Los Zapatos

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EJERCICIO DE ESCRITURA Nº21

Este ejercicio es otro divertido disparador creativo, para el que tendremos que echar un poquito de imaginación. Primero, pongámonos en situación:

En este ejercicio el protagonista, que vive solo (o sola), se encuentra por la mañana junto a su cama unos zapatos que no le pertenecen.

A partir de esta idea, haz una lista de al menos cinco posibles respuestas a las siguientes preguntas: ¿a quién pertenecen los zapatos y cómo han llegado hasta allí? ¿Quién es el protagonista? Dale un nombre, una edad, un carácter y una profesión. Trabaja al personaje.

Cuando hayas terminado la lista, elige el personaje y el motivo que más te gusten. Con estos elementos, crea un texto de al menos 300 palabras y que tenga un inicio (presentación breve de la situación), un nudo o medio (desarrollo de la situación o de la acción) y un desenlace (en el que se soluciona la situación).

Ahora mi ejercicio.

Ahora mi ejercicio

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Mal despertar

Un gemido resonó en la habitación en penumbras, mientras Brian Kerry intentaba despejar la bruma del sueño que todavía lo envolvía. Su cabeza martilleaba sin piedad, tenía la boca pastosa y le dolía el cuerpo como si hubiera estado jugando al rugbi toda la noche. No se encontraba en ese estado, desde que había terminado la universidad y fue a celebrar su graduación con los amigos.

Con un suspiro se enderezó, y todavía sin abrir los ojos palpó sobre la mesilla hasta encontrar el pequeño despertador digital. Cuando por fin lo encontró y abrió los ojos, la luz verdosa que indicaba la hora casi lo deja ciego. Después de maldecir y quejarse por la punzada de dolor en las córneas, volvió a intentarlo. No le sorprendió descubrir que era bien avanzada la mañana.

Tirando el despertador de forma descuidada sobre la cama, se dejó caer de nuevo en las almohadas mirando con los ojos entornados la habitación en penumbra, mientras se preguntaba qué hizo la noche anterior. Frunció el ceño cuando algunas imágenes inconexas invadieron sus pensamientos. Recordaba una larga melena ondulada, de un rico color chocolate. Había una risa de mujer que parecía música y unos labios rosados, sin maquillaje, y aquellos ojos...

Un delicado aroma, que no era realmente un perfume en sí, sino más bien un olor a limpio, invadió su olfato. Se giró hacia el lado y cogió la otra almohada, que todavía parecía tener la forma de una cabeza. Aspiró profundamente y se llenó de aquél olor que le recordaba a los páramos de su niñez, donde el viento mecía las flores de lavanda y éstas desprendían su fragancia por todas partes. También era un aroma vagamente familiar, de algo o alguien reciente que no conseguía ubicar totalmente.

¿Con quién habría pasado la noche? En ese momento lamentaba terriblemente no recordar, porque seguro que una mujer que oliera de aquella forma tan exquisita, debería de ser excepcional.

24 Ejercicios de EscrituraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora