Miré una vez más mi reflejo en el espejo, había cortado mi cabello lo suficiente para aparentar ser un hombre, el resto de lo que era mi cabellera negra estaba en el lavamanos, en mi mano derecha tenía las tijeras con las cuales había cortado —o mejor dicho atacado— mi cabello. No sentía remordimiento alguno, sabía que era lo necesario para poder pasar desapercibida en la universidad. Mi plan había empezado hace meses y ya no había marcha atrás.
De alguna forma había vuelto cómplice a mi padre en esta gran mentira y farsa que estaba creando, pero no me preocupaba, sabía muy bien lo que hacía y tenía seis años para conseguir que mi plan saliera a la perfección, no podía permitirme cometer errores o sentir pánico. Miré a mi teléfono el cuál mostraba mi carta de aceptación a la Universidad Konsei para hombres, indicando que en menos de tres días debería ir a los recintos para recibir mi habitación y ubicarme antes de que empiecen las clases.
Una sonrisa se posaba en mis labios con satisfacción, ¡esto apenas estaba empezando!
—Hye —la voz de mi padre resonó atrás de la puerta del baño—, ¿ya estás lista?
—Sí, padre, en unos minutos salgo —respondo rápidamente.
Dejo las tijeras detrás del espejo y recojo mi pelo para guardarlo en una bolsa. Donaría todo mi cabello a alguna fundación que lo necesite, al final ya no lo necesitaría yo. Limpié todo muy bien antes de salir. Mi padre me esperaba afuera, lucía pensativo pero aun así me regaló una sonrisa.
—Woah- es... siempre tuviste el cabello largo, es un gran cambio —me dice y yo asiento—, ¿por qué no le muestras a tu madre tu nuevo look?
—¿Crees que lo aceptará? —pregunté dudosa.
—Mientras mantengas la mentira —me recordó.
Mi madre cree que entré a una universidad para mujeres lejos de Busan, no sabe que entré a Konsei en Seúl, no me dejaría ni pisar un solo escalón del lugar, no me apoyaría con la mentira tal y como mi padre lo hizo. Dejé la bolsa con mi cabello en mi habitación y me acerqué a la habitación de mis padres con mi corazón latiéndome a mil. A veces me preguntaba si realmente podía mentirle tan abiertamente a mi madre, era la única que me podía descifrar sin darme cuenta.
—Madre —toqué a la puerta aunque estaba abierta, ella dejó de leer su revista para verme, abriendo sus ojos sorprendida—, ¿qué tal me veo?
—Hye... ¿qué te has hecho? ¿por qué tan de la nada? —pregunta levantándose para tocar mi cabello—, ¿no podías haberlo dejado un poco más largo?
—Me gusta así —me encogí de hombros—, quiero empezar desde cero en la universidad.
—Aun así, Jun Hye... rayos, te ves como un hombre, ¿te dejarán entrar a la universidad así? —me pregunta preocupada, sonreí por la ironía.
—Estoy segura que sí, madre, estamos en el siglo xxi, ya nadie juzga mucho por un corte de cabello.
—Esperemos que así sea —responde con un suspiro—, ¿en serio te gusta verte así? ¿qué dijo tu padre?
—¡Yo la apoyo! —responde papá acercándose.
—Sí, claro, estoy segura que sí. A veces eres la mala influencia de Hye —dice mi madre poniendo sus manos en sus caderas negando con la cabeza, haciéndome reír—, no te rías tanto, creo que no has acabado de hacer tu maleta.
—Tienes razón, me pondré en ello —asentí y me alejé de ahí rápidamente.
Mi padre había designado una pequeña parte de los ahorros para mi universidad en ropa varonil que claramente necesitaría. Mamá no sabía de eso, por lo que yo la he convencido de dejar en mis manos la organización de mi maleta. Había comprado varios brasieres deportivos para ponerme debajo de la venda para no lastimar tanto mis senos —que igual son pequeños—, pero todo estaba bien preparado.
Cerré la puerta de mi cuarto y saqué las bolsas de ropa. Guardé rápidamente los calzoncillos y pantalonetas, ya luego me dejé poner los pantalones y vaqueros sin problema alguno junto con las camisetas. Agregué algunas cosas que mi padre me recomendó llevar si quería aparentar ser un hombre. Entre ellos vi la caja de condones, haciéndome reír. ¿Padre, qué estás pensando?
Verifiqué unas tres veces que llevara todo, y hasta que lo chequeé todo pude cerrar la gran maleta sin problema alguno. La dejé cerca a mi puerta y me cambié por un pijama. Dentro de poco empezaría una vida diferente y estaba bien con eso, todo sea por conseguir mi sueño.
—El fin justifica los medios —me recordé, ya acostada en mi cama.
[the lie in your eyes | hwang hyunjin]
Me despedí de mi madre al salir del apartamento, y mi padre me acompañó hasta el carro. Él me pasó la maleta con la ropa de hombre y me dejó sola para cambiarme. Mi madre no debería sospechar de nada. Me cambié mis ajustados jeans por unos vaqueros y mi suave camisa amarilla por una camiseta negra. Me puse el bra deportivo antes por lo que las vendas no fue un complique complejo. Al acabar, toqué el pito del carro y mi padre se acercó. Subió mi maleta al baúl y luego se subió al asiento del piloto.
—Bueno, Hye, ¿estás lista?
—Lo estoy.
Mi padre condujo hacia Seúl, era temprano por lo lejos que quedaba de Busan. Estaba emocionada, todo tenía que salir bien. Mi teléfono timbró por un mensaje y pude ver que mi mejor amiga me escribió deseándome suerte por el ingreso a la universidad. Una de las pocas personas que conocían de mi osadía era ella, Kim Soo-ra. Le respondí con un gracias y me dejé llevar por el trayecto.
Al llegar, mi padre me lleva hasta las escaleras tan características de la universidad, podía ver a todos los chicos subir por ellas, ni una sola chica. Mi padre me sonrío, y me revolvió mi cabello, luego me abrazó fuertemente.
—Bueno, mi muchacho, es hora de decirnos un adiós por ahora —me dice con una sonrisa triste—, llámame por cualquier cosa, si sientes que algo está fallándome, avísame. Estaré al tanto de todo con Baek Gu-seo.
—Lo haré, papá —sonreí y chocamos los puños—. Prometo que todo saldrá bien.
—Suerte, Hye.
—Gracias.
Tomé mi gran maleta y empecé a subir las escaleras, ¡era hora de ir por la aventura!
———————————————
Hola, hola
bienvenidos a mi primer fic de Hyunjin y de STRAY KIDS,
espero que les guste, la verdad me encuentro emocionada escribiéndolo.
ESTÁS LEYENDO
The lie in your eyes | Hwang Hyunjin
FanfictionJun Hye está apunto de entrar a la universidad de sus sueños, aquella universidad de la cuál siempre oyó a su padre hablar desde niña, emocionada por las palabras de su padre, se imaginaba estudiando allá para seguir el camino que su padre había seg...