo observaba con miedo. Su bebé le fue entregado.

-Rey Arnold, aquí esta su hijo, es un hermoso varón-. El Rey, solo pudo admirar su pequeña creación, era lo más divino que había visto.

-Hola bebé. Algún día todo lo mío será tuyo-. Producto de su "amor", su creación, pero también, es producto de su ingratitud, que lo conllevara a la ruina total, esta vez lo único que tendría como opción seria, rezar.

La reina, despertó deseaba poder ver a su hijo ya, era impresionante, perdió mucha sangre y con los resultados, fue desde antes de parir. ¿Cómo era posible?

-Aldara, mira es un hombre, es precioso-. El rey entró a la habitación, entregando al pequeño, en los brazos de su madre, la mujer quedo alucinando, su hijo estaba frio como un muerto.

-Dios mío, este niño esta muy frio, Arnold, lo haz dejado sin su manta-. rápidamente cubrió al niño. Acurrucándolo entré sus brazos.

-Como sea; ¿Haz pensado en un nombre?-. 

-Ahora que lo mencionas, sí. Yun-.

-Es precioso.-

Al fin había nacido el pequeño Yun, pero también trajo congio complicaciones, el pequeño era difícil de tratar.

-¿qué es lo que tiene? No ha dejado de llorar-.

-No lo se, cuando quiero salir con el al jardín comienza a llorar-.

-Pues entonces déjalo adentro-.

Era un bebé difícil, el rey se preguntaba ¿Qué demonios pasaba con ese niño?, apenas tenía unos cuantos días de haber nacido y ya se estaba exasperando. Pero lo peor llego cuando el pequeño miro por primera vez a los ojos de su madre.

-¡Dios mío!-. 

-¿Qué pasa?.-

-S-sus, o-ojos. Son r-rojos.- 

Habían dejado pasar eso, tal vez era normal, después sus ojos cambiarías a marrón como su padre o miel como los de su madre, suponían era su desarrollo.

El pequeño, se alimentaba de una manera grandiosa, tomaba del peche de su madre a todas horas, era impresionante. Los meses pasaron y trajo consigo nuevas experiencias, su cabello había crecido y el horror vino entonces.

-¡Arnold! ¡Arnold!-. La reina corría desesperadamente de un lado a otro con su hijo en brazos.

-¿Qué pasa, Aldara? ¿El bebé está bien?-. 

-Arnold, s-su cabello...-

-No p-puede ser. Esto no puede ser, y-yo no soy pelirrojo, ¿acaso tú?...-

-No puedo creer que pienses así,  esto es malo, sí el sacerdote lo ve así cuando sea hora del bautizo querrá hacerle daño-. Trataba de calmar sus sollozos.

Era inaudito, para sus ojos y su creencia, tener el cabello rojo solo significaba para ellos una cosa, maldad e infierno. Pero ¿por cuanto tiempo podrán tener en secreto a su hijo?, aun faltaba su bautizo y que los demás reyes lo conocieran. 

Este solo es el segundo comienzo de lo mal que puede ser romper una promesa, las puertas del catillo se cerraron, ningún plebeyo podía pasar, los guardias fueron obligados a callar, al igual que el personal domestico, la iglesia no debía saber, que su hijo era un milagro del infierno.

-Escúchenme bien, nadie puede cruzar esas puertas, sin antes hacérmelo saber. Si dicen una sola palabra de esto, tengan muy por seguro que sus días estarán contados. ¿Alguna duda?-.

-No señor-.

No podrían hacerlo, porque pronto la verdadera hambre de Yun sería un problema muy grande y difícil de dominar. El rey sabía perfectamente una hipótesis a su problema y tenía nombre "Evangelina", sabía que pudo atentar contra el antes de morir y que su hijo esta pagando sus acciones, pero como también es un cobarde, enterraría ese recuerdo muy a fondo.

El pequeño Yun creció, era extremadamente serio, su piel era blanca, su rostro extremadamente pálido, sus padres suponían que se trataba de que le hacía falta luz del sol sin embargo esté se negaba a postrarse en la luz. Su comportamiento era extraño, para un niño de 7 años.

-Escúchame Yun, tienes que salir, mira lo pálido que estas-.

-Tengo hambre-.

-Las cocineras te prepararon miles de platillos y tu solo rechazaste todo-.

No tenían idea de como seguía fuerte y no se veía nada delgado hasta los huesos, si nunca probaba bocado, ese niño los estaba sacando de sus casillas. Pero el verdadero problema comenzó cuando extrañas muertes aparecieron por el castillo.

-Ahhh, ¡Rey Arnold! ¡Reina!-.

-¿qué pas... Ahhh, ¿Qué demonios le paso?-.

-No, t-tengo idea, la he encontrado aquí cuando llegue-. La primera muerte, fue una cocinera, estaba terriblemente cortada de su garganta, era una imagen espantosa.

-Llevársela de aquí, nadie se puede enterar de esto. Entiérrenla en el bosque lejos-.

El bosque para ese entonces, se convertiría en cementerio, cada día nuevas victimas aparecían, solo bastaron 3 años para que el castillo se quedara sin personal y con eso trajo asesinatos en los pueblos, nadie podía saber quien estaba detrás de todos esas atroces acciones. 

Pero el rey, estaba seguro que conocía la respuesta, pero callaría por su bien, porque a pesar de todo siempre importaba más su vida, su miserable maldita vida.



































Remin

Carencia de alma (Yunando) FINALIZADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora