IV

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Amor extraño

Siglo XVII, año 1705. Al fin había llegado un nuevo siglo, lleno de nuevas innovaciones, la iglesia estaba a punto de perder su poder, la gran multitud de personas reclamaban, que se dejase de acecinar a gente inocente, la muertes por reglas estólidas, tenían que desaparecer cuanto antes. Aun que eso signifique dejar a las verdaderas criaturas al asecho.

-Catalina, mi cielo. Por fin he llegado-.

-Arthur, que bueno que has llegado, no sabes cuanto te extrañe.-

Juzgamos sin saber, el amor no tiene reglas, enamorarse no es ningún pecado, sin embargo, peligroso puede ser hacerlo de la persona incorrecta. Y doloroso puede ser amar a quien por obras gigantescas del destino, no puedas. Arthur lo sabía perfectamente, enamorarse de una criatura de la oscuridad y que se alimenta de sangre ajena, era inimaginable. Pero ¿Cómo le hacía para sacarse sus bellos ojos rojizos de la cabeza?; la primera vez que probo de su fría y pálida piel, le causo sensaciones inauditas, podría ser un monstro, pero tenía el corazón más puro del mundo.

-¡Te lo ruego, déjame ir!-.

-P-Perdóname, tengo mucha sed-. Desvelo su rostro, haciendo que aquel sujeto quedará atónito, se trataba de una mujer de cabellos dorados, con una belleza asombrosa.

-Tranquila, no llores más. Te puedo ayudar, t-tal vez si succionas solo un poco-. La rubia quedo desconcertada, ¿ese hombre le estaba ofreciendo ayuda?

-Y-Yo, no quiero hacerlo-. Su llanto aumento, mojando sus blancas mejillas.- Yo no pedí ser así, quiero ser una persona normal, como tú-.

-Tranquila, no pasa nada, se tu necesidad de comer. ¿Cuál es tu nombre?-.

-C-Catalina-.

Era impresionante, que un humano le ofreció ayuda, enamorándose con el tiempo, fue una vanagloria, quedarse con ese hombre, ayudó desde el primer instante que la vio, le mostro cariño y aun que careciera de alma estaba feliz y quería permanecer así por siempre. Estaba contenta, pues la gran noticia que tenia preparada para el al fin se la haría saber.

-¿Cómo, te encuentras cariño?-. beso su frente, dejando su equipo de trabajo sobre la mesita que tenían.

-Veras cielo, h-he estado un poco rara estas ultimas s-semanas-. Se movía con movimientos pequeños, ante el nerviosismo, de saber la respuesta de su amado.

-¿Estás bien? No me preocupes así querida-. Su rostro no parecía de estar enferma, si no ¿felicidad?

-Arthur, tengo algo que decirte-. tomo su mano guiándolo a sentarse.- Eres la persona más maravillosa que he conocido, me has protegido y ayudado de la iglesia y los cazadores, me has dado un hogar, pero, ¿no crees que algo más falta, para que este completo?-.

-El tema es que, no entiendo, ¿Necesitas acaso, ropa?-.

-No tontito-. Hizo una pequeña pausa mirándolo a los ojos, esos hermosos ojos negros que la veían especial.

-¿Qué pasa entonces querida?-.

-Arthur, estoy embarazada-. Sus ojos se abrieron como platos.

-¿E-Esto, es serio? Dios mío. ¡Esto es increíble, voy a ser papá!-. Se lanzo a los brazos de su amada, cargando su delgado cuerpo, radiaba felicidad.

Un pequeño pequeño milagro había brotado de su puro e inocente amor, los dos eran muy felices, andaban por los bosques disfrutando de la preciosa noche y de día, solo admiraban los atardeceres desde una distancia aceptable para la chica. Los meses pasaron rápida, el pequeño bebé, estaba por llegar.

Carencia de alma (Yunando) FINALIZADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora