Mensaje en una botella

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Esta vez el ejercicio va a servirnos como disparador creativo. Se trata de imaginar que un personaje acaba de perder a un ser querido en un naufragio y decide enviarle un mensaje dentro de una botella para luego arrojarlo al mar y esperar que le llegue. Escribiremos ese mensaje en primera persona, como si fuésemos ese personaje.

Unas buenas recomendaciones que nos hacen desde la web de Literautas, es la de hacernos una serie de preguntas antes de ponernos a desarrollar el texto, como: ¿Qué relación une a nuestro personaje con el náufrago? ¿Cuándo fue la última vez que se vieron?¿El personaje sabe lo que ocurrió en el naufragio?

También nos aconsejan hacer una lista de las cosas que queramos que hable o cuente el personaje, de forma que nos sirva como guía u hoja de ruta. Esta lista también puede llevar cierto orden, de forma que al final, nuestro texto tenga una estructura sólida.

Ahora, sin más teoría vamos a la "chicha" de mi relato como ejemplo.


MENSAJE EN UNA BOTELLA

Hola mi Sorcha,

Sabes que no soy hombre de palabras bonitas ni de contar sentimientos profundos, pero te fuiste en ese estúpido barco y luego... pasó lo que pasó, y me di cuenta de que jamás volvería a tener la oportunidad de hablar contigo, de verte, de hacerte saber por fin lo que bulle en mi interior. De darte la respuesta que esperabas.

Quise decírtelo. Aquel día en la cafetería, ¿recuerdas?, me confesaste lo que sentías y te quedaste esperando, mirando con tus preciosos ojos a los míos. Te sonrojaste, como sólo tú sabes hacer. Te avergoncé en aquel momento, como sólo yo sabía hacer y lo siento. Cuando vi un atisbo de lágrimas asomándose a tus ojos, te lo hubiera dicho. Estuve tan cerca.

Pero no pude.

Mi orgullo, ese malvado sentir que a veces me bloquea y otras me lanza de cabeza, me detuvo. Ahora pienso que si te lo hubiera dicho, no habrías comprado el billete, no habrías subido a ese maldito barco y estarías aquí conmigo, acurrucada entre mis brazos, justo donde perteneces. O lo hacías.

Fui un estúpido y no culpo a nadie más que a mí mismo, por haber perdido la oportunidad de que estemos juntos. Y si ahora paso las noches en vela mirando tu foto. O me ahogo cuando intento respirar más profundo que una inspiración superficial. O me despierto buscando tu cuerpo cálido en nuestra cama, y lloro, grito y me desespero cuando no te encuentro ahí; porque sé que nunca más volverás a mi lado, es sólo mi maldita culpa.

Ese es mi infierno ahora, y lo sufro con gusto, porque te extraño. Extraño tu sonrisa por la mañana cuando compartes conmigo tu café aguado, tus tostadas quemadas siempre por un lado y tu perfume envuelto en el vaho al salir del baño. Extraño ver tu bolso en el perchero de la entrada y tus zapatillas junto a las mías al entrar en casa por la tarde. Extraño no tener con quien pelear por la manta del sofá o el mando de la tele y el peso de tu cabeza sobre mi hombro cuando te quedabas dormida mientras veíamos una película aburrida. Extraño tus pies fríos por la noche y la cálida piel de tu espalda cuando la apoyabas contra mi pecho al abrazarte porque siempre tienes frío.

Extraño nuestros besos, nuestras caricias, mi nombre susurrado en tus labios, tus ojos en los míos enredados, tu cabeza en mi pecho y que te sirva de almohada y mis manos en tu cintura después de hacer el amor.

Te extraño a ti, a lo que tuvimos y la oportunidad perdida de poder decirte de una vez que te quiero.

Te quiero tanto, que ayer compré un billete en otro barco, para recorrer la misma ruta que tú hiciste. Te quiero tanto, que escribí esta estúpida carta contándote lo que no tuve narices a decirte cuando pude hacerlo. Te quiero tanto, que pondré la carta en una botella y la lanzaré al agua, en el punto exacto en el que te perdí para siempre. Y lo haré, no porque crea que llegará a ti y no porque yo confíe en el destino, sino porque lo hacías tú.

Tú si estarías segura de que esta botella con un mensaje en el interior sería capaz de alcanzarte a donde quiera que fueras. Si tú supieras que hay por ahí un mensaje en una botella para ti, removerías cielo y tierra para alcanzarla, para leerla, para hacer realidad el deseo que te pidiera, porque así eras, así creías, así vivías y sentías.

Y de todo eso me enamoré.

Por eso, pensando en todo en lo que tú creías, te he escrito esta carta y la he lanzado al mar poniendo en ella lo que me queda de esperanza. Así que por si acaso te llega a dónde quiera que estés, sólo te pido una cosa: espérame.

Espérame para que te diga de una vez y en persona que te quiero y que lo haré siempre.

Tuyo, Liam.



Espero que os haya gustado. Comentad lo que os ha gustado y sobretodo lo que no, eso me ayudaría mucho a hacer mi siguiente relato un poquito mejor.

Gracias por leer hasta aquí. Un saludo a todos.

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