Capítulo treinta y cinco

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Hyunjin me miraba con una sonrisa mientras mamá guardaba las cosas con las que le habían pintado el cabello, yo sólo seguía mirándolo; la verdad es que no le quedaba mal pero era un poco raro verlo con ese color. Soo-ra seguía riéndose pero podía notar que a Hyunjin no le importaba en lo más mínimo.

—Si sigues sonriéndome así, pensaré que hiciste algo malo —le aviso, y él removió su mirada. 

—No hice nada, pero aun así. ¿Sí oíste a tú madre? Qué gran partidazo soy para ti —me molesta y bufo.

—Sueños de mi madre, es por la edad —le digo y él quita su sonrisa.

—Aún así —insiste.

—Soo-ra y yo compramos algunos dulces, ¿quieres? —le pregunto, caminando hacia la cocina. Aún era muy temprano, por lo que mamá buscó quehaceres para nosotros como forma de entretenernos. Al inicio nos mandó a organizar unas cuantas cajas a las habitaciones pero luego llegó con tres baldes, llenos de esponjas y agua con jabón.

—Ahora es turno de limpiar las ventanas del jardín —anuncia, dándonos los baldes, noté la mirada de Hyunjin, de sorpresa, asco y ganas de huir.

—Mamá, no creo que...

—Dejen de quejarse, ustedes vinieron es ayudar, vamos, vamos.

Mamá nos dejó una manguera, suspiré antes de aceptar la realidad de tener que ponernos a hacer aseo. Soo-ra aprovechó para conectar su teléfono al parlante que había en el jardín y puso música. Hyunjin hacía un puchero de ver qué tenía que ayudar si no quería quedar mal.

—Entre tres será más rápido —trato de animar pero él bufa—; tú insististe en venir, no hagas esa cara.

—No es como que pueda cambiarla por otra —me responde y rompo a reír.

—Empecemos de una vez, pues —murmuré; al inicio los tres estábamos limpiando como se debía, estaba rindiéndonos más de lo planeado, pero Soo-ra me tiró jabón en el pelo—, ¡Oye!

—Fue un e... —No la dejé terminar y le tiré el agua jabón de mi balde—, ¡FUE SIN QUERER Y TÚ LO HICISTE DE APOSTA!

Eso fue un detonante, las dos entramos en batalla. Le quité la manguera a Hyunjin, que nos veía pelear espantado, en algún momento empezamos a reír, y mojé a Hyunjin con la manguera; él me miró un poco mal antes de echarme el baldado de agua con jabón encima. Volvimos a una guerra, los tres no parábamos de jugar, yo me reía contenta, y podía notar por las sonrisas y gritos de los otros dos que se sentían igual de felices que yo. Cuando mamá ya nos gritó que paráramos, me senté contra una pared y Soo-ra volvió a la casa. Hyunjin se sentó con las piernas estiradas en dirección contraria a mí, estaba empapado de pies a cabeza, el pelo recogido, y me sonreía. Agradecía no estar de pie, ya que podía notar cómo mis piernas temblaban por esa simple sonrisa; y de alguna manera mis labios empezaron a sentirse ansiosos, como si lo extrañaran.

—Tu lucha no fue justa —me dice, lamiéndose el labio; gotas de sudor o quizá de su cabello empapado, caían por su mentón.

—La tuya tampoco —respondí, tragando.

—Igualmente me divertí... —suspira—. ¿Vamos dentro? Está empezando a oscurecer.

Entramos juntos, y mamá nos llama a comer. Nos sirve en grandes platos kimchi y pescado, agradecí los manjares que puso y comí con ganas. Luego de comer me fui a mi baño y me quité los rastros de jabón en el pelo, descansé al sentirme completamente limpia. Me acosté en mi cama y un mensaje me llegó.

The lie in your eyes | Hwang HyunjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora