Capítulo treinta y seis

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Mentiría si dijera que dormimos luego del beso; la verdad fue que nos seguimos besando, nos dormimos tarde, porque hablábamos tonterías, nos reíamos y nos besábamos. Debía admitir que fue una de las mejores noches de mi vida. Me gustaba la calidez de los brazos de Hyunjin con sus prepotentes labios, la felicidad que me causaba cada que sus labios tocaban los míos era tan indescriptible. Por lo que podía decir con toda la seguridad del mundo, que esa noche fui realmente feliz. Pero como la ironía del mundo, abrí mis ojos por culpa de la alarma de Hyunjin. Traté de zafarme del abrazo de Hyunjin, pero parecía imposible. 

—Hyunjin... —lo llamé pero él seguía sin soltarme—, vamos, Hyunjin, debo irme antes de que nos pillen —le digo y lo escucho suspirar—. ¿Jinnie? 

—No quiero que te vayas —murmura, haciéndome sonreír. 

—Tengo qué; ahorita nos vemos para desayunar —le digo y él me suelta lentamente. 

Él apaga su alarma y yo tomo mi cobija, abro con cuidado la puerta y me fijo si no hay nadie por los pasillos. Caminé con pasos apresurados hasta a mi habitación, y cuando por fin cerré la puerta tras mí, me acosté en mi cama, enrollada en mi cobija que tenía el olor de Hyunjin. El olor de Hyunjin me hizo sonreír como tonta, estaba enamorándome cada día de él y tenía miedo, por ahora estábamos viviendo en una mentira, mientras yo siga en Konsei, lo haré cómplice de mis mentiras. 

—Ah, que buena forma de deprimirme tan temprano —murmuré, acostándome bocabajo y durmiendo nuevamente. 

Cuando me desperté, mi alarma no fue la culpable, si no mi madre, que me sonreía cálidamente. Esperó a que me sentara en la cama y estuviera en todos mis sentidos. 

—Buenos días —me dice, sentándose a mis pies—, ¿dormiste bien? 

—Excelente —respondí, recordando a Hyunjin. 

—Me alegra. Necesito que te arregles muy bien, avísale a los demás —me pide y yo frunzo el ceño. 

—¿Por qué? 

—Hoy vendrá un socio de tu padre —me avisa—, con el hijo, tu padre me mandó a decirte que lucieras vestido si es posible. 

—Ya veo —respondí en un murmuro—. Está bien, no veo por qué no. 

—Bien, vendrá a almorzar por lo que aún hay tiempo. Si quieres, préstale a Soo-ra alguno de los vestidos que tienes en el armario —me indica y yo asiento. 

—¿No sabes quiénes son? —pregunté, estirando mis brazos y ella negó. 

—Sólo sé que tu padre les tiene mucho afecto, casi no hablo con los socios de él. Aunque fui invitada la otra semana a una reunión de esposas, ¿puedes creerlo? —mamá ríe—, no sé si estaré lista para eso, pero ya compré un vestido y unos tacones, ¡debo lucir muy bien si quiero encajar! 

—Ya creo yo que sí, mamá —le sonrío. 

Mamá se fue y esperé una hora más mientras Soo-ra y Hyunjin se levantaban, les expliqué lo que mi madre había dicho, ninguno se quejó, por lo que Soo-ra fue la que empezó a revisar mi armario y yo me recosté en el pecho de Hyunjin —estaba entre sus piernas—. Mi amiga sacaba varios vestidos, primero viendo cuál iba mejor en ella, tanto Hyunjin como yo, dábamos nuestra opinión más honesta, por lo que fue un poco tardío hasta que ella dio con el mejor. Después, ella me sonrió y se puso a buscar cuál encajaría mejor conmigo. Suspiré al pensar en usar vestido, la verdad es que no tenía problema alguno en usarlo, lo había hecho la mayoría de mi vida, pero desde que convencí a mi padre de entrar a Konsei, duré al rededor de medio año usando solo pantalones para no sentirme incómoda cuando entrara a la universidad. Por lo que además llevaba casi un mes y medio actuando como hombre. Era raro volver a comportarme femeninamente como si nada. Luego de media hora, Soo-ra me muestra el vestido que escogió, muy bonito y formal, por lo que no me quejé. Hyunjin por su lado se había ido a arreglarse y buscar qué ponerse entre lo que trajo. Estaba segurísima de que no tendría problema, Hyunjin se vestía muy bien usualmente, tenía ropa que aunque usara de manera casual era muy formal, ¿quizá por eso lucía tan bien en cualquier cosa que se pusiera? El porte era innegable. 

Luego de bañarme y tratar de hacer lucir femenino mi corte de cabello, me metí en el vestido de Soo-ra, que era de un rosa pálido, no tan ajustado, pero tampoco holgado. No recordaba haberlo comprado, por lo que supuse que mi madre me lo habrá dado mientras estuve afuera de casa. Luego le agradecería. Mamá nos llamó por fin, por lo que sin mirarme en el espejo, salí de mi habitación, encontrándome con Soo-ra. Su cabello pelirrojo caía tan brilloso por sus hombros, que me hacía sentir envidia de no tener mi cabello largo. Bajamos juntas, mientras nos halagábamos mutuamente.

—Woah, sabía que te quedaría bien el vestido —mamá me dice, al verme entrar al comedor—. ¡Soo-ra, que hermosa te ves! 

—Muchas gracias, madre —ella sonríe con cariño. 

—Se ven muy bien, chicas —papá nos dice. 

—¡Gracias! —respondemos a coro. 

Papá se va al recibidor, para estar pendiente. Hyunjin no demora en aparecer, vestía una camisa blanca manga larga, que a la vista aparentaba ser de cuadros pero cada línea tenía escrita la marca de la camisa —cara como buen chaebol de tercera generación—, y un pantalón de tela. ¡Lucía atractivo a más no poder! 

—¡Que guapo estás Hyunjin! —mamá lo halaga. 

—Muchas gracias, señora Jun. 

—Woah, los tres están muy bien, ¡estoy segura que impresionaremos hoy! —mamá nos anima con una sonrisa, hasta que escuchamos como abren la puerta—, oh, ¿ya habrán llegado? —mamá sale hacia el recibidor. 

—¡Las dos lucen muy bien! —nos comenta Hyunjin con una sonrisa. 

—Es claro que sí —dice Soo-ra—, escogí los vestidos adecuadamente...

—Buenas tardes —un señor alto aparece, me parecía conocido pero no sabía de dónde.

—Muchachos, él es Yang Seong Jo, mi socio y más querido amigo —lo presenta mi padre. 

—¿Hyunjin? 

—¿Señor Yang? 

—¡Muchacho, que bueno verte! ¿Qué haces por aquí? —el señor se acerca abrazarlo, como si de un hijo se tratara. 

—Hacía compañía a Hye —dice sonriendo. 

—¿Se conocen? —mi padre sonríe, un poco incómodo. 

—Por supuesto, ¡yo vi crecer a este chico! Es amigo de mi hijo desde hace muchos años —nos explica—. Por cierto, Jeongin ya viene, se quedó en el carro un momento. 

—¿Jeongin? —mi voz sale un poco sorpresiva, ¿estaría bien que Jeongin me vea así? Aunque él fue el primero en descubrirme, no sé si estoy lista para que él me vea sin mis vendas y mis pantalones. Hyunjin me sonríe incomodo. 

The lie in your eyes | Hwang HyunjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora